Alguien dijo Poesía

8b83c672-74cb-47bb-b11b-8a2caa5099dd-medium

Que lo de afuera es un reflejo de lo de adentro. Entonces esta suciedad, este desorden constante, que me tiene tan fastidiado, ¿cuándo terminará? ¿Cuándo terminará la gira y empezará la calma? Esta semana algo adelantaré. Esta semana tal vez terminen de pintar, así no tengo que recibir al trabajador todas las mañanas, y limpiar al llegar.

Cómo salir de la idea de lo poco, de lo pobre. El chiste ayer del profesor del taller de escritura durante la cena. “Ahí empieza el sur”, dijo. “Pero él es colombiano, está más allá del bien y del mal”, dijo otra. Reían. Chistes, todos hechos con cariño. Pero para mí no es fácil. La misma sensación de siempre: antes, al ser mantenido, tenía acceso a otras cosas. Ahora lo pago todo yo, toda mi vida la costeo yo. Y me gustaría encontrar más regocijo en eso, me gustaría no quejarme, no angustiarme tanto, encontrar un tiempo de paz, de tranquilidad.

*

Le he escrito un mensaje a Raira. Cuando salgo a la calle, pienso en escribir, en redactar, pienso que todo es literatura, es narrable. Mis agitaciones, como en una turbulencia, en una crisis constante, como si estuviese creciendo sin quererlo, ahora soy un hombre, eso soy, un hombre.

*

Oye, ¿sabes lo que siento? Lo siento

He dicho lo siento.

*

Poesía, ¿alguien dijo poesía? Alguien dijo Mc Donalds. Barato.

*

La gente no sabe que yo escribo, que entre el teclado y yo hay una relación viciosa. Que no me conviene parar de hacerlo. Escribir, siempre escribir.

*

Cuánta agitación, por Dios. Por momentos, por temporadas. Hoy, ya es usual, algo de mal humor me persigue a causa del dolorcito de cabeza y de haberme despertado a la mitad de la madrugada. Insomnio. He dejado una ventana abierta, y el ruido de los autos, de los colectivos me ha incendiado el sueño. Debo despertar temprano a escribir. Además, los lunes debo afeitarme.

*

No quiero ser el hombre violento, el hombre enojado. Cuánta agitación. En una semana me peleé con varias personas, cargaba bronca, violencia desmedida. El asunto de los arreglos del departamento me da la sensación de una mudanza eterna y entro en cólera.

El sábado, durante la cena con los compañeros del taller de escritura, he sentido una tristeza enorme, después de ver la obra de teatro, y de pensar que yo mismo había estropeado la posibilidad de ser un creador, por mi bronca, mi rabia incontrolable.

En el trabajo, al director de área, lo espeté (si es que se usa aún este verbo): “¿vos me escuchaste que te dije ‘buen día’?”. Y días antes a otra, a una compañera, le he dicho con mucho enojo: “no te metas, si no es para sumar, no te metas”.

*

Miro a los hombres, a muchos, en la calle, desde el lugar sexual, intentando identificar  sus conductas, deseándolos, o deseando partes de sus cuerpos, imaginando a cuál me gustaría tener abrazado, a cuál podría penetrar, con cuál podría dormir, y al despertar que quiera lamer mi sexo, despertarme con la caricia de su boca en mi sexo.

*

No dormí bien anoche a causa de la gota que cae del aire del vecino de arriba. Debo ir a decirle que lo arregle. Además de que me he acostado tarde, anoche, otra vez, igual que el domingo, desperté a las 4 de la mañana. Es martes y estoy ya tan cansado. Si me pongo a enumerar las pequeñas frustraciones, llego al malhumor. No es la idea. Pronto terminarán de pintar. O eso espero. Dos semanas para este espacio tan reducido… Tal vez más, tal vez unos días más. Pero ya le está cambiando la cara, ya me siento más cómodo.

Triste, cansado. Aunque haya dormido diez horas. Ha sido una pérdida, terminar, no hacer más ese proyecto ha sido una pérdida. Tenía muchas ilusiones puestas ahí. Aún me queda la esperanza.

*

Lo estropeé. Venía en camino y lo estropeé. Lo eché a perder por mi ira, por mi bronca, por mi desespero, por mi apuro en que las cosas sean de la manera en que yo quiero. ¿Autoboicot?

Empiezo el día con pensamientos de frustración. Ya falta poco, me doy ánimo. Ya falta poco. Ya tengo un lugar para mí solo, ya encontraré cierta calma. Desespero. Y es cuestión de paciencia. Dos semanas ya, recibiendo al pintor todos los días en la mañana. Sólo pensarlo me causa malestar. Ayer volvió la gorda de sus vacaciones. Se ha tomado el viernes y el sábado. Hemos tenido una reunión. Por un lado, pienso en cambiar de trabajo. Por el otro, aunque sienta culpa, debo escribir el desprecio que me producen las víboras. Ya llegará, quiero creer, el tiempo en que pueda alejarme de los humanos, aislarme un poco. Por víboras me refiero a mis jefas. Al mundillo organizacional y las jerarquías. Atados a sus egos. Puedo verlo. Verlas. Y no quiero dejarme contagiar por su melaza venenosa. Porque termino entonces como la semana pasada, frustrado e iracundo.

Y me frustra también no tener el tiempo suficiente para crear, para escribir. Y la gorda vigilando, ostentando su autoridad; y yo, inconforme. Ostentando ella sus talentos y su vida aparentemente resuelta, feliz, llena de aventuras. ¿La envidio? Siempre necesitando decir sus logros, sus habilidades, siempre profiriendo frases contra el mundo.

Sigo enojado. No sé cómo dejarlo ser, ‘let it be’, cómo dejar que las cosas se tomen el tiempo que deben tomarse, cómo no apurarme y desear todo ya. Y con esta ira, con esta frustración, no puedo escribir historias. Pareciera como si sólo pudiera escribir sobre lo que me pasa. Y al no poder escribir, adelantar mis cuentos, entonces me frustro y me agarra más ira, más bronca.

 

Author: Anónimo Temporal

Empezaré por un diario de mi propósito de recuperarme del abuso a ciertas sustancias y al sexo. Contaré historias sobre mi vida. Si toda narrativa es ficción, esta es, entonces, la ficción de mis días, la ficción de mi vida.

10 thoughts on “Alguien dijo Poesía”

Leave a comment