Llanto

No quiero acostumbrarme a recibir menos ingresos, y por lo tanto trabajar menos. Por ahora voy a estar bien. Por ahora.

Soñé con el vecino. Anoche hizo ruidos en el piso: el taloneo de nuevo, me asustó. ¿Lo hizo a propósito? Y si sí, ¿por qué lo hace, por qué vuelve? ¿Se dio cuenta que salí estos dos días cuando puso su música de mierda? No creo que viva tan pendiente de mí. El asunto me pone muy nervioso. Además, me agarra siempre fumado, y el temor es peor. ¿Habrá escuchado la conversación que tuve con Laitan? Pero cómo, no creo que pueda oír lo que hablo acá abajo, a menos que yo grite.

Amanezco de mal humor, con los odios pesados, en especial con el imbécil de arriba. Por suerte los tapones funcionan.

Pero no me gusta saber que estuve atemorizado en la noche, pensando que el desgraciado hace movimientos para fastidiarme. Tal vez mueve cosas simplemente, no lo hace por mí. Qué tipo de mierda. Pero no me conviene alimentar el odio, no ahora.

Además, soñé que iba en un avión a Madrid, con mis primos que viven en la Florida. Íbamos en un viaje en familia. El pasaje había salido económico.

*

Ni una palabra, pasan varios días y yo no escribo una palabra, porque estoy en cualquier estado, porque aún no acepto esta nueva vida, una vida que se quedó, como si el tiempo con su angustia y su desidia se hubiese detenido, y no queda más que transitarlo.

Es sábado. Aunque pienso en enloquecerme, no lo haré, no ahora. El vecino pone música más baja, la misma canción. Espero que no haga escándalo, no quiero salir a caminar hoy, quiero dormir. Viene la noche y tengo miedo. Como sin parar, tomo vino, fumo marihuana, lo de siempre, pero más. Intento mantener cierto rendimiento en el trabajo, pero no sé si lo hago.

Llueve fuerte afuera. Llevo varios días como loco, acercándome al círculo: quiero merca y hombres. Pero no puedo traer a nadie al departamento, por los vecinos. Fumo marihuana. Escribo poco. Lo último ya lo dije. Pienso en que debo rendir en el trabajo, no entregarme al desgano.

¿Cómo estoy envejeciendo? ¿Qué estoy haciendo? ¿A qué dedico mis días, mis horas? Las decisiones tomadas, los tiempos que me ha llevado todo. ¿Por qué no me quedé en Estados Unidos cuando tuve oportunidad? En el invierno es más difícil todo. Qué obviedad. He salido a caminar. Fumado. Ya no corro. Antes corría. Ahora engordo. ¿Son ellos más felices, verdaderamente felices?

*

Despertar más tarde de lo habitual. El café. Apurarse a responder correos del trabajo, para que me vean siendo eficiente. Es mejor que sea invierno mientras pasa toda esta pandemia de mierda.

Ayer salí a caminar, el tipo de arriba tuvo la música quién sabe durante cuánto tiempo. Lo odio. Y no puedo hacer nada porque la amenaza es vivir con las pisadas y talones como antes.

Ayer lloré después de ver un capítulo de Pose. Entiendo por qué me pegó tan duro ver esa serie durante mi visita reciente a Macondo.

Imaginé a mamá sola. Quisiera acompañarla. Aunque no estamos hechos para vivir juntos.

Esos dos sueños. Hace unos días con mi ex. Y ayer, por segunda vez, soñar con el colegio, con ese chico rubio que tanto me gustaba, de quien me enamoré en secreto, la ilusión de estar a solas con él. Y entrar a su Facebook, y ver sus fotos, verlo con su mujer, y reconocerme enamorado del amor, de un ideal, de algo que no existe, tantos años después, y como si el avance hubiese sido poco.

Mamá y sus deudas. Y yo sin ganar lo suficiente para ayudarla. Y que me duela sin hacer mucho. Intentar convertirme en un artista.

Y no puedo hacer más que quejarme en estas líneas de niño llorón.

Él, el chico feliz de clase alta, el chico pudiente, alegre. ¿Por qué regresan a mí esas obsesiones ahora? Como si nunca se hubiesen ido. Como si no pudiera despegarme de mis traumas. Sé que no digo nada concreto.