
Estoy mejor. Fui a la dermatóloga. La parte de atrás está bien. Se ha ido la verruga. Ahora no contagio nada. Y me dio una orden urgente para sacarme lo del pie, el tumorsillo.
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Caerme cuando me impulsé hacia atrás en la silla, hoy en el grupo. Y luego, que si querer es poder, o no. El coordinador que busca confrontar. Que me notaba angustiado. Y yo, que la semana pasada estaba mucho más angustiado. Y él: “mucho más”, entonces que algo angustiado estoy. Y yo, que me sentía avergonzado por caerme. Y él, que no era vergüenza. Luego, algo sobre la terapia individual y la grupal. Y que si entendimos, y yo que más o menos, y entonces, su ponzoña: “me hubiese asombrado que lo entendieras”. Entonces dije no sé qué. Y él, que no me defienda.
Ahora me importa menos. Pero me pregunto si realmente me hace bien ese grupo, el de los lunes, o si ahora es simplemente un espacio que llena el vacío de la soledad.
Y luego, cuando nos íbamos, preguntó por otro compañero, le dije que creía que había ido el viernes anterior -después recordé que también se había conectado el martes siguiente-. “Ese fue otro que presioné y que no volvió más”, dijo. “Mentira, pero no te sientas presionado”, me dijo cuando yo salía. Le dije, ya sin fuerzas, agotado de todo eso que no supe manejar -o manejé cómo pude-: “No, todo bien”. Querer tener razón siempre, tal vez sea eso, un aprendizaje de humildad.
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Raira dice que el coordinador de los lunes es un imbécil. La decisión está tomada. Lo estuvo antes de charlarlo con Raira. Antes de comentarlo con Áspora también. No iré más los lunes. Una cosa es quedar pensativo o angustiado por lo que se habla durante el grupo y otra diferente, quedar en discordia con el terapeuta.
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