Susceptibilidad

Idealicé a otro hombre sin siquiera conocerlo.

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Digo que no me resentiré, pero me ha dolido que, al contarle a Laitan que fui donde el masajista que me practicó sexo oral, su primera respuesta –luego de reírse (más, intuyo por no saber cómo reaccionar, que porque se riera en serio)-, haya sido “todo muy normal”. Tal vez no lo haya dicho mal. Tal vez sea yo un resentido, que sobre interpreta. Tal vez. O tal vez, lea bien esa actitud de extrapolar valores de doble moral del sistema heteropatriarcal hacia los homosexuales.

Ya se me pasará, no es cuestión de enemistarme con estos vínculos cercanos. Pero tal vez necesite distancia, de Laitan, de Dante, de todos. Y zambullirme aún más en la soledad.

Y lo difícil que es relacionarme con hombres, y entonces tal vez lo mejor sea no hacerlo, si tan conflictuado me va a poner. Y tener cuidado, mucho más cuidado con contar –¿no contar?- mis cosas.

Y luego volveré a la terapia, o buscaré otra, otro terapeuta. O seguiré con la misma. Bajaré la deuda de la tarjeta de crédito, y viajaré en algún momento, cuando pueda.

Si tan solo fuera menos sexual. O si pudiera, mejor, contener mis deseos sexuales, sentirlos con menos intensidad.

Vaya si tengo rabia con Dante, con Laitan, como si los envidiara, en una creencia de que son más felices.

Al chico lindo le saqué el match. Qué terminología de mierda. Deshacer un match. Se podría hacer una obra de teatro postmoderna con esta terminología. Tal vez por eso Laitan se resguarda tanto, porque es cierto que resulta agobiante estar expuesto a remar conversaciones, exponer la propia vulnerabilidad.

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Melancolía

Propensión a la melancolía. Tanta autoreferencialidad me va a matar, pienso antes de salir de la cama, cuando ya estoy deseando abrir este archivo y escribir estas líneas. Retomaré el blog. Tal vez sea ahí donde más pertenezco –esto también lo había pensado-.

Ayer hablé con un sujeto lo más de lindo a través de una de esas aplicaciones de citas. A través de Tinder, debería escribir. Pero siento que no es poético escribir Tinder (sin embargo, ya lo escribí dos veces). Le preguntaré sobre su preferencia en la cama, en los asuntos del sexo, porque si no somos compatibles, ¿para qué continuar?

Cuánto trabajo hay detrás de un proyecto, y luego todo termina. Aún siento el vacío, como si estuviera haciendo un duelo, como si no lo hubiera disfrutado como debí disfrutarlo. Porque fue un fracaso comercial, y he puesto dinero. Porque –por más que incluso en la peor de las funciones recibimos algún comentario positivo-, la temporada fue accidentada, y las cosas no salieron como a mí me hubiesen gustado. Sin embargo, quiero seguir actuando.

¿Debería verlo al chico de 24 años que trabaja como cajero en un Carrefour? Tal vez alivie un poco la necesidad de sexo con la que ando.

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Soltar (dejar ir)

Estoy mejor. Fui a la dermatóloga. La parte de atrás está bien. Se ha ido la verruga. Ahora no contagio nada. Y me dio una orden urgente para sacarme lo del pie, el tumorsillo.

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Caerme cuando me impulsé hacia atrás en la silla, hoy en el grupo. Y luego, que si querer es poder, o no. El coordinador que busca confrontar. Que me notaba angustiado. Y yo, que la semana pasada estaba mucho más angustiado. Y él: “mucho más”, entonces que algo angustiado estoy. Y yo, que me sentía avergonzado por caerme. Y él, que no era vergüenza. Luego, algo sobre la terapia individual y la grupal. Y que si entendimos, y yo que más o menos, y entonces, su ponzoña: “me hubiese asombrado que lo entendieras”. Entonces dije no sé qué. Y él, que no me defienda.
Ahora me importa menos. Pero me pregunto si realmente me hace bien ese grupo, el de los lunes, o si ahora es simplemente un espacio que llena el vacío de la soledad.

Y luego, cuando nos íbamos, preguntó por otro compañero, le dije que creía que había ido el viernes anterior -después recordé que también se había conectado el martes siguiente-. “Ese fue otro que presioné y que no volvió más”, dijo. “Mentira, pero no te sientas presionado”, me dijo cuando yo salía. Le dije, ya sin fuerzas, agotado de todo eso que no supe manejar -o manejé cómo pude-: “No, todo bien”. Querer tener razón siempre, tal vez sea eso, un aprendizaje de humildad.

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Raira dice que el coordinador de los lunes es un imbécil. La decisión está tomada. Lo estuvo antes de charlarlo con Raira. Antes de comentarlo con Áspora también. No iré más los lunes. Una cosa es quedar pensativo o angustiado por lo que se habla durante el grupo y otra diferente, quedar en discordia con el terapeuta.

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Revuelto II (Paciencia)

Increíble cómo me cambió el ánimo solo porque el hombre aquel me haya escrito. Le respondí enseguida, para demostrarle que estoy interesado. Espero que la próxima semana se vaya la verruga, confío.

Que se esté dando todo tan fortuitamente lento, aunque por un lado me descompagina -no encuentro otra palabra-, supongo que me juega a favor, no buscarlo, quiero decir, tan desesperadamente. Porque, si no estuviera la verruga, ya yo hubiera avanzado. Ayer, de hecho, fui yo quien le dije de quedar para el próximo fin de semana o la semana entrante, porque quiero verlo, claro. El dijo que durante la semana también podría ser. Todo depende de si se va la verruga. Es bueno saber que le intereso. Y supongo -ahora- que es bueno también que se esté dando todo de manera tan lenta.

En la terapia individual, la terapeuta decía que es importante que el otro se gane el espacio (no sé si fue esa la palabra que usó). Y que si estoy buscando alguien para conformar una familia, entonces debo darme el tiempo de conocer al otro, y que el otro me conozca, para establecer un vínculo. Las cosas no pasan tan inmediatamente. Y eso, lo ligo con el proceso -concepto algo común, repetido (trillado), tal vez-, con bancar el proceso, quiero decir.

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Revuelto

Domingo. Angels in America. Las reflexiones que me genera el trauma que llevamos los homosexuales como colectivo.

Ficción, quisiera no escribir estas líneas y escribir más ficción. Ser más prolífico.

Para qué pensar en ellos. En los demás, en los otros.

Mejor así, mejor vivir en la fantasía, en la fantasía sana diría el coordinador aquel, el coordinador de grupo, el violento.

Exponer mis miserias ante tantas personas, tantos médicos, psicólogos, ahora una psiquiatra. Un tiempo de paz, un tiempo sin ellos. Espero pase pronto la verruga. ¿Y luego? Dedicarme a sanar, y estar en paz, un poco de paz.

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Entonces, obsesión. De nuevo. Ayer dijo que no. Unas ganas, una necesidad imperiosa (no encontré otra palabra) por ser amado. ¿Será acaso por eso que digo siempre, porque no obtuve el suficiente amor de chico, el amor de un varón? Y creer, sospechar, que no será una buena persona para mí.

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Un plomero (Argentina y soledad)

La asistente de la obra se fue, y aún sigo triste y un tanto ofendido. Entonces el otro día cambié la contraseña del correo de la obra, porque ya estoy enviando correos a las salas. No había nada confidencial en eso, pero tampoco quería que estuviese mirando. Sé que tiene acceso desde el celular. Después, me salí del grupo de Whatsapp. Le había dicho que me nombrara administrador. En mi concepción de cómo hacer las cosas, debía nombrarnos a nosotros administradores y salirse ella. Pero hacerlo de inmediato. ¿Cuánto tiempo debe uno esperar a la gente? Me descubro impaciente. Tampoco envió la transcripción de las didascalias, y otros apuntes, que le habíamos pedido que nos enviara.

En el medio de todo, no quiero ser el tipo irascible, el tipo que se ofende y muestra su rabia a los demás. Tampoco puedo dejar de ser fiel a lo que pienso y siento. Si se había comprometido con nosotros, ¿cómo es que suma tantas actividades y luego no tiene tiempo para trabajar en el proyecto? ¿Cuál es el significado de la palabra compromiso entonces? Y al mismo tiempo, me respondo a manera de pregunta: ¿no es acaso ella libre, al fin y al cabo, de hacer lo que quiera?

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No sé si escribirle al encargado por Whatsapp, esperaré a encontrarlo por ahí en el edificio. La otra semana habré cumplido un mes con el asunto roto, y el tipo yendo y viniendo. Pero si llamo a un plomero me cobrará más.

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Dependencia

La gente muestra sus vacaciones en Instagram.

Qué cansancio me produce buscar y buscar en las mismas redes una y otra vez.

Ahora llueve.

Son las diez de la noche. Quisiera emborracharme. Otra vez. Ya he tomado hace unas horas, a eso de las seis, cuando comí. Dicen que lloverá toda la noche. Quisiera hacer algo divertido.

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De mal humor porque se me terminó el cannabis. ¿Por qué no puedo ponerle un freno?

Tal vez el mal humor se deba a los talones de la mujer de arriba. A la soledad. A este no tener nada qué hacer, nadie con quién estar.

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Voy sumando libros a medias en la biblioteca. No los termino porque me aburren, porque me enredo en otra historia sin terminar la anterior.

Tomaría un whisky, si tuviera. Fumaría un cigarrillo. Cada vez tomo más alcohol.

¿Tiene que significar algo nuestro paso por esta vida? ¿Tenemos que destacarnos para así dejar una huella, y…? ¿Y qué? ¿Hay acaso una pretensión de alcanzar la infinitud? ¿Los demás, lectores, público y colegas le dan valor, avalan…

Quisiera emborracharme, tomar un whisky, drogarme. No debo. Debo permanecer en calma. En soledad y en calma. La soledad, esa gran compañera.

Engordo. No termina de gustarme lo que veo en el espejo. Debería hacer más ejercicio, lo sé. Mañana será un día intenso, debo tener energía. Lunes de verano. El trabajo, el ensayo, ganarme la vida, forjarme un porvenir.

El otro día el gerente venezolano y mi jefe (argentino) – ellos se conocen hace tiempo-, hablaban de una aplicación, entonces el gerente venezolano empezó a contar que Grindr ahora activó las videollamadas (las activó hace tiempo, señor), “para mostrarse las vergas”, dijo mi jefe, “la poronga llamada”, dice el gerente venezolano. ¿Es necesario que hagan esos chistes cuando hay personas con las que no tienen confianza? Quién sabe qué pase por sus cabezas.

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Despierto. Ya es tarde para el trabajo. Bebo agua con limón, preparo el café. Armo un porro.

¿Estaré ya pasando a un periodo de adicción?

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Karma III

Si pudiera decir que es fácil, pero no me siento tan bien como quisiera. Tal vez el ansiolítico y el ibuprofeno ayuden. No encuentro una canción que vaya con el momento. Estoy tan lleno, comí tanto. Me pregunto si el coordinador pudo notar que yo estaba drogado esta tarde en esa reunión inesperada. Quisiera salir, pero no sé a dónde. Comí tanto hoy. Ya lo dije. Quisiera escribir mejor. Alguna historia que me haga mejor.

Un poco de compañía, eso quiero, en soledad es más fácil volverse loco en medio de tantos pensamientos, aquí encerrado, en este lugar tan pequeño.

Qué poco poética me resulta ahora la vida. Quisiera salir un rato y beber. Sé que no debo. Ya tomé el ansiolítico. Estaré bien.

La vecina sacó el colchón a la terraza y está ahí durmiendo. Qué digo terraza, al pasillo destechado y minúsculo que conduce a una suerte de cuarto de labores del otro edificio. No cerré la ventana de la cocina, y abrí bien la de la sala, no puedo vivir sin luz, tengo que abrir las persianas. Ahora cocino. Ellos están por todos lados, los vecinos y vecinas. Salen de todas partes, ruidos por doquier. Solo quiero escapar.

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