La intensidad de todo lo que vivo, mi percepción fuerte. Y mi jefa llegará hoy. Y necesitar el trabajo. En las noches, cuando despierto, sufro un miedo tan profundo. Espero mejorar mi desempeño, estoy un poco asustado por no lograr ventas. Eso y el objetivo de mantenerme amable. Al principio, iba yo tan fresco, tan abierto. Y me topé con el ambiente de oficina que tiene unas lógicas que aprendí a repudiar.
¿Y cómo sacarme este miedo? No soy del todo bueno, pero tampoco malo. Me siento roto ahora, intentando ser mejor, pero luchando con mis miserias, y luego me entra la culpa por los odios, las actitudes de desprecio.
Y ahora, el chico con el que he discutido en el retiro del trabajo, no me saluda bien, pone la mejilla, no dice nada al saludar.
El chico aquel entró ayer en la cocina y saludó a mi compañera y no me saludó a mí. Pobre inmaduro. Lo malo es que me afecta; como dardos, me hieren. Ese mínimo gesto hace que hierva mi sangre. ¿Qué hacer? Pensé en hablar con él. No vale la pena. Lo ignoraré. No debo bajo ningún motivo perder la paciencia o discutir. Le restaré importancia.
He pensado en eso en el momento de insomnio esta mañana. Ira.
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Le he hablado a uno, a uno feo. Y él casi no me responde, hasta que insistí y preguntó cómo estaba yo. Le dije que bien. Y esta mañana, cuando vi que no había hablado más, lo bloqueé. Encima de feo, se hace desear. Qué valor. Mi narcicismo no lo soporta.
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Despierto. Los domingos no hago ejercicio. Ayer he ido a la clase de yoga, ha sido un buen sábado. La reunión con el otro grupo de teatro ha dado muy buenos resultados. Espero todo ande bien. Espero estrenar los dos proyectos este año.
Por qué tanto tormento, tanto mal humor, tanto miedo. Si tan solo pudiera relajarme. Temo. Ahora es enero y, aunque el trabajo es la actividad troncal, recién en febrero comienzo mis pasiones. Y tal vez vuelva al taller de escritura en marzo. No lo sé. No lo he definido. Pero, por un lado, no quiero hacer el gasto; y, por el otro, no quiero ir, me agota. Por ahora quiero venir a casa y hacer ejercicio. El taller es un día a la semana, pero termina muy tarde. Y luego, otro día de la semana, he quedado de ensayar con los del grupo de teatro.
Antes era peor, porque antes tenía tiempo libre. Antes sí que me hacía lío con el dolor. Ahora duele, duele la soledad en las noches de domingos como este, en las que desearía un alguien, un amor, un novio, incluso más. Pero plancho un par de camisas, tomo un té, y me dispongo a ver una serie. No leo, cosa que debería y que es más productiva. Pero antes, con el tiempo libre, el único alivio era ensuciarme en el bajo mundo. Ahora las cosas han cambiado. Ahora mi energía va por un mejor camino, más arriba. Se me nota, creo. Pienso, estoy obsesionado con un hombre. Me vengo cuidando, vengo haciendo ejercicio, la mejor dieta que puedo (aunque ayer he ido a Mc Donalds), y cuidándome espiritualmente.
Antes no podía soportar este dolor, y con el tiempo libre que me ahogaba, me drogaba. Ahora estoy mejor. Ahora me preparo para la madurez, para establecer un vínculo desde otro lugar.
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El otro imbécil al que le hablé se hace el interesante, no responde, y después se hace el ocupado, pero no he sido grosero: borré su número, eso sí. Me habló luego. “Quiero garcharte”, escribió. Le he dicho que me avise. Si supiera que sólo quiero verlo cuando me embriago, que no me gustan sus besos invasivos, que alguna vez me repugnó su olor agrio cuando dormité a su lado y que no me gusta su cuerpo, no hay química en nuestras pieles, y que como activo no funciona: natura no le ha dado el beneficio de mantener su miembro firme, cosa triste. Dicho esto, me siento mejor luego de haberle hablado ya un par de veces al pobre feo y que se dé el lujo de decirme que no.
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Tengo miedo a quedarme solo, a no encontrar a alguien con quien formar un vínculo estable, duradero, alguien a quien amar y que me ame. Me asusta quedarme sin amistades, sin pareja, sin gente. Es un miedo. Es sólo miedo.
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Que la vida sea dura, y que duela tanto a veces. ¿Para qué todo eso? Pregunta inservible, pero constante. El sentido de todo esto. La necesidad de compañía. Este querer, necesitar ser feliz, este desear a alguien, a otro.
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He soñado con el irlandés, con su cuerpo desnudo. Yo vivía en una pensión o algo así…
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Buen arte, poesía en prosa, detalle, minucia, trabajo, corrección, signo.
Martes. Iré a cortarme el pelo. Espero que sea viernes, el viernes trabajaré hasta el mediodía. Ese día almorzaré con un vino y tomaré una linda siesta. ¿Quiénes son mis amigos? Dante se irá de viaje. Y ya, ¿quién más? Tal vez pueda hacer un Skype con mi amiga en Miami. Tal vez pueda llamar a Áspora. Temo a la soledad y al tiempo libre. Quiero que llegue el fin de semana para dormir, descansar, escribir. Pero, al mismo tiempo, no sé cómo llenar esos espacios. Yo, el solo.
Luego entro a Instagram y veo que mis amigos han publicado fotos del día de mi cumpleaños y la han acompañado de frases cariñosas. Las redes, caca. Quiero creer que se han divertido. Ver el vaso medio lleno.
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Y meterte en mis sábanas conmigo, mis sábanas blancas, y verte ahí, a la luz de la mañana, verte sonreír, ver la hermosura de la vida reflejada en tus ojos, en tu sonrisa, en tus mejillas ensanchadas a causa de la emoción de estar juntos.
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Jueves. Mañana sólo trabajaré mediodía. He mantenido la dieta estos días. Debo descansar. No hay planes a la vista. Y por un lado, mejor que así sea.
El trabajo. La incertidumbre. El deseo de ensayar, de ya empezar a construir las obras de este año.
Despierto a escribir estas líneas. A beber café. Anoche retomé por fin la lectura de El extranjero, que ya casi termino. Debo leer más.
Hoy te extrañaba Anónimo. Abrazos y cuidate, no subas de peso.
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¡Meav! Ayer intenté entrar a tu blog, pero no pude. Estoy bajando peso, por suerte 🙂 Te mando un abrazo. ¿Cómo estás?
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Estoy bien amigo. Puse en privado mi blog, porque deseo ordenar algunas ideas y ya sabes como es: pon orden en tus cosas y tendrás orden en tu mente. Me da tanta alegría cuando puedo leerte. Abrazos grandes desde este día nevado, que terminará en el calor de mi Makondo.
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Ea, bella Meatov. Me alegra mucho escuchar que estás bien. Un abrazote. Disfruta de ese cambio de nieve a calor caribeño. 😉
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