Sábado. En dos días termina el año. Pasiflora, marihuana y vino. Café también. Pero más vino y marihuana. Algo de cerveza. El otro día hice ejercicio. Odios. Siempre, los odios.
Odio a Dickinson y a su grupo de amigos, maricas malas y feas. Odio que Dickinson se proclame juez de mis actos. Odio que se crea no sé qué en medio de su evidente y terminal adicción al tabaco, al alcohol, a las discotecas y a las redes sociales. Me alejaré de él y de todo lo que lo rodea, a él y a su mundo mediocre, pobre, a su generación bastarda y a sus ínfulas de erudición, con su psicoanálisis viejo. Odio su tupé, su insolencia de viejo perdedor, odio que hable en femenino todo el tiempo de él, ¿por qué lo hace?
Odio haber hablado anoche con un amigo de ellos, con uno de esos, y decirle que saliéramos, y que no me haya contestado más, porque son gentes así, hijas de putas, maricas malas que juegan al poder de ser buscados, ser validados por toda la vergüenza que sintieron de chicos, toda la bronca de saberse rechazados, y ahora largan ese venenito puto. Yo también fui rechazado, pero a mí no me agarró el dolor por ahí, yo vengo de otros lugares de otras culturas.
Cómo es posible –esto pienso-, cómo es posible que a mí, el tan afortunado, se atrevan, osen vilipendiarme de esa manera. Tal vez tenga esto que ver con las otras veces, con los otros momentos de mi vida en que fui ninguneado. Y a veces pienso en si tengo historia, incluso, antes de nacer.
Odio el miedo a perderlo todo. A veces, lo veo como tan poco. A veces, tanto. Me ataca el miedo a la pobreza, a que todo es más caro cada vez.
Odio estar gordo. Aunque tenga un plan. Odio tender a la obesidad. Así parezca delgado. Odio la grasa acumulada en mi cuerpo. Y me irrita la impotencia de no poder hacerlo todo ya: el viaje a Londres, una lipoescultura, trabajar de actor.
Ayer, en casa, hemos tenido una linda reunión con Dante. Hemos visto los videos de la obra que grabamos durante el último ensayo. Ha venido el gran Boisano. Hemos tomado cerveza y hemos comido unos sanduchitos que preparé yo, y que, modestia aparte, me han quedado muy bien.
A veces, sueño con el amor. Me enamoro fácil.
Odio tener que volver al trabajo. Volver a la vida normal. Pero hoy es sábado. Y estoy tranquilo. Y tengo un departamento con aire acondicionado, con el verano afuera tan angustiante, con los cortes de luz en el conurbano, y yo acá me enquisto porque soy o estoy de una manera o la otra.
Odio la homofobia en el taller de escritura. Odio haberme equivocado así en uno de los cuentos que llevé al concurso.
Odio no trabajar de otra cosa, en la que pueda desplegar otros talentos, más creatividad.
¿Por qué hablo de mis odios y no de lo que amo?
Odio no tener cuerpos a disposición donde depositar mi sexo.
Quiero ir al gimnasio, pero no tengo el dinero para la ropa. Y así. Tampoco para las antiparras: tampoco iré a la pileta. ¿Hasta cuándo? De a poco. Y si todo sube. Ojalá la historia sea justa con los soretes hijos de puta que gobiernan este país ahora. Ni hablemos de Colombia, mejor ni hablar de eso. Pero la inflación acá hace también que hierva mi furia.
El mal humor, una constante en estas mañanas. Anoche me he quedado con ganas de salir de fiesta. Y mejor que así haya sido.
El mal humor por no escribir ficción.
Ver el vaso medio lleno, no la carencia, no la falta, si no la abundancia. Estoy agotado. Como si no pudiese con la soledad, porque a veces me encuentro solo.
Y me regodeo cuando estoy acompañado por seres como ellos, como mis amigos, ahí me siento afortunado. Y después quiero más. Escribo sólo para despejar tanta intensidad, para ver si calmo un poco toda esta angustia que me ha sido dada.
Hablo solo. Porque no puedo escribir a la velocidad de mi mente, entonces hablo, imagino que estoy en terapia y hablo, me analizo, analizo mi vida.
Las dos caras, los polos opuestos, lucho entre las sensaciones oscuras y el deseo de superarme en el dolor.
*
Recordar. A veces me parece imposible, después del sexo, querer quedarme con el otro y que el otro quiera quedarse conmigo, pasar mucho, mucho tiempo juntos.
*
Debo ir al supermercado, comprar algunas cosas, cosas para mi cena de mañana.
La gente violenta. Ha sido una linda noche igual. Despierto envidias, por mi carisma, despierto envidias.
*
Detenerme. Me detendré, ha llegado el día. Un poco de ansiedad. El mandato social: celebrar. Hazlo así, con alcohol, sonreí, mostrá lo feliz que estás. Y esta noche brindaré solo. Ya quiero que pase. No debo gastar más dinero. Temo. Siempre escribo lo mismo.
He despertado con ganas de escribir. El cuento ese que corrijo es muy difícil, requiere mucho trabajo la corrección, la cadencia de la prosa. Y que forma y contenido lleguen a una unión tal que devenga en buen arte.
Ayer celebré un poco la vida, celebré mis virtudes, y en medio de mi alegría desbordada, me he adulado un poco.
Y me da miedo adularme. Me da miedo que terminen estas vacaciones y volver a la cotidianidad, a la vida de siempre, a la que tengo que hacer para pagar precisamente todo esto. Me da miedo. Miedo regodearme en mis talentos, miedo volver a ese lugar, a la condición de empleado, miedo a que no me alcance el dinero.
Hoy debo hacer un ritual, lo haré.
Por acá recién externaron Maricafé (
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https://www.facebook.com/maricafeok/). ¿Lo conocés? Yo todavía no fui pero la zona es linda.
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Oh, no, no, no estaba enterado. Gracias por la data, Isa. Conozco Feliza. ¿Fuiste? Está lindo y muy grande el lugar. Después voy a ver si paso por este Maricafé.
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No, no conozco pero parece muy buena onda. Mi única amiga lesbiana que tenía acá se fue, así que no tuve ocasión. Este Maricafé lo encontré paseando por el barrió y me dio cosa el nombre. A mí no me parece divertido para nada, pero si le cae bien a ellos… 😉
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Hay uno que se llama PUTO. Le dicen Pe, u, te, o. A mí me parece horrible. Pero bueno… ¡Un abrazo, Isa!
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¡Qué estupidez! 😕
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Muy real a pesar de la locura encarnada por el protagonista
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Jejeje. Gracias, riol.angel. Muchas gracias por leer y por pasar por el blog. Éxitos con la poesía. ¡Un saludo!
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sigues siendo anónimo
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Así es, incrospido5. Muchas gracias por pasarte por el blog. Un saludo. ¡Y feliz año 2019!
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