Lo encontré en la barra del bar y no pude evitar pedirle, ya sabía que quería terminar con él, acá en casa, como en diciembre, drogándome y teniendo sexo. No fue tanto. El primer saque me lo habré dado a eso de las cuatro. Y el último a eso de las ocho. Ya después vino el bajón agresivo, dormitamos, la media pastilla de Alplax. Aunque no me gusta (le dije que sí, pero no es cierto), es muy buen tipo, es músico, me divertí. Pero la euforia es demasiada con esa droga de mierda, y yo venía cansado ya. Aún siento los restos de cansancio en mi cuerpo. No tan graves como en ocasiones anteriores. Como cuando vivía en Bogotá, la Inmunda.
Hoy amanecí pensando en la familia, en lo que quería de chico, en cómo me alejé de una parte del grupo familiar a causa del robo cuando mi abuelo estaba moribundo.
Es un hermoso día en Buenos Aires. Pienso y pienso que quiero dar un paso más. Y siempre la misma pregunta: ¿me estoy apurando? Debo ensayar. Tal vez hoy nos digan cuándo estrenamos. Y si no, seguiré esperando. Ni quiero pensar en eso Continue reading “La intensidad de lo vivido”