Más (explota)

El internet, el trabajo, la obra, pequeñas obsesiones cotidianas, que ahora se disparan con la marihuana. He planchado la ropa, he descansado. He comprado vegetales para la cena, una rica cena, y me quedaré en casa, descansando, preparándome para una semana con un feriado en el medio, descansaré. ¿Buscar otro lugar para vivir?

Me roba energía, eso siento. Vivir con esta mujer y escuchar constantemente a su novio, me roban energía, el perro, es gente con la que tengo que interactuar, es el precio que pago. Igual, haciendo cuentas, tampoco tengo el dinero para mudarme solo: estuve viendo opciones hoy, opciones de departamentos temporarios. Si me mudo, sospecho que ha de ser a una habitación, como ahora. Tal vez encuentre algo. Tal vez pueda hacer algo para ganar más dinero. Eso. Ganar más dinero. ¿Cómo?

No puedo vivir enojado, frustrado a causa de la imposibilidad de ver películas o series en el ordenador, porque no recibo un buen internet. Y eso hace que se disparen mil cosas, que debo analizar, que escribiré seguro para sacármelas y poder tomar una decisión. El perro, el novio, y ahora el internet.

*

Y el chico que se comía las uñas en el subte hoy. Lo fiché. Y dije: quiero quedarme cerca de él. Fui hacia él, lo miré desde atrás siempre, mientras esperábamos en la plataforma repleta de gente. Y la chica de al lado que me hablaba, “ya se empieza a sentir el paro nacional”, “cuando no te explican por qué está demorado el subte, es porque es medida gremial”, y yo viendo al chico de lunar blanco en su barba, en su mejilla, o abajo más bien, a la altura de su mandíbula, y sus ojos bien azules desesperados, comiéndose las uñas el pibe, bien chabón. Y la gente que entraba, y me acomodo, y él cerca, siempre de espaldas, así que lo miro, lo miré de a ratos, el chico macho, de ojos azules, o tal vez grises, ojos esquivos.

Un dolor me llega, el dolor de qué, no puedo dejar llevarme por la marihuana, por la mente, es el dolor de un invierno que apenas empieza. Puedo procurarme una estufa. Aunque quién sabe si esta mujer me cobrará de más cuando llegue el recibo de la luz.

No debo evitar tampoco las ganas de llorar. Será soledad, me digo también, será soledad. A veces me siento tan abandonado, tan solo, tan pobre, veo con tanta tristeza a mi madre, a veces me duele tanto vivir. Y no quiero quejarme. Pero es que ha pasado el tiempo y me entra una nostalgia incontrolable. Ya he estado así antes. He estado así.

Tal vez necesite una tarjeta de crédito. ¿O con qué se atenaza el dolor?

*

Cuando el erotismo era todavía un lugar inexplorado, el deseo de lo desconocido, lo erótico…

*

Martes. Preferiado. Anoche conversé con Melania de temas banales. Y ni tanto: le pregunté por su madre enferma. Me preguntó por el Internet. Me dice que su amiga trabaja mucho, que le mandó un mensajito, que no le ha respondido, que a ella también le anda mal el internet. Y así, siguen pasando los días. El tema me tiene angustiado. He empezado a buscar un lugar para vivir. El tema me pone nervioso. Me habla de inestabilidad, de incomodidad. Y activa en mí la soledad de la que hablaba en el párrafo anterior.

*

No me puedo relajar. No puedo dejar de pensar en eso. Soy un obsesivo, y hago monólogos de eso, solo, como si estuviera hablando con ella, indignado, enojado. Odio esta situación. ¿Me hago historias en mi mente? “You are making up a story”, así me decía mi tía L.

*

La gente, todos alrededor, las personas.

Mejor que no lo sepan, pero que tampoco piensen que los amo, que tampoco se burlen, o se burle, en singular, ella, la gorda en mi trabajo.

Los desprecios. Mejor que no sepan eso que me produce ella y la mayoría ahí adentro: cierto desprecio.

*

El irlandés, por ejemplo. Los hombres de mi vida, los momentos de la juventud que se han ido, puedo verme en retrospectiva. Esas personas que han quedado, con algunos me peleé, porque me peleo, suelo pelearme, y es así, el tiempo pasa, y esas gentes quedan.

No he sabido qué responderle a Adela, a su e-mail de las fotos. Cuán perdido, me digo a veces, cuán perdido estuve, cuán solo, cuánto lloré, aturdido, perdido, esa es la palabra, sin norte, sin fuerza, golpeado, herido, ¿herido por qué cosa, herido cómo, desde cuándo? Y todo me remite a lo mismo.

*

Las conversaciones en el trabajo, el tiempo perdido, las ventas, los compañeros de departamento, Melania y su novio, todo, absolutamente todo. y una pasión. O dos. Dos pasiones.

*

Ha sido una noche intensa, me he peleado con Melania. No voy a decir que a los gritos, pero casi. Las cosas en la Argentina no van bien.

La violencia, las violencias, los egos, las superioridades…

Me he peleado, y he tenido la razón, y Melania me aseguró que pedirá un servicio de Internet. He discutido acaloradamente. No suele suceder en mi vida. O sí. Hay épocas. Con ciertas personas. Con mi madre, porque hay confianza. Pero por lo general peleo solo. Esta vez llegó el momento del choque: yo cenaba, y ella me dijo que debía desconectar el repetidor del lugar en el que… en fin, es complejo de explicar. El asunto es que he estado a punto de irme. Le hablé a Laitan, le dije que me recibiera de nuevo en su casa, como en el verano, cuando tuve que alojarme ahí durante unas semanas, porque no tuve dinero para continuar pagando el departamento donde me alojé cuando volví. Laitan me dijo que sí, que fuera para allá. Y esta mañana alcancé a sacar las fundas de las almohadas, iba a sacar luego la sábana del colchón, así lo empacaba todo, pensé durante la noche cómo empacaría, qué cosas en qué valija, cómo lo haría, para irme pronto, calculé incluso cuánto tiempo tardaría empacando, y a qué hora llegaría al departamento de Laitan. Pero Melania y yo hemos arreglado la situación. Eso sospecho.

*

Uso ahora una gotas que me destapan la nariz.

*

Y los hombres en la calle, y mi relación con el sexo, y no haber salido anoche. Cuando me bañaba, después de hacer ejercicio, me tocaba y pensaba que, en parte, lo erótico tiene que ver con lo no concretado, con el deseo, con la fantasía, porque hay algo de antropofágico en el sexo, algo violento, en cambio el erotismo es más lo anhelado, la fantasía. Hablo de conceptos. Porque me siento erotizado por estos días.

*

Un pedazo de cielo, al menos tengo un pedazo de cielo.

*

Jueves. He hablado con Melania, las cosas han quedado bien, aunque estoy, por supuesto, resentido. Me ha dicho que me olvide de las cosas que me ha dicho. Al parecer, en su arranque de furia me ha reclamado por cosas que no debía reclamarme: que yo le había dicho que iba a lavar sólo los fines de semana… y eso hago, lavo los sábados, pero si la ropa no está seca aún el lunes, no la puedo sacar. Que le he roto la tabla de cortar verduras, que se ha quemado la bandeja del horno, ridiculeces, nimiedades, que ahora dudo que sean ciertas, y que me llevan a la pregunta de si debo seguir usando esos objetos. Y bueno, si ya los rompí, y en algún momento se los pienso pagar, entonces supongo que puedo seguir usándolos. ¿Puedo usar sus cosas? Que es poca plata, eso me ha dicho, que con la inflación y la subida del dólar, yo le pago poca plata. Para mí no es poco. Es lo que hemos pautado. Y no quiero sentirme sin derechos. Eso: mis derechos. Debo tener claros mis derechos y recordar que estoy pagando. Aunque siento lo contrario ahora, siento que la incomodo, que mi plata es poca y entonces tengo menos derechos. Pero no debo pensarlo más. Tal vez se lo comente: “¿puedo seguir usando tus cosas?”. No, ¿por qué he de preguntarlo? Ha sido así por meses, ha sido el convenio. Todo esto ha hecho que resurja con fuerza el deseo de vivir solo, y no someterme a los desvaríos de otros, o por lo menos no convivir con la casera.

Ya lo sé: tengo lo que necesito, es cierto. Y lo digo no por conformismo, sino por aceptación y agradecimiento.

*

No sé si “usar sus cosas” ahora. No tengo muchas opciones. Debo cocinar, no puedo cenar afuera todos los días o dejar de comer. Estoy ofendido, dolido. No quiero posicionarme en el lugar de víctima.

*

El trabajo, el teatro, la escritura. Y este no saber muy bien para qué. Este continuar. Tal vez sea frustración. No lo sé. Tal vez sea la imposibilidad de aceptar el camino tal cual viene. Esperar. Armarme de una paciencia mayor a la que imaginé que necesitaría, si es que alguna vez sospeché que este sería el camino.

El dinero para mudarme solo. Los resentimientos. Las comodidades y las faltas de ella.

Es como si no lograra la tranquilidad, como si no pudiera estar cómodo.

*

Y no confiar nunca en ellos, ahí, en el trabajo. People are mean. Hoy, durante el brindis, cuando pregunté por uno de los compañeros del área de finanzas, una chica, compañera del chico lindo: “¡Aia!”, dijo después de que tuviera yo que repetirle la pregunta, porque me ignoró la muy arpía la primera vez que me escuchó. Lidiar con la inmadurez. Lidiar con tratos pesados, con las corazas, con resentimientos antiguos, heridas.

Y la otra, la jefa del área que no me saluda nunca, y yo que ando fosforito, y llegué hoy, y ella pasó al lado mío, y no me saludó, y yo como un loco, empecé: “¡la amablidad, la amabilidad –y entré y saludé a unas que no son las más amistosas tampoco-, no deja de sorprenderme la amabilidad de la gente, una cosa de locos!”, empecé a vociferar por la oficina.

Author: Anónimo Temporal

Empezaré por un diario de mi propósito de recuperarme del abuso a ciertas sustancias y al sexo. Contaré historias sobre mi vida. Si toda narrativa es ficción, esta es, entonces, la ficción de mis días, la ficción de mi vida.

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Twitter picture

You are commenting using your Twitter account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s

%d bloggers like this: