Soltar (dejar ir)

Estoy mejor. Fui a la dermatóloga. La parte de atrás está bien. Se ha ido la verruga. Ahora no contagio nada. Y me dio una orden urgente para sacarme lo del pie, el tumorsillo.

*

Caerme cuando me impulsé hacia atrás en la silla, hoy en el grupo. Y luego, que si querer es poder, o no. El coordinador que busca confrontar. Que me notaba angustiado. Y yo, que la semana pasada estaba mucho más angustiado. Y él: “mucho más”, entonces que algo angustiado estoy. Y yo, que me sentía avergonzado por caerme. Y él, que no era vergüenza. Luego, algo sobre la terapia individual y la grupal. Y que si entendimos, y yo que más o menos, y entonces, su ponzoña: “me hubiese asombrado que lo entendieras”. Entonces dije no sé qué. Y él, que no me defienda.
Ahora me importa menos. Pero me pregunto si realmente me hace bien ese grupo, el de los lunes, o si ahora es simplemente un espacio que llena el vacío de la soledad.

Y luego, cuando nos íbamos, preguntó por otro compañero, le dije que creía que había ido el viernes anterior -después recordé que también se había conectado el martes siguiente-. “Ese fue otro que presioné y que no volvió más”, dijo. “Mentira, pero no te sientas presionado”, me dijo cuando yo salía. Le dije, ya sin fuerzas, agotado de todo eso que no supe manejar -o manejé cómo pude-: “No, todo bien”. Querer tener razón siempre, tal vez sea eso, un aprendizaje de humildad.

*

Raira dice que el coordinador de los lunes es un imbécil. La decisión está tomada. Lo estuvo antes de charlarlo con Raira. Antes de comentarlo con Áspora también. No iré más los lunes. Una cosa es quedar pensativo o angustiado por lo que se habla durante el grupo y otra diferente, quedar en discordia con el terapeuta.

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Desvinculaciones I (Previo a)

La cortina del cuarto me quedó mal instalada: se cayó hoy, ni bien desperté. Domingo. Los perros en el pulmón al que da mi departamento ladran desde temprano. El ascensor. Antes no sentía los ruidos por el ventilador, que hacía una especie de ruido blanco. Pero ahora con el aire, no tengo tal ruido blanco. Desperté, fui al baño, los busqué, me puse los tapones. Los tapones, nuevamente. Porque vivimos hacinados. Aunque sea privilegiado, sí. No ha sido un buen despertar. Mal humor.

Despertarme, ver las mismas noticias. Tal vez deba anular todo tipo de contacto con las redes sociales, con la realidad, con el mundo perverso que parece estar cada vez peor.

Peruano vino ayer, me regaló un cenicero. Iba a comer con unos amigos. Pero paró antes en casa, a traerme el regalo.

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Pecados navideños

Miedos. Cuentas. Deseos. Una nueva etapa, este departamento, lo que cuento a los demás, decirle al compañero que habían dos hombres durmiendo en la calle frente al departamento anterior, que la zona era más picante, y luego me quedo pensando que gente durmiendo hay en todas partes, que no quiero sonar presumido, no quiero ser un tipo soberbio, engreído, fantoche. Quiero ser un hombre humilde, a pesar de mi conocimiento.

Amanece en Buenos Aires. Y sin embargo, falta para que abran las cosas ahí afuera. Podría salir a dar un paseo, ver el amanecer. Pero no suelo hacerlo. Y creo que bajó la temperatura. Es como si no encontrara sosiego.

Lunes. Debo ir a pelear por las cortinas.

Por momentos, la tranquilidad de este edificio me parece perturbadora.

Es raro que sea verano y no hacer nada. Es raro el concepto de verano y la tranquilidad de este lugar. Quiero ir a una pileta, nadar un rato. Cortinas, adentro. Me tranquilizo. Podré andar en calzones libremente sin el peligro a ser espiado por la vecina. Hoy la vi. Laitan dice que señora con perro es conchuda. Espero no tener ningún tipo de vínculo, y en caso de que lo haya, que sea positivo.

Es mejor no perder el optimismo. Que si en Reino Unido hay una nueva cepa, que el cierre de fronteras allí, las fiestas y miles de cosas. Miedo. ¿Cómo hacer para que no se alboroten los miedos con tantas cosas que suceden en el mundo. Es loco pensar en lo incontrolable de todo.

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Violencia

Un rubio

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Soñé que dirigía teatro, y venían unas chicas de un colegio a ver un ensayo, era el primer ensayo.

*

No quiero victimizarme. En las noches es difícil no ceder ante la nostalgia y el miedo, que son constantes en esta etapa. La cuarentena sigue en Buenos Aires, porque hay varios pobres y porque a los gobernantes no se les ocurrió prevenir ahí. Ahora hay que curar. Van hacer tres meses que estoy así, y el asunto no tiene un fin certero. El presidente habla y dice que es una realidad única la de las villas y la de los asentamientos pobres. ¿Estamos perdidos? Mientras que en países desarrollados la cuarentena tuvo éxito y vuelven a la normalidad (una nueva normalidad), acá, por pobres, continuamos con elevación de casos. Por pobres y por inoperancia del sector gobernante que no previno ahí. Y sigo preguntándome qué hay detrás de

Me pone de mal humor que no respondan, que tarden en responder los mensajes. No ser la prioridad para todos. Todos, basura. Para mi madre, sí. Y me angustia pensar en ella, sola, en el departamento, encerrada, bajo las decisiones de otros corruptos inoperantes, como los gobernantes allá, en ese otro país de mierda, Colombia. Continue reading “Violencia”

Una noche con Venus…

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¿Y qué serán estos puntos rojos en mi piel?

Todo me genera mal humor.

Mil síntomas, mil sospechas. Hoy he ido a que me saquen sangre. Mañana debo llevar la orina, que no sabía que debía llevar hoy. Ha sido todo bastante rápido.

No voy al baño hace dos días, me siento gordo. Las manchas en la piel siguen.

*

Ya va a ser la una de la tarde. Un día hago mucho, al siguiente hago poco. Ya hoy fumé marihuana. Anoche me emborraché con el Rosé ese que me recomendó una compañera en el taller de escritura.

El alcohol y la marihuana, siempre presentes. Ya estoy harto de todo, la cuarentena, trabajar acá, de que sea lo mismo siempre, la situación se torna pesada.

*

Y el dólar que sube, y la inflación, y vivir en el tercer mundo, y los sueños que se desvanecen y la vida se vuelve agria; sin sabor por momentos, ejecutar el trabajo con el miedo a perder el ingreso con el que pago mi vida. El vecino ha estado calmado, aunque a veces grita y se hace sentir: crece en mí el desprecio por una cultura que tanto quise y tanto extrañé, la Argentina. Y si hubiera migrado mejor, si hubiera Continue reading “Una noche con Venus…”

Diciembre (fines de – sigue el descenso)

24 de diciembre. Martes. Iré a nadar de nuevo. Tal vez. Tal vez no encuentre fuerzas y me quede aquí encerrado.

Tengo miedo a la sífilis. Por suerte me haré los exámenes pronto. No sé bien cuándo. Tal vez el jueves, tal vez el lunes.

Vivir de alguna pensión, recibir dinero sin tener que cumplir horarios, recibir una buena suma, y dedicarme a escribir y a actuar, a viajar también.

Iré a nadar. Iré un rato a la piscina, y luego vendré y fumaré marihuana, y me acostaré a dormir. Y después, a escribir y a cenar.

 

Pampeano ha dicho que sus padres llegaron de sorpresa. Y no sé qué verso.

 

25 de diciembre. Esta vez ni siquiera fue consecuencia de la cocaína en sí. Si no de los nervios. Pero pude llegar al inodoro con éxito. Se me ha aguado completamente el estómago. Los nervios por verme primero con el negro ese a quien le he dicho que no, le he dicho que unos amigos quedaron de venir a casa, que le avisaba. No me avises nada, me dijo él.

¿Y qué hacer ahora? ¿A dónde irme en este estado o a quién buscar?

*

Ha pasado la noche. Qué noche. Si busco celebrar, lo consigo. Anoche se me aguó el estómago de los nervios por comprar cocaína. Estaba mala. Continue reading “Diciembre (fines de – sigue el descenso)”

La única vez que se ha amado nunca

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No dormí mucho. Espero no obsesionarme. Que un clavo saca otro clavo, dicen. Bien que me hacía falta sentirme deseado. Aunque no sé si esa es la palabra. Ser besado, abrazado, lamido (lo sé: estoy usando la voz pasiva).

Martes feriado. Quiero contarlo. Mi encuentro con S. Fue el domingo. No publiqué mucho en estas líneas sobre él porque no quise darle importancia, aunque sí que la tuvo en su momento. Él tal vez no. La idea de lo que él podría llegar a ser. O las ideas que el encuentro con él desencadenó.

Lloré desconsoladamente, aunque me dé vergüenza decirlo. Con S nos cruzamos en el bar ese que tanto frecuenté el año pasado. No sé por qué creí que él sería el hombre perfecto, que me había rechazado cuando terminó la conversación virtual con un silencio. El terapeuta dijo que pongo la angustia de otras cosas en estas obsesiones. S amaneció conmigo un domingo, lo traje a casa después de la fiesta, y hubo en nosotros la química de los cuerpos que se saben dar ternura. Bastó para hacerme mil ideas. S me escribió el lunes, dijo que él pensaba que ya nos conocíamos, que había visitado alguna vez otro departamento en el que yo viví hace muchos años. Charlamos un poco y en la noche le envié un mensaje de voz de… ¡un minuto! No contestó nunca más. Al día siguiente estaba yo despedazado, angustiado por lo que asumí como un rechazo cruel. Borré su número. Lloré desconsoladamente. Y luego, en diciembre, habiéndole dado tiempo al tiempo, comprendí que pude haber insistido, volví a desearlo, entendí que esa no respuesta pudo no haber sido un rechazo y lo busqué en Facebook.

Antes de ayer, después de varios meses, me he visto de nuevo con él. Continue reading “La única vez que se ha amado nunca”

Repito (Me repito)

Cuántos colombianos aquí, en Buenos Aires. ¡De una calaña! Horribles. Los hay de todo tipo. No quiero ser clasista, racista. Hablo desde mi posición, la posición del que quiere alejarse, y parece ser perseguido por esa cultura asquerosa. En las calles, con su alevosía. Ayer, camino a clase, unos hablaban con acento paisa no sé qué cosa de los dólares, y después, cuando entré al lugar donde me formé por años, una con acento de Bogotá (la puta Inmunda) comía algo en la entrada, y hablaba con la portera. Por suerte fui el único colombiano mientras cursé. Por suerte no hay ninguno en mi círculo de amigos. No los quiero cerca. Menos si son pobres, si vienen a extender esa cultura de la que tanto intento alejarme. Pues seguiré caminando hacia el lado donde menos me los encuentre.

*

Pienso cada cosa para escribir. Cada momento, cada segundo de la vida, las historias que pasan por mi cabeza, todo me parece literario, quiero contarlo todo con palabras.

*

Siempre escribo lo mismo: quiero vivir en un país desarrollado, vivir bien ahí, ser rico ahí. ¿En dónde? Eso debo definir. Y orientarme a la migración en el mediano plazo. Algo demasiado complejo para pensarlo hoy. Paso a paso. Y que tarde lo que deba tardar.

*

Un poco mejor. O mejor, simplemente mejor. Continue reading “Repito (Me repito)”

Más (explota)

El internet, el trabajo, la obra, pequeñas obsesiones cotidianas, que ahora se disparan con la marihuana. He planchado la ropa, he descansado. He comprado vegetales para la cena, una rica cena, y me quedaré en casa, descansando, preparándome para una semana con un feriado en el medio, descansaré. ¿Buscar otro lugar para vivir?

Me roba energía, eso siento. Vivir con esta mujer y escuchar constantemente a su novio, me roban energía, el perro, es gente con la que tengo que interactuar, es el precio que pago. Igual, haciendo cuentas, tampoco tengo el dinero para mudarme solo: estuve viendo opciones hoy, opciones de departamentos temporarios. Si me mudo, sospecho que ha de ser a una habitación, como ahora. Tal vez encuentre algo. Tal vez pueda hacer algo para ganar más dinero. Eso. Ganar más dinero. ¿Cómo?

No puedo vivir enojado, frustrado a causa de la imposibilidad de ver p Continue reading “Más (explota)”

Algunos quieren abusar de ti (algunos quieren que abusen de ellos)

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Despierto y la mente empieza a funcionar enseguida. Ha empezado el frío. Reniego todavía por haber tenido que pagar la deuda con la empresa de medicina.

¿Por qué tan alterado, tan enojado?

Pronto llegará Melania. Y no es ella ni su novio roquero y gritón los que me preocupan. Si no el caniche que me hace pensar seriamente en mudarme. Pero buscar, el trámite, y acostumbrarme a otro ser humano…

El dólar que sube sin parar… Es esto lo que me tiene de mal humor: que no puedo empezar a ahorrar desde ya. Recién en julio o agosto podré hacerlo, podré empezar a guardar algunos centavos. No hay apuro. Intento consolarme diciéndome que no hay apuro, que no importa, que todo va a estar bien.

Quiero comprar ropa, zapatos, y no tener que soportar a esta mujer, que llegará mañana.

Y la gente en la oficina, los días ahí, la cotidianidad que se me hace pesada. El regodeo de los demás en su felicidad. La gorda, en la oficina. Creo que la envidio. Aunque sé que no debo, no debo envidiar a nadie.

Y la ropa para el gimnasio, para ir a correr. Continue reading “Algunos quieren abusar de ti (algunos quieren que abusen de ellos)”