Tratamiento, feministas y mar

Tal vez sea muy pronto para sacar una conclusión. Tal vez, demasiado pronto para escribir lo que estoy pensando, la suerte de desencanto. Demasiado pronto para juzgarme por haberle preguntado si mañana era muy cerca para verlo. Demasiado pronto porque aún no lo conozco a profundidad. Tal vez me encuentro confundido. Tal vez haga falta verlo de nuevo.

Supongo que la sobriedad me hace ver las cosas con un poco más de claridad. La pregunta, en el aire: ¿es la persona indicada? ¿Somos realmente compatibles? No quiero estar subestimándolo. Siento que no debería compararme. Pero es como si notara que puedo ofrecer más seguridad. Me refiero -además de la seguridad para comportarse en público-, al momento en el que, cuando veníamos de cenar, miró a un chico que pasaba en un auto. Como si sintiera que necesito a alguien con más seguridad en sí mismo, con más carácter también. Pero al mismo tiempo, como dije antes, no lo conozco.

*

¿Por qué quedarme con lo malo? ¿Por qué volver a pensar en que le propuse vernos hoy, en cómo se fue corriendo, en que no me gusta que se haya ido con sus amigos a un bar? Haberle dicho que por cuántas semanas más me iba a dejar con la leche guardada -así le dije, “la leche”-.
Porque, claro, soy posesivo, y tengo la idea de que debió ser más perfecto todo, debió quedarse conmigo. No quiero caer en una lista de defectos. Pero (siempre pero) suelo ser intenso. Y tengo una necesidad de compañía tan grande.

Por un lado, quiero que me escriba. Por el otro, supongo que es mejor esperar a estar bien de esas verrugas -una lisa cerca del ano y la otra, rugosa y grande en el dedo gordo del pie-. Esperar un tiempo para entrar en contacto.

Laitan dice que en esos ambientes en los que se mueve él -saunas, boliches, bares-, está expuesto a todo. Pero al mismo tiempo, hay una cuestión ética en no contagiarlo de nada, en protegerlo. Una cuestión ética y moral. Si bien no tengo la obsesión dolorosa, claramente amanezco pensando en ese tema, en él.

Ya no estoy para cosas efímeras, pienso ahora. Quisiera algo a largo plazo. ¿No es acaso todo efímero en esta forma de vida? Entonces investigo sobre las cartas natales de ambos, sobre si seremos compatibles, me adelanto años luz, porque veo a cualquier persona que me gusta como un prospecto de pareja a largo plazo.

Buscar. Y que sea tan difícil. Pero ahora debo enfocarme en estar bien conmigo mismo.

*

Ansiedad después de la terapia de grupo por la forma en la que habló el terapeuta.

*

Escribir sobre cualquier cosa. Es un lindo día. Mañana iré al mar. ¿Debo comprar dólares?

Hoy iré a despedirme de la psicóloga.

Es cierto, la vida sin drogas se percibe mucho mejor, más claramente. Ya es lo suficiente difícil, como para nublar la manera en la que razonamos, y entorpecer la percepción. Pero pareciera, por momentos, que con alguna sustancia, este entorpecimiento, este nublar aportara cierto tipo de alivio.

*

Las terapias de grupo y cierta ansiedad por cómo quedo con los compañeros, siento que en la obligación de decir cosas, digo estupideces, cosas sin sentido, hablar por hablar.

Los demás, sus historias. Supongo que es bueno escucharlos, que es bueno ver a qué punto llegaron por consumir sustancias.

Y saber que no he tocado fondo. O sí. Pero que otros han llegado más lejos. Que tomé una buena decisión, a tiempo.

El viaje. Mantenerme sobrio.

Las fotos, esperar que queden bien.

A veces, leyendo el blog ese que sigo, me doy cuenta de cuán poco profunda es mi línea de pensamiento, mis análisis. Me noto menos inteligente de lo que quisiera ser.

Ahí, en los grupos, debo hablar, a veces hacen preguntas, así que debo responder, y exponer esa ignorancia. Es un momento, una etapa, ya pasará supongo.

*

De regreso en casa. Es mejor así, estar acompañado, quiero decir. Y haber tenido cosas para hacer, gente con quien pasar el rato, así no me ganan las sensaciones difíciles. Me acostaré a leer ese libro sobre la soledad de la psicóloga española.

El mar, ellas. Y esto que quiero escribir desde el primer momento: la chica con la que no tuve compatibilidad, que se define a sí misma como feminazi abortera -tal vez a manera de chiste, no lo sé-, y con quien tuve choques constantes. Tal vez después me arrepienta de escribir algunas cosas, como ya es usual. Intuyo que más allá de buscar la igualdad de derechos, su resentimiento parte de una rebeldía infantil, de hacerse cargo de ciertos padecimientos que ni siquiera tuvo que vivir. He aquí mi respuesta ante una posición radical, sobre todo cuando se omiten, seguro inconscientemente, ciertos privilegios, como siempre, en lugar de establecer puntos de conexión entre oprimidos. Porque los modos de opresión están interconectados. Y ella, que muy seguramente nunca tuvo que esconderse para expresar su sexualidad, que no sabe lo que es padecer el miedo de ser excluido por tener una preferencia sexual diferente a la del statu quo, ella en lugar de ver que no soy el varón en quien posicionar su lucha, en lugar de buscar puntos de conexión -ya lo dije-, se centra en diferencias con un hombre, por el simple hecho de serlo.

Su fastidio explícito en ciertos momentos, y cómo tuve que mantener la calma para no mandarla a la mierda. Aunque a veces no pude evitar responderle de mala manera. Pienso que mientras los humanos sigamos viéndonos como entes separados, mientras sigamos construyendo barreras -en el caso de ella y yo, tan innecesarias-, entonces no lograremos avanzar.

Es demasiado utópico lo que planteo, incluso poco claro, lo sé. Porque al final, somos una misma humanidad, y pelearse por pelearse…

Seguir pensando en el hombre aquel, porque si siento atracción por alguien, entonces ya idealizo, ya pienso que puede ser que se convierta en ese que tanto espero. Entonces me acostaré a leer ese libro sobre aprender a pasar tiempo a solas. Seguramente caiga dormido.

*

Lo mismo de ayer: el resentimiento aún vivo por aquella mujer, por haberme guardado respuestas violentas. Mejor así. No haber pateado el tablero, y no haber sido lo violento que pude haber sido.

Sororidad tienen el descaro de adjudicarse, y después hablan mal de la una y de la otra, son unas yeguas entre ellas, y se jactan de una cosa que no existe para sentirse en comunidad.

Ya está, ya quedó atrás.

Al final, más allá de la convivencia, supongo que fue lindo ver el mar, sentir la arena en los pies, oler la sal, y, aunque fuese unos segundos, mojarme los pies.

Author: Anónimo Temporal

Empezaré por un diario de mi propósito de recuperarme del abuso a ciertas sustancias y al sexo. Contaré historias sobre mi vida. Si toda narrativa es ficción, esta es, entonces, la ficción de mis días, la ficción de mi vida.

4 thoughts on “Tratamiento, feministas y mar”

    1. Sigo aprendiendo de tus términos. No conocía el ñañaras.
      Me acuerdo del Tuani 🙂
      La verdad, sí que quisiera algo a larzo plazo, formar un vínculo, una familia, pero suena tan lindo como difícil. Qué sé yo. Habrá que lograr estar bien con uno mismo.
      ¿Cómo sigue esa espalda?

      Liked by 1 person

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