Días extraños II

Lo de siempre, Buenos Aires y encontrarme con más de treinta trabajando en una oficina. Pago mi vida. Debo sentir orgullo por eso supongo. Ensayo esa obra. Dicen que uno debe invertir más en el proceso que en el resultado.

Veía ayer la película con Robbin Williams (creo que ya la he visto antes), y pensaba en cuán mal estoy como actor, cuán desentrenado, sobreactuado, exagerado. Estrenaremos en octubre, tengo tiempo.

Y mientras tanto…

El mientras tanto. Mientras, trabajar para ellos y encontrarme ahí hacinado con las víboras parlanchinas.

Quiero estar más callado, no Continue reading “Días extraños II”

Mi fuego

Ha sido una linda velada. Fuimos a cenar con Laitan y Luana, mi amiga ecuatoriana que está de visita en Buenos Aires. Hemos ido a Palermo Soho, a un restaurante mexicano que amo y al que no iba hace años.

Ese mundo, el de los pudientes. ¿Lo soy yo? Puedo pagar una cena de vez en cuando. No he rendido lo suficiente en mi trabajo este mes, o eso creo. Eso paga mi vida. Debo vender más. Mi prima en Australia cambió de trabajo porque dice que las ventas obedecen más a la suerte que al esfuerzo. A veces siento que le debo la vida a mi trabajo. Y no me gusta sentirme así.

Volveré a escribir lo mismo tantas veces como sea necesario hasta que se vaya diluyendo la obsesión, hasta que llegue una nueva. No. Que no llegue nada, quiero estar tranquilo.

He pasado por el bar del que me habló S. En Palermo Soho. Hace mucho no frecuentaba la zona. Hace mucho no era un burgués más sentado en un restaurante lleno de burgueses.

*

Sábado, 16hs. Seguramente me cambien de medicación. Es inaudito que duerma todo este tiempo. Tengo miedo. Ha sido la gota que rebosó la copa. Dormí 16 horas. Y aún tengo sueño, pero debo ir al lavadero. Quería hacer algunas compras, pero ya es tarde y no tengo energía. Debo comer. Y esperar un par de horas después de comer para tomar la medicación de nuevo. Continue reading “Mi fuego”

Ojalá volvieses, P (idealización eterna de un macho)

Paul Cadmus Tutt'Art@

Domingo. He tomado un cuarto de pastilla para dormir. No era esto lo que pensaba escribir. Pensaba iniciar al grito feliz de: ¡aleluya, habemus director! Hemos conseguido director para el proyecto teatral con Dante y Raira. Por fin. Ha sido una ardua búsqueda. Despierto aletargado. Son más de las dos de la tarde. Y seguiría durmiendo, porque me canso demasiado durante la semana. Ayer he ido a yoga, luego el ensayo. Y seguiría durmiendo si no fuese porque ensayo también con los chicos del lugar donde me formé: al parecer armaremos un espectáculo. El proceso de creación grupal es complejo. Pero es la única manera que he conseguido de hacer teatro, de mantener vivo el fuego de la creación.

*

Sigo resentido, me doy cuenta, con mi casera anterior. Aunque los días de furia han pasado, me encuentro a veces diciéndole cosas que no le dije: chanta, ventajera, aprovechada, usurera, vivaracha, chorra, ladrona. Eso quisiera decirle. Ya ahora no. Debo dejarlo ir.

He descansado. Es lunes y he descansado.

He rabiado en medio del insomio. Aunque levemente. Después soñé con Adela, quien, dicho sea de paso, me escribió hace unos días. Contra ella un poco rabié también. Desaparecí. Imagino a esa parte de mis amigos en Bogotá diciendo que desaparecí, que no volví más. Soñé con ella, con su hija grosera y con su marido. No olvido los desplantes, se me han quedado en el fondo de la conciencia y no logro perdonar.

*

Hace mucho no miraba noticias. No me había enterado del resultado de la primera vuelta en Brasil, por ejemplo. No veo noticias porque me hace perder la fe en la humanidad, o recordar que la he perdido, me entristece, me llena de ira, de impotencia, y los cínicos intentan hacerte sentir culpable de un sistema que viene podrido, intentan que me sienta mal por no hacer esto o lo otro, por no poner un granito de arena y luchar y pelear. Mi visión no es optimista. A veces, lleno de furia, digo que debemos extinguirnos, que somos un cáncer, los seres humanos, por mucha belleza, por mucha compasión, siento como si la batalla la estuviese ganando Continue reading “Ojalá volvieses, P (idealización eterna de un macho)”

Es el destino de Furias (lo que en sus caras persiste)

Han sido días de llanto, aunque me dé vergüenza decirlo. No quiero con esto sonar débil, a víctima. Leí que quienes lloran, en realidad, somos más fuertes, porque llorar ayuda a un mejor manejo, a una mejor conciencia de las emociones.

Ojalá venga una época más tranquila, ojalá llegue una época de mayor tranquilidad, sí, el tema del internet me robó demasiada energía durante las últimas semanas, y detonó el martes en la noche con una discusión álgida, pesada, que me ha mantenido dolido, repitiendo la misma escena una y otra vez en mi cabeza, aunque no quiera, aunque quiera pasar la página.

Empecé a ensayar la obra. El proyecto sigue en pie. No es mi ocupación de tiempo completo. El otro viernes iré a un casting. Voy al proyecto de investigación en el lugar donde me formé. Así, tal vez, si lo enumero, puedo sentir que soy un actor, que soy un artista. El taller de escritura sigue en pie. Y todos los días, aunque sea poco, escribo. Escribo, sí. Me han publicado un cuento. No quiero llegar a la idea de la frustración. No quiero.

*

Domingo. Un poco más tranquilo todo. Anoche me he sentado a comer una pizza en uno de esos restaurantitos económicos. Ya se nota que la masa no es como la de antes. Han de estar ahorrando. Puedo notar la pobreza. Aunque lo haya escrito antes. Noto las diferencias entre las diferentes líneas de subtes, los estratos sociales, la inmigración pobre, la clase media argentina.

Quería, en realidad, anoche, hervir brócoli y zanahoria. Un poco de calabaza también. Y comer con el pollo que me he traído del trabajo. Pero no quería compartir el espacio con Melania. Así que, a pesar del frío, decidí salir. Pizza y vino.

Después, cuando volví, Melania cocinaba unas milanesas en el horno: Continue reading “Es el destino de Furias (lo que en sus caras persiste)”

Final de mayo, principios de junio

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El caniche rasga la puerta de la cocina durante las noches, cuando Melania, mi casera, lo encierra ahí a pedido mío, así puedo dormir. Anoche ha rasgado con vehemencia, y me ha despertado, me ha angustiado por momentos. Pero si se queda afuera, al menor ruido, y cada tanto tiempo, lanza un ladrido, y me despierta, en la mitad de la madrugada. Antes no rasgaba tanto la pared. Al parecer, en lugar de acostumbrarse, el perro hace mayores esfuerzos por salir. Ya no sé qué será peor. Creo que sus ladridos son peor, desde luego. Tengo la esperanza de que se acostumbre. Es un faldero insoportable. Aunque lo quiero, sí, me he encariñado.

Más de lo mismo. El cansancio del lunes en la mañana, como si no hubiesen pasado tres días sin ir a trabajar. Me arreglo, los mocasines, los mocasines de siempre, la lluvia que amenaza con mojarlos, y si eso sucede, ¿entonces qué usaré mañana? Y así. Paranoias cotidianas. Y el reloj que me apura. O yo que me apuro solo, porque sé que ya voy un poco tarde. Y el subte, repleto. Y así la vida, la vida de lunes a viernes en la ciudad. Salgo.

*

¿Sobre qué voy a escribir, sino sobre todo esto que tanto me agobia? ¿Cómo avocarlo a la ficción? Me consuelo diciendo que la obra de teatro marcha. A su ritmo, pero marcha. He escrito una obra, y actuaré en ella. Aunque todo duela, por lo menos me reconforto en el arte, en la posibilidad de hacerlo.

Y si algo marca mi vida, como lo escribía el otro día, no es sólo el perro, si no la convivencia en sí con esta mujer y, claro, con su perro.

¿Está mal esperar siempre una recompensa, estar esperanzado en que haya un triunfo, una alegría al final?

*

La tibieza, la falta de energía, de alegría, de carisma. Eso, la falta de carisma, la inseguridad disfrazada o convertida en descortesía. Eso observo en algunas gentes. O tal vez sean mis paranoias, mis mil y Continue reading “Final de mayo, principios de junio”

Algunos quieren abusar de ti (algunos quieren que abusen de ellos)

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Despierto y la mente empieza a funcionar enseguida. Ha empezado el frío. Reniego todavía por haber tenido que pagar la deuda con la empresa de medicina.

¿Por qué tan alterado, tan enojado?

Pronto llegará Melania. Y no es ella ni su novio roquero y gritón los que me preocupan. Si no el caniche que me hace pensar seriamente en mudarme. Pero buscar, el trámite, y acostumbrarme a otro ser humano…

El dólar que sube sin parar… Es esto lo que me tiene de mal humor: que no puedo empezar a ahorrar desde ya. Recién en julio o agosto podré hacerlo, podré empezar a guardar algunos centavos. No hay apuro. Intento consolarme diciéndome que no hay apuro, que no importa, que todo va a estar bien.

Quiero comprar ropa, zapatos, y no tener que soportar a esta mujer, que llegará mañana.

Y la gente en la oficina, los días ahí, la cotidianidad que se me hace pesada. El regodeo de los demás en su felicidad. La gorda, en la oficina. Creo que la envidio. Aunque sé que no debo, no debo envidiar a nadie.

Y la ropa para el gimnasio, para ir a correr. Continue reading “Algunos quieren abusar de ti (algunos quieren que abusen de ellos)”

Flemas y sueños de gloria II

Siento que la relación con mi jefa mejora, que ella mejora su actitud hacia mí, ¿tiene esto que ver con mi desempeño, con que ha descubierto que he sido una buena elección? ¿O, como han pasado ya dos meses, entonces ella considera que está bien aceptarme, aceptarme un poco más? ¿O es mi percepción errada, y no se comporta diferente, soy yo quien me adapto a su forma de ser? Imagino tantas cosas: imagino que han hablado, ella y la jefa del área, me han evaluado y han dicho: es bueno, el chico nuevo es bueno.

Al final, con el paso de los días, vuelvo a verlas como chicas inmaduras. A ella, a la jefa del área y a la otra pobre infeliz que trabaja cerca de nosotros. Tal vez en un tiempo me arrepienta de escribir esto. Pero sus miserias me hieren. Tal vez hacen que vea las mías más de cerca. Tal vez exagere y esté depositando mi frustración en esa mierda que veo de ellas.

Los demonios. Es más fácil ver la paja en el ojo ajeno. Veo tanta podredumbre, tanta miseria en el ser humano. Continue reading “Flemas y sueños de gloria II”

Esa realidad (el artista y la oficina) (o ¡Ma qué derecho de piso, gorda conchuda!)

Agradezco, sí. Pero me opongo, también. Puedo percibirlo. Eso pensaba durante la meditación, lo de oponerse. “Gente mierda” es el término que se me viene a la mente mientras dormito (porque no he podido dormir bien). Pero después me siento culpable (culpable por todo), porque estoy juzgando, desconozco su entorno, y si no me saludan bien, si no me reciben bien, si no son abiertos o si no tienen esta amabilidad sincera de la que tanto alardeo, entones los juzgo. Pero ser mierda es más que eso, pienso después. Sigo juzgando.

La directora de un área de la organización donde trabajo, que no me saluda tan bien, que no me tiene en cuenta, y ayer, se iba a dar vuelta cuando yo llegaba al lobby del hotel ese donde ocurre un gran evento de mi trabajo, y se arrepintió, y luego, rápidamente, volvió a darse vuelta, y dijo “hola”: por un segundo contempló la idea de no responder, de ignorarme. Esa gente que ignora. ¿Por qué lo harán? ¿Inseguridad, necesidad de poder, ego? O la chica a la que le he respondido con animosidad, porque suele no hablar bien, y a mí se me colma la paciencia rápido, y después ha quedado la relación incómoda, porque soy de amores y odios, Continue reading “Esa realidad (el artista y la oficina) (o ¡Ma qué derecho de piso, gorda conchuda!)”

Escribime, mendocino (o Amores de barra, neurosis de niño)

El dolor de todo el desamor antes vivido, ¿de todo el desamor del mudo? Exagero, eso fue otras veces, ahora no. El dolor de la neurosis: yo, el desafortunado. Y él, el chico joven, cuyo teléfono he borrado ya de mi agenda en el celular; él, feliz, y no quiere verme. Un malentendido producto de mi inmadurez. Y, entonces, cuando ceno en la cocina, y entran mi casera Melania y su novio Pirado, entonces me dan ganas de llorar, porque estoy incómodo (aunque exagere), porque no me siento a gusto con esta vida, en este momento, con esta parte, porque no estoy en paz, y mis pensamientos (no debo creerles) me dicen que él, el chico mendocino con el que estuve hace un par de días, está tranquilo, feliz, contento, fuerte, y yo, yo vulnerable, incómodo. Así él tenga menos privilegios, qué tiene que ver, así yo viva supuestamente mejor, la fortaleza y el bienestar son cosas internas. Y él me ha rechazado, porque le he dicho que quería verlo ayer u hoy, pero he generado un malentendido, y no he sabido Continue reading “Escribime, mendocino (o Amores de barra, neurosis de niño)”

Largo de días non-sanctos (o Yo: el misántropo convive)

42ffcdcd73567651337640bbb41b9de9Más de lo mismo, más de mis odios momentáneos, las situaciones en las que me siento preso, más de la mente divagando entre los mismos temas: el trabajo, las no ventas, y el novio de mi casera que vive acá, y los dos que ponen música, y el bendito perro que ladra cada vez más fuerte, y yo desesperado, encerrado en mi habitación, viendo cómo decirle a ella que tenga cuidado con la música, buscando la oportunidad, el momento perfecto, la forma adecuada.

*

Tres días para el feriado. Anoche Melania y Pirado me han dicho que él sigue sin agua. Hace un par de semanas se le explotó la bomba del agua. Algo así. Ya lo sabía. Y, de hecho, sospechaba que esa podía ser la razón de tantos días de él acá, en casa. Pero no sospechaba tanto: ¿¡dos semanas sin agua!? Dice que tiene, sí, que algo tiene pero que no como para bañarse o usar a gusto.

Y ahora, otra vez: la oficina, la gente, lo de siempre. Mañana cumpliré un mes ahí. Debo llevar comida, “facturas” que llaman acá. Eso hace la gente allí, lleva cosas por una razón o la otra. O sin razón. Como el director de la organización, el otro día. Y yo preciso agarré dos, dos facturas (y no una, como debía), y el director entraba, y me vio llevándome dos, Continue reading “Largo de días non-sanctos (o Yo: el misántropo convive)”