Aunque sea estos diarios

Ayer el dealer se quejaba de que no había plata en la calle. Eso dijo. Agregó que estaba preguntándole a los clientes si preferían cantidad a calidad.

Es sábado. No hay mucho por hacer: el mismo encierro de todos los días mientras el virus esté ahí afuera.

*

Lunes, de nuevo. Ya afeitado, bañado, esperando la reunión del trabajo, a ver qué es lo que tienen para decir. El tiempo sigue pasando, haciendo de las suyas. El fin de semana me la pasé drogado.

Cuando me entra el mal humor, es ya normal ponerme a rabiar contra el uno u el otro que hace comentarios basados a lo mejor en su propia inconsciencia.

Pandemia y soledad. No he querido revisar los números de los contagios, no quiero saber cómo viene la curva. Me visto y me dispongo a tener una jornada laboral desde casa.

 

Me siento exigido a ser destacado, a que me reconozcan.

*

En otras partes lo viven más tranquilamente, ya salen, hacen una vida más normal y entretenida. Otras personas están acompañadas.

 

Salí a caminar. Creo que lo haré todas las noches mientras no lo prohíban. Los casos siguen subiendo. Me siento otro. Exagero. Fue un lindo momento. Desperté de la siesta y el vecino tenía sus canciones mariconas a todo volumen, así que no lo pensé mucho: me abrigué bien y salí a caminar. Me puse mi atuendo deportivo. Abajo, calzones largos, doble remera (una térmica).

Cuando termine el aislamiento, quiero hacer tantas cosas.

Estas caminatas nocturnas ayudarán. Me saqué una foto, con mi barbijo gris, no tuve frío, escuchaba a los Beatles, había fumado unas pitadas de marihuana, y fue bueno salir y ver gente haciendo ejercicio y recorrer la ciudad, los mismos lugares que tantas veces he recorrido, pero ahora con la amenaza, en medio de la crisis. Los locales, cerrados. Algunos cuantos ofrecían comida para llevar. Pude mirar a un par de chicos con los que fantaseé. Me sentí un hombre mayor. Caminando solo. Como ese que veía cerca al museo de bellas artes, cuando salía a correr por ahí. Siempre había uno que solo caminaba: y yo que volaba en ese entonces. Pero en esos parques hay espacio. Acá no. No me gusta correr en medio de la ciudad. Y con el barbijo. La caminata va a andar bien. Además, puede ser una excelente receta para cuando la maricona vecina fastidiosa quiera poner sus canciones putas. Algún día me vengaré del pesado infeliz. No por ahora. No puedo dejar que sospeche que le hice algo y quiera guerra de nuevo, como hace un tiempo. Es muy reciente la historia. El otro día lo he visto en Grindr al muy puto. Parecen homofóbicas mis palabras. Es su actitud de loca mala la que me genera fastidio: es un prototipo (¿estereotipo?) de maricón malo y pesado. Luego recuerdo la frase de que cada uno está viviendo su drama, algo incluso me dice que debo compadecerlo. Pero eso no impedirá que accione alguna pequeña maldad cuando me vaya de este departamento. Sueño con ponerle un chicle en el timbre, en el portero eléctrico, y que se vuelva loco hasta que deba bajar y quitarlo.

Es domingo. Mañana es feriado. En el trabajo nos han dicho que trabajaremos medio tiempo y nos reducirán un porcentaje del sueldo. No es la mitad exactamente. Por suerte. Y por suerte sigo haciendo comisiones.

Regreso a casa, me saco la ropa. Primero, los zapatos, los rocío con alcohol, lo que dice el protocolo, hago unas barras. Y ya para ese momento he visto en el espejo mi barriga: cómo es posible que me haya dejado engordar así. Tres meses pasaron ya. Y esto seguirá indefinidamente. El virus, quiero decir. Y las medidas. Y que sea un tema.

Me pregunto y me pregunto en qué pasar las horas que tendré libre a partir del martes.

He vuelto a escribir, cosa no menor. Esta mañana pensé que había perdido el interés. Aunque sea estos diarios, pero algo debo escribir, algo debo crear.

*

Lunes feriado. Ya fumé.

¿Es mejor malo conocido que bueno por conocer? Lo digo por el departamento. Igual, no estoy en condiciones de irme a otro lado ahora mismo. Y esto no es necesariamente malo comparado con instancias en las que he estado.

Descubro que no quiero estar tanto tiempo acá en casa. Supongo que tiene que ver con la cuarentena, pero además con la posibilidad de que el vecino sepa mis movimientos, y tener que escucharlo. Ayer, el disparador para salir a caminar en la noche, fue su música a todo volumen. Por momentos puedo verlo como un tonto desadaptado, y me río, pero por momentos es fastidioso también, se torna pesado tener que soportar su escándalo, con la única razón de que está loco.

Pero sí, lo mejor es mantenerme como lo he venido haciendo, comportarme en función de mantener la paz, mientras transite este periodo. Al final, todo pasa. Todo pasará.

Author: Anónimo Temporal

Empezaré por un diario de mi propósito de recuperarme del abuso a ciertas sustancias y al sexo. Contaré historias sobre mi vida. Si toda narrativa es ficción, esta es, entonces, la ficción de mis días, la ficción de mi vida.

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