
L’Homme qui Aimait les Femmes (titulo original)
El amante del amor (título en España)
Anoche soñé que estaba en un rodaje, y de repente tenía una escena con Mercedes Morán. Tal vez después vaya a la tarotista que recomendó Laitan. Ahora no tengo dinero para eso.
Qué fastidio empiezo a tomarle al gordo vasallo que me coordina. Referirme así de él habla un poco del resentimiento que manejo, tal vez por su entrega abnegada, por ser yo un subordinado de alguien que considero un tonto. No me explayaré en el porqué, no ahora.
¿Cómo asumir la búsqueda de personas con las cuales salir, tener un algo –llamémoslos vínculos sexo afectivos- sin caer en la desesperación, en la idealización?
Y hay que tener la aprobación de los demás, la admiración social, pertenecer, porque si no, ¿qué pasa? ¿Qué pasa sobre todo con la psiquis propia, qué pasa en mi psiquis? Ayer pensaba si volver a la misma terapeuta o si ir a otro u otra.
El caso es que creo que necesito compañía terapéutica si voy a establecer la búsqueda de contacto sexo afectivo a través de esas plataformas como Tinder. O a través de lo que sea, donde sea, el contacto sexo afectivo, las relaciones, los vínculos humanos.
Qué odio me genera esa gente allí, ser un subordinado, cuando los considero a ellos inferiores. Mezclo los temas.
Qué odio, esta necesidad de amor, ¿todo por percibirme abandonado, por la falta de un padre en la infancia, de una figura paterna?
*
Inseguridades adolescentes que asumo provienen de conflictos no superados, y que se acrecientan en las relaciones con los demás, en la grupalidad. La mirada del profesor hoy cuando retrotraje el tema al cuento que leíamos, luego de que un compañero hubiera cambiado antes de tema para contar algo de un gato, y yo entonces volví al cuento, “vuelvo al cuento”, dije y lancé una pregunta. Y sentí la mirada enjuiciadora del profesor. Supongo que no le gustó que cortara tan abruptamente el tema del gato. Supongo que no debería darle importancia. Y luego, abrazar de más a la médica, compañera del taller, y percibir que ella no quería que la abrazara así, entonces sentirme inapropiado. Y la otra mujer, con la que nos recomendamos obras de teatro, había dicho que me quedara los libros que me dio; pero hoy noté que me miró extraño cuando le dije al profesor que el libro que él me había prestado (nos prestamos libros entre todos) se lo devolvería en un par de meses, entonces le pregunté que si los libros que me había dado los quería de vuelta. “Dejame ver cuáles sí, cuáles no”, dijo. Lo dijo en buen tono. Hubiera querido quedarme con esos libros.
Continue reading “El hombre que amaba a los varones”