Avasallado (o Agitación II)

Que la vida me pone en la misma ruta con esta mujer de Macondo y con este director de formas torpes para que aprenda yo algo, para que me amigue tal vez con algo de mí. No pelearme con eso, entonces, intuyo, es el camino, sino dejarme ser en la fluidez de lo que propone la vida.

*

Tensiones con el director. Es un tipo torpe y complicado. Lo escribo para no decírselo. Espero que las cosas mejoren pronto, tener esa charla en la que hablaremos de los números, que pase el invierno y estrenar. Ya pasará. Como todo. Espero mantenerme tranquilo. Me hace sentir bien, debo confesar, que haya quedado en evidencia delante de Raira y de Dante cuán imbécil y tosco es; sus formas duras. “Tradicionalistas”, ha dicho Raira ayer. Espero que se solucionen las cosas.

Ayer he ido al taller de escritura.

Mi nueva paranoia (espero sea sólo una paranoia) me habla de herpes en la pelvis. El viernes veré a la médica.

Ayer he ido a correr al gimnasio. Hoy iré a danza. El frío ha dado algo de tregua. Ya anhelo el verano. Quiero que termine el invierno, no me gusta, no soy un hombre de fríos.

*

Mantener la calma. Me lo digo siempre. Me lo digo hoy. Respirar profundo para no estallar y prevenir daños que pueden ser peores. Los temas de la obra, la chica esa socia de quien nos ayudó a gestionar el subsidio y sus maneras alteradas, mi jefa que ante la ausencia de autoridad y con el paso del tiempo vuelve a su tendencia de “sargentona”, como le dijo otra alguna vez, y yo que recuerdo cuánto la detesté: ¿es acaso su sensibilidad una pequeña etapa luego de reincorporarse, luego de tener a su cría?

Gentes, procesos, maneras de trabajar; sacar adelante el proyecto y mantener las buenas formas.

*

Recién llegado de ensayar. Debo dejar el vino.

Agotado. Tal vez esta noche vaya a casa de Dante.

El director hace su trabajo, pero intuimos que se deja llenar la cabeza de malas ideas por una amiga suya, que a su vez es socia de la mujer que nos ha ayudado a gestionar los subsidios.

 

Noche de sábado.

¿Cómo hacer más dinero? ¿Cómo no desesperar?

Ansiedad. ¿Qué van a decirnos ahora el director y la asistente? El tema me irrita, me tiene de mal humor, ansioso.

No he podido escribir bien. Redactar ficción.

Quiero más dinero para ir a ver a mamá en Macondo. O para traerla a ella. O para irme a cualquier parte y llevarla. O para todo lo anterior. Y con ese sueldo, sólo puedo pagar mi vida. ¿Cómo seguir creciendo? ¿A dónde irme? ¿Cómo…

*

Domingo.

¿Irme a nadar para no pensar? ¿O quedarme escribiendo? Si el día tuviese más horas. Hago de todo, de todo un poco. Debo preservar mi salud mental.

*

Siguen las tensiones con el director. Los días de descanso no son tal. Extraño esos momentos en los que tenía más tiempo libre.

Es mejor vivir en Buenos Aires que en Colombia, eso seguro. Hablo por mí, no lo digo como una generalidad. Aunque este país se desangra, la crisis es evidente.

 

Me ofendo. Con cualquier comentario que no viene tal vez dirigido hacia mí, me ofendo.

Y mientras tanto, la Argentina se desangra. Y no sé qué hacer. No todavía. No tengo un plan, más que en lo inmediato: estrenar la obra, armar el reel, promocionarme aquí, en este país. Pero quiero irme. Al ver este incendio, no me dan ganas de seguir viviendo en medio de la pobreza.

Ahora es momento de trabajar. La vida continúa así: con miles de actividades, y nada que saco tiempo para corregir el cuento. No tengo tiempo para escribir ficción.

Y el director, mediocre, incapaz, torpe. Espero que surja un buen resultado. Espero que todo vaya a buen puerto.

*

Miércoles.

No han llegado a buen puerto las cosas. La verdad es que no quiero seguir trabajando con ese tipo. Gastando mi energía en eso, con él y ellos ahí.

Entiendo que estoy en el ojo del huracán. Pero no quiero participar con ellos en eso.

¿Y de qué lado estarán Raira y Dante? ¿Y todas las ilusiones?

Beber vino y esperar el arroz. No debo comer tan tarde: lo digo por la medicación. Pero tuve que dormir una siesta luego del disgusto. ¿Habrá tenido que ver la marihuana? No me importa. Mejor ir de frente. Es un imbécil, y estoy cansado de lidiar con su estupidez.

*

Lidiar con la estupidez humana, con la idiotez del director, con los egos torpes de los artistas mediocres, egos oscuros, además asesorados por almas igual de oscuras. Y que todo el proyecto devenga en una charla tras otra. El jipismo del teatro autogestionado. El otro día perdí la paciencia. La marihuana no ayudó; al contrario. No he confesado a nadie aún que había fumado ese día con mi compañera del trabajo. Y luego en la reunión estallé y me fui, como un loco. Ver la violencia pasiva en la estupidez humana, y darles crédito en algo que es más mío que de ellos. Pobres imbéciles.

Y ahora, a seguir remando solo por sacar adelante la idea, el deseo de actuar y de actuar con mis compañeros y amigos. Soportar la estupidez humana me genera una violencia que no aprendo aún a soportar. Son unos imbéciles. Hago esto para no volver a hacerlo. La idea de la cooperativa, el trabajo grupal, la idea fascista, estúpida y naif del diálogo tranquilo, aun cuando haya violencia pasiva.

Quiero hacer las funciones y no ver nunca más a ese imbécil que desde el momento cero cuestionó mi trabajo y que presentó una reescritura de mi texto sin avisármelo.

Violencia, eso me produce su ignorancia y su ego narcisista, y soportar sus palabras, ese diálogo hipócrita en el que hay implícitos mecanismos violentos también, pero el que queda mal soy yo por alterarme y estallar.

*

No termina esta angustia. Y quiero comprar cosas, pero no quiero salir. No quiero ver gente. Quisiera correr también. Esta semana tomé vino todos los días. Estoy harto de todo, de esta vida mía. Harto de que todo sea tan difícil, el contacto con los demás, y hacer lo que quiero, y no encontrar paz, descanso, como purgando una pena.

 

Me pregunto si conviene tal vez enviarle un mensaje al director. Paso de la ira a la desesperación, y luego (o en medio de todo) el miedo a que se arruine el proyecto, a que no salga esta obra en la que he invertido tanto esfuerzo y deseo. ¿Qué errores debo reconocer?

Me digo y me repito que será la última vez que haga este tipo de proyectos autogestionados. Que me dedicaré a participar como actor, porque todo lo demás implica invertir una enorme cantidad de tiempo en una masturbación mental, en un diálogo sin fin, en llegar a acuerdos en los que pesan más las sensibilidades individuales que el objetivo por cumplir. He cometido errores, lo sé: tengo un temperamento difícil. Quiero hacer ese proyecto. Honestamente, no quiero pedir disculpas. El directorsillo me parece un ser negligente. Y debo ser más inteligente yo. Debo pedir disculpas. No sé cómo accionar con el único fin de llevar a cabo el objetivo, que es estrenar esa obra. Actuar. Siento como si estuviera impedido hasta que eso salga.

 

Cómo sacarme toda esta ira, toda esta historia. Y ser más capaz. Trabajar todas esas horas por día para poder vivir. Empiezo a quejarme.

Y se me pasa la vida como si no avanzara, como si no se movieran las cosas, sin lograr mi gran idea de actuar, de ser un actor y vivir en un país del primer mundo. Me encuentro agotado, llego al fin de semana sin fuerzas para pensar, ese proyecto y mi obsesión hacia él me mantiene angustiado.

 

¿Qué quiero? ¿Pasar a la historia? ¿Cómo quiero ser recordado? ¿Cuándo podré ser un actor, dedicarme a eso que tanto amo, cuándo podré actuar más? ¿Qué quiero, en realidad? ¿Reconocimiento?

Author: Anónimo Temporal

Empezaré por un diario de mi propósito de recuperarme del abuso a ciertas sustancias y al sexo. Contaré historias sobre mi vida. Si toda narrativa es ficción, esta es, entonces, la ficción de mis días, la ficción de mi vida.

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