Mi violencia

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¿A dónde ir? ¿Qué voy a hacer? ¿A qué me voy a dedicar? En noviembre cumpliré dos años ininterrumpidos viviendo en este país (de nuevo), requisito fundamental para pedir la ciudadanía, que a su vez tarda un año o un año y medio. Y entonces, me hago la pregunta: ¿vale la pena? ¿estaré aquí dos años más? O mejor, ¿decido estar aquí dos años más? Qué va a ser de mí. O qué voy a hacer yo con mis decisiones. ¿A dónde irme y qué hacer en ese país? ¿En qué ciudad? ¿Y cuándo emprender una nueva migración?

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Ganas de viajar, salir un poco. Y al mismo tiempo, no quiero gastar, quiero ahorrar todo para irme después a Londres y estudiar en Rada, así sea un par de semanas. Amanezco deseando.

 

Que yo soy eso, un actor. No estoy hecho para pasar las horas en una oficina. Pero debo hacerlo por ahora para pagar mi vida. Es temporal.

Le respondí a papá.

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En el teatro, las actrices recibían al público, unas que hacían de putas, vinieron hacia mí, de tan apurado porque llegaba tarde, no pude controlar mi intensidad y fui… cómo decirlo… O tal vez no. Ellas se lo buscan por ser tan avasallantes con el público. A la que me empujó contra la pared, en un acto reflejo la empujé en defensa, para que me soltara: no me gusta que me toquen. Entiendo que es un tipo de teatro disruptivo, pero vamos, respetemos el espacio de los cuerpos, y si no, supongo que deben atenerse a reacciones como la mía. Continue reading “Mi violencia”

Semana en la oficina (desprecio)

Lunes. Noche de insomnio. Varias horas dando vueltas en la cama. Quiero rendir en el trabajo. No quiero ser el tipo iracundo, irascible de las últimas semanas. Quiero estar más tranquilo y, sobre todo, más callado. Trabajar sin problemas, no responder mal. Es complicado, porque me hago estos propósitos, pero después el ambiente mismo me fastidia, el reguetón de mi jefa, las preguntas de la señora compañera, amorosa, pero que a veces me fastidia, la alegría de la muchacha a quien considero más afortunada que yo.

Me molesta ser inmigrante. Tengo planes de pedir la ciudadanía argentina, y tener nacionalidad de este país también.

Me gusta cuando sueño que vuelo.

Será una semana larga. Seis días de actividad continua.

Invertir en el proceso y no en el resultado, disfrutar el proceso. Quiero estar liviano, mantenerme tranquilo. Escuché en estos días varias cosas que me han hecho bajar un poco la velocidad. El descanso ayudó.

Me agarró también cierta culpa pensando en lo enojado que he estado en el trabajo.

Tengo miedo al invierno.

Un paso a la vez.

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No debo delirar al chico fresa de finanzas. Chico cheto. Cuando me sube el ánimo entonces adquiero la forma de un personajillo loco que Continue reading “Semana en la oficina (desprecio)”

Estallido II (¡Ha sucedido, estoy de vacaciones!)

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Viernes. Por fin. A las 12 termina mi jornada hoy. Iré a comprar unas cosas y a por la llave del teatro, para la reunión del domingo con el prospecto de director. Con el director anterior, el que nos ayudó durante un par de meses el año pasado, no llegamos a buen puerto. Quiso cobrarnos.

 

Ahora estoy mejor. En esta etapa, quiero decir. Hoy nos han dicho que nos aumentarán el sueldo. Creo que cenaré arroz chino nuevamente. Solo por hacer algo. Ha terminado bien la semana. Creo que me va bien en el trabajo. El domingo nos reuniremos con el director que podría dirigir nuestro proyecto. Quiere cambiar algunas cosas, así que habrá que negociar.

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Ahora el sexo no es lo mismo que antes. La necesidad cambia. Ha cambiado, puedo percibirlo ahora, con el paso del tiempo. Y por un lado, una parte de mí extraña ese momento en que el goce era más sencillo, o de más fácil obtención. Sin saberlo. Más joven, más bello. Otra vida. Siempre atormentado, por una razón y por la otra. Hoy pensaba en mi ex. Debería escribir ficción en vez de estas líneas. Siempre digo lo mismo. ¿Tomaré en algún momento la decisión de no repetirme? No tendrían propósito pues estos cuadernos virtuales si no desahogo el cúmulo de pensamientos, sensaciones, sentimientos que me estallan por dentro, me hacen estallar. Continue reading “Estallido II (¡Ha sucedido, estoy de vacaciones!)”

Estallido I

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No puedo sacarme de la nariz el olor que percibí en los genitales del hombrecillo del sábado. Ya conocía al hombre. Musculoso arriba, no así sus piernas, por lo que se ven diminutas comparadas con su torso abultado. Y yo de puro caliente, lo he buscado en la mañana, y en la noche cuando me ha escrito, le he dicho que sí, que viniera a casa, y ya cuando lo vi abajo, cuando entró al departamento sabía que no disfrutaría. El tipo ni siquiera consiguió una erección completa.

Lunes. Trabajar. La primera de dos semanas antes de las vacaciones, de despedirme de la cerda por un largo periodo. No está bien contar los días.

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He soñado cosas, algo de un restaurante, gente tocando al piano en el lugar de enfrente, algo erótico con uno de los pianistas, algo con el venezolano del trabajo, que no aparecía en el sueño, pero que trabajaba en el restaurant.

Anoche planché, vi videos de motivación, logré sacarme de encima el rastro del veneno de algunas  ahí dentro en la oficina, de la infelicidad humana, tan normalizada.

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Después de hablar por teléfono con mamá, de que me dijera que estaba viendo novelas, y me nombrara a un par, entré a las páginas de los canales colombianos y me he preguntado cómo fue posible imaginarme en medio de esa basura, cuán desesperado estaba por actuar, cuán entristecido en la boletería esa en la que trabajaba en Buenos Aires, en aquel 2015. En fin, no viviré en el pasado, pero vaya si fue significativo ese paso por la Inmunda (Bogotá). Continue reading “Estallido I”

En mi piel

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No hacerme daño con el veneno, con el rencor que le guardo ya a la cerda de mi jefa, eso pienso. No encuentro el adjetivo correcto. O sí, pero prefiero no usarlo, no me gusta. Dos semanas, me consuelo diciéndome que si aguanté casi un año, debo ser paciente sólo dos semanas más. Saldré de vacaciones y luego, al regresar, la gorda cerda no estará, y se irá con ella el maltrato constante al que me veo sometido por su soberbia de niña insolente. Temo que su remplazo sea peor. Aunque la nueva llegará a un equipo ya armado. Y temo que al regresar esta serpiente con la que ahora debo convivir vuelva con el veneno reforzado. Pero no debo pensar en eso. Serán días de paz. Serán meses enteros sin su presencia. Odiar. No quiero odiar más, no quiero pensar más en esa oficina cuando estoy afuera de ella, quiero salir de ahí y olvidarme de que existen, que no se me cuele un sentimiento, una sensación que venga de ese mundo ahí. Sobre todo ella. Cómo es posible detestar tanto en secreto. En secreto es un decir, claro, porque siempre me desahogo aquí y allá. Laitan, el amigo Laitan es quien se encarga de reconfortarme en esos momentos en los que quedo prendido fuego por alguna de las actitudes de la conchuda de mierda.

Hay mujeres dulces, mujeres buenas, mujeres amables. Es una cuestión de energía. Pero las hay bichas, conchudas, pesadas. Cada vez conozco mejor la sensación de despreciar. A varias en la oficina las desprecio. Continue reading “En mi piel”

La agitación cotidiana (más de)

El sujeto de arriba sigue haciendo esos ruidos. Sospecho que tiene una cama closet o un sofá cama, y lo que suena en la noche es el golpe en el piso cuando la abre. Ha parado con los pasos fuertes. Esta madrugada le envié un mensaje, le puse: “¿cómo más tengo que decírtelo? ¿Será necesario ir a la justicia?

El asunto impacta en la calidad de mi sueño. Aunque el fin de semana he dormido bien. Ayer, sábado en la madrugada hizo un escándalo otra vez. Le golpeé el techo con la escoba. Paró un poco en ese momento, pero retomó al rato. Como ya era de día, no tenía manera de reclamarle. En la noche siguió, aplaudí fuerte y le grite: ¡basta! A las 4 de la mañana ha vuelto a hacer uno de sus ruidos y me ha despertado. Le he enviado un mensaje de texto.

Lunes. Debo ir a trabajar.

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Sucesos. Ya narraré más detenidamente. En el banco me han dicho que no puedo abrir la cuenta en dólares porque estoy reportado por la deuda de hace años, cuando me fui a la Inmunda (Bogotá) y me ofrecieron preciso una tarjeta de crédito, y por más que pensé que la pagaría, entonces pasó todo lo que pasó, que nunca pude hacer dinero, y nunca pagué los gastos de esa tarjeta. Continue reading “La agitación cotidiana (más de)”

Tormentos (los demás)

Cuanto desprecio me generan los miserables desgraciados que se dan el lujo de ningunear, las jerarquías en la oficina, los privilegios, el mundo heteronormado, la estupidez. Pero debo aguantar, resistir, sólo porque obtengo dinero para vivir, porque necesito comer, vivir. Pero yo soy un artista, y quiero ser, seré reconocido como tal. Me he despertado odiando a ese mundo normal y feliz, la insolencia de la ignorancia con apenas una ínfima cantidad de poder. Me dan ira. Algo de pena también.

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¿Qué haré para vivir? ¿Cuáles son las opciones para no vivir en un mundo de oficina constantemente?

No sé de dónde viene este dolor. ¿Es todo por la terapia de ayer? La intensidad de lo que percibo en el trabajo. El director al que convocamos que dice ahora que no va a tener tiempo suficiente. Me desespero, dolor, un fastidio que no logro apaciguar. Le hablo al linyera ese con el que quiero tener relaciones desde hace un tiempo, pero no me da pelota, le digo de tomar merca, pero responde cada tanto, se le nota el desgano, dice que me puede conseguir. Son las seis de la tarde, no sé qué hacer. Es viernes. Tampoco es que me sobre el dinero. Luego el chico me dice que sí, que nos veamos, que va a estar con una amiga en un bar. Continue reading “Tormentos (los demás)”

Siempre, siempre trabajar

Tres días, esta semana sólo iré tres días a la oficina. Es lunes. Desde que despierto, cuando suena el despertador, las palabras vienen a mí, y anhelo enseguida llegar a la computadora y escribir.

He vuelto a la búsqueda intensa en las redes, hombres desnudos en los perfiles de esas páginas asquerosas. Pornografía. Soledad. Al final sólo quiero uno con quien verme seguido, algo sencillo, alguien con el que haya gusto recíproco. La famosa buena onda. No pido más por ahora. Lo digo y lo dudo.

Ya llega el verano, llega diciembre, la heladera, que modificará mis hábitos.

 

Contar el dinero, pensar que la última semana de diciembre debo tener lo suficiente para pasar unos días tranquilos. Quisiera comprar hierba, pero no sé si es un gasto que pueda hacer. Me encerraré, saldré tal vez a caminar. Continue reading “Siempre, siempre trabajar”

En el diario, primavera

Entre el deseo de tranquilidad y las broncas de siempre, las broncas cotidianas. Ya no quiero vivir así, amargado, miserable. Que la vida es muy corta para ser miserable. Eso leí ayer. ¿Soy miserable yo en esa oficina, soportando los cambios de ánimo de la gorda de mierda?

Que sea una semana de menos iras, de menos malestar. Dejar de lado los enquistes (uso mucho esa palabra, enquistes).

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El tic en el párpado del ojo izquierdo no me deja tranquilo. Despierto de mal humor. He sufrido insomnio anoche. Voy a enviar un cuento al taller sólo por enviarlo, sólo porque sí. Mi cuerpo aún no adquiere mejor forma, sigo bebiendo vino en las noches, sigo gordo. Y las amistades y los proyectos, todo me enoja, broncas aquí y allá.

Le he dicho a mamá que tomaré una semana de vacaciones en febrero, y me sugiere que hubiese esperado, dice que quiere venir. Con qué dinero. Si ahorro será para viajar yo a Europa.

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Un poco más tranquilo. Aunque los párpados sigan moviéndose en momentos de estrés. O eso digo yo, que son momentos de estrés. Dejaré la cafeína. Tal vez sea sólo por hoy. Mañana en el desayuno de trabajo tal vez tome café. No debo.

He llevado un cuento al taller. Le han corregido aspectos formales. Algunos compañeros me han felicitado.

En la cama, el deseo. Ahora un poco empiezo a obsesionarme con uno. Por ahora es enamoramiento. Sólo lo había visto en la calle, cuando caminaba yo del subte a la oficina. Ayer me lo crucé en el tren mismo. Lo miré a los ojos. Sólo un segundo. No quise ser evidente. El me vio, estoy seguro. No pasó nada. Cruzó el molinete de la salida atrás de mí. Me vio. Siempre viste ropa oscura. Un sweater un tanto raído en las mangas. Cara fuerte, piel blanca, pose de varón, alto, barba de tres días, aspecto limpio, arete en la oreja izquierda.

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Ayer la gorda (mi jefa) le ha dicho “inútil” a una compañera. Se lo ha dicho y no ha pasado nada, la cosa ha seguido como si nada. Le decía algo de los correos electrónicos y soltó: “no sabés cómo responder a todos, ¡qué inútil!”. Continue reading “En el diario, primavera”

Ojalá volvieses, P (idealización eterna de un macho)

Paul Cadmus Tutt'Art@

Domingo. He tomado un cuarto de pastilla para dormir. No era esto lo que pensaba escribir. Pensaba iniciar al grito feliz de: ¡aleluya, habemus director! Hemos conseguido director para el proyecto teatral con Dante y Raira. Por fin. Ha sido una ardua búsqueda. Despierto aletargado. Son más de las dos de la tarde. Y seguiría durmiendo, porque me canso demasiado durante la semana. Ayer he ido a yoga, luego el ensayo. Y seguiría durmiendo si no fuese porque ensayo también con los chicos del lugar donde me formé: al parecer armaremos un espectáculo. El proceso de creación grupal es complejo. Pero es la única manera que he conseguido de hacer teatro, de mantener vivo el fuego de la creación.

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Sigo resentido, me doy cuenta, con mi casera anterior. Aunque los días de furia han pasado, me encuentro a veces diciéndole cosas que no le dije: chanta, ventajera, aprovechada, usurera, vivaracha, chorra, ladrona. Eso quisiera decirle. Ya ahora no. Debo dejarlo ir.

He descansado. Es lunes y he descansado.

He rabiado en medio del insomio. Aunque levemente. Después soñé con Adela, quien, dicho sea de paso, me escribió hace unos días. Contra ella un poco rabié también. Desaparecí. Imagino a esa parte de mis amigos en Bogotá diciendo que desaparecí, que no volví más. Soñé con ella, con su hija grosera y con su marido. No olvido los desplantes, se me han quedado en el fondo de la conciencia y no logro perdonar.

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Hace mucho no miraba noticias. No me había enterado del resultado de la primera vuelta en Brasil, por ejemplo. No veo noticias porque me hace perder la fe en la humanidad, o recordar que la he perdido, me entristece, me llena de ira, de impotencia, y los cínicos intentan hacerte sentir culpable de un sistema que viene podrido, intentan que me sienta mal por no hacer esto o lo otro, por no poner un granito de arena y luchar y pelear. Mi visión no es optimista. A veces, lleno de furia, digo que debemos extinguirnos, que somos un cáncer, los seres humanos, por mucha belleza, por mucha compasión, siento como si la batalla la estuviese ganando Continue reading “Ojalá volvieses, P (idealización eterna de un macho)”