Repetirme, o recaer como dicen. Quien comete el mismo error una y otra vez, está haciendo algo mal. ¿O es un loco, dicen, que son los locos quienes cometen el mismo error una y otra vez? ¿Por qué no puedo pasar el momento sin irme de fiesta?
Y ese chico, con esa verruga, a quien le conté toda mi vida, y ahora no quiero volver a verlo. El scort, que ya cuando iba en el auto, me envió un audio, me dijo: no atiendo a personas en situación de consumo, pero yo ya estaba yendo, con la noche encima, bien embalado. Fui igual. Y luego, cuando había pasado una hora, me dijo que me fuera o llamaba a la policía. Y el hombre ese, el hombre del que me podría enamorar, pero me dijo que era solo activo. Lo conocí en un sauna. Porque no contento con todo lo que había hecho, después me fui a un sauna. Y vine con el hombre ese a casa, y pedimos comida. No tuvimos sexo, pero nos revolcamos en mi cama.
*
Llamar al editor por teléfono, un domingo a las 10:47 de la mañana. Llamarlo por Whatsapp y que rechace la llamada. Llamar al primer hombre con el que salí en Buenos Aires, hace más de una década. Y luego chatear con él. Completamente enloquecido, nublado. No quise re leer luego la conversación. No era yo, estaba poseído por la sustancia. Buscaba con quien estar, compañía, alguien de quien abusar, un pene que meterme a la boca, alguien que me cogiera, sexo fácil.
Luego, la vergüenza. La culpa.
Ahora contemplo iniciar un tratamiento en un centro especializado en el consumo de drogas.
*
Las contestaciones de los demás, esta cultura maltratada y maltratadora a la que vine a exiliarme.
Acabo de pagar la entrevista de admisión al tratamiento para dejar de consumir. Áspora dice que es lo mejor. Todavía no lo hablé con mi psicóloga de siempre porque el martes no tuve terapia. Le propuse hacerlo online, pero me dijo que en el consultorio no tendría buena señal. A ninguno de los dos se nos ocurrió hacer una llamada telefónica. Tengo miedo de no poder recuperarme. De seguir dando vueltas en este tormento que tanta energía y dinero se ha llevado. Vengo intentando salir desde hace varios hace años ya.
*
Durante el año 2018 y 2019 estuve tranquilo, con periodos de fumar mucha marihuana. Pero luego, volví a caer en esa mierda de sustancia, que me altera horriblemente.
Ahora llega el otoño. Supongo que hacer el tratamiento es lo mejor. Quedarme sin dinero por estas locuras. Hubiese empezado en diciembre, y tal vez ya habría avanzado.
Es posible salir, quiero creer que es posible. Pero siempre termino cayendo. Así que ahora dudo de mi poder de voluntad, tan fuerte parecía en un momento.
Hace frío, mamá está lejos, no puedo -como en aquel año 2017- irme a su casa, internarme allí.
¿Cuánto tiempo más ha de pasar hasta darme cuenta de que no puedo controlarlo, que es algo de mucho cuidado?
*
Si no puedo soportar estas situaciones leves que me causan soledad y ansiedad, y entonces opto por un consumo, ¿cómo podré hacerlo con situaciones peores o realmente duras?
Aún no sé si es la opción correcta iniciar el tratamiento para dejar las drogas en un lugar especializado. O si debería seguir con la misma terapia, y si sólo con esa terapia tendría la fortaleza para mantenerme sobrio.
Mantenerme sobrio. Eso es lo que debo hacer.
*
Según leí, el rencor al círculo cercano propicia la recaída. Así que no debo enquistarme con ellos. El domingo la he visto a Raira.
A veces me da por detestar a los del trabajo, ya lo he escrito antes. A mi jefe, porque ignora, porque pareciera ser una loca mala. Igual que el gerente venezolano, al que se le subieron los humos por su rol, que distrata -creo que no existe tal palabra-. No llega a ser un maltrato. Divas. ¿O tendrá que ver -como intenté decir antes- con mi propio narcicismo, con mi propia necesidad de reconocimiento? Lo que recibo a cambio de esa jauría es que me ignoren o me traten como poca cosa. Tampoco quiero más trabajo. ¿Se darán cuenta que hago poco? ¿Me vigilarán, y sabrán que dedico pocas horas? ¿O simplemente me evaluarán por objetivos?
Ahora, el pintor en la escalera, en el pasillo, afuera del departamento. ¿Cuánto van a tardar pintando esto?
¿Por qué he amanecido tan atormentado hoy, con este mal humor, odiando tanto?
Anoche, la señora C desde la ventana de su cocina, parada, tal vez lavando platos o haciendo no sé qué. Porque no sé si tiene ahí el lavaplatos o una mesada. El caso es que me pregunto, si aún cerrando yo la cortina puede ver hacia dentro de mi departamento. Intuyo ve hacia dentro de mi casa, quiere saber todo. Han sido ya varias -numerosas, podría decir- las veces que, en la noche, cuando termino de cenar y de fumar el cigarrillo de la noche, y apago las luces de la sala, y entro al cuarto, ella aprovecha para salir, como si no la sintiese igual. Claro, porque puede ver desde su ventana, porque vigila. Y cree que desde la habitación no voy a sentir que ella sale, que no percibo que baja y sube de inmediato, vaya uno a saber por qué o para qué. Si es para darle un paseo a su perra o si tiene algún TOC. O si simplemente está loca de remate.
El día que estaba con el hombre ese y hablábamos… ese día no le quise pedir que bajara la voz, tampoco hablé con bajo volumen yo. Oí que abrió la puerta, y la volvió a cerrar con todo el cuidado del mundo. Puede ser paranoia, claro. Pero tengo el oído agudo.
Tal vez sea esa la razón de mi malestar. Los ruidos desde temprano que me impiden dormir. Uno de mis karmas. El despertador de la inconsciente de arriba que vibró en la madrugada. Y luego sus pasos. El ascensor. Ahora ya puedo usar los tapones de nuevo. No había querido usarlos luego de la ingesta maldita más reciente. No sé bien por qué, no quería taparme los oídos para dormir.
Que escuchen, que sepan todo de mí. Tal vez fume un cigarrillo. Tal vez salga a caminar.
Ese bulto en el dedo me preocupa.
Si no hago terapia, entonces he de escribirlo todo, a ver si puedo liberarme un poco de tanto pensamiento que, si se queda adentro, se vuelve nocivo.
Debo trabajar, debo hacer algo. En dos semanas me iré al mar con algunas compañeras del trabajo anterior.
*
Un poco de paz, qué difícil es. Ahora, otra construcción en el edificio, y despierto con los martillazos en un piso inferior. La mujer de al lado y sus portazos, porque se le arma corriente de aire, intuyo. Antes, los resentidos estos pintando en el pasillo. Por suerte, la mujer de arriba parece no estar ahí, hoy no se escuchan sus pasos.
Qué asco verme en ese lugar, el sauna al que me invitó el tipo con el que me obsesioné. Reapareció dos semanas después, y me dijo de ir a ese sauna. Y yo consumiendo cocaína. No vale la pena narrar ya esa última vez. Verme allí, en esa pileta sucia, desnudo, con otra gente viendo cómo me tocaban, cómo nos besábamos. Si por lo menos me diera morbo, pero no. Qué asco, qué pérdida de tiempo.
No quiero trabajar, no quiero hacer nada más, estoy cansado de vivir. Como si hubiera perdido la fuerza para continuar. Es lo que causa el consumo.
Siguen sonando los martillazos. Como un karma.
Y la plata malgastada, mal invertida…
*
Ayer inicié el tratamiento. Empecé con una sesión de grupo.
Ahora iré a yoga.
Ayer fui a cenar con Laitan.
Estoy un poco malhumorado, no sé bien por qué. El portazo de la vecina anoche. El recuerdo de la intensidad del novio de Dante (¿por qué recuerdo estas cosas ahora?), la disyuntiva de si escribirle o no al sujeto aquel. La llaga el el pie, la verruga en mi parte de atrás. Y pensar si debo escribirle. Con todo este prontuario… Debo tener cuidado con el mecanismo que me dice: ¿quién te va a querer así?, como si no fuese digno de amor por el virus este, por tener un problema de consumo de sustancias, por el prontuario como dije antes.
Ha vuelto la mujer de arriba. Ahí está con su novio, jugando con el perro. Siento sus pasos, sus voces. La desprecio y la envidio. La desprecio por bulliciosa. La envidio porque tiene un novio, porque está acompañada.
¿Y cómo saber si es mi intuición la que me dice que no es una buena idea un tipo así, o si es que estoy partiendo de la base del rechazo, de una idea facilista que me aleja de la posibilidad de construir?
A la mezcla de verrugas con adicción, se le suma ahora el enamoramiento pelotudo por este tipo.
Las historias así me encantan, es un gusto leerte Anónimo. Mi espalda atrofiada, no puedo caminar mucho. Espero que tù si estés bien. Abrazote grandote a la distancia.
LikeLiked by 2 people
¿Por qué la espalda atrofiada, Meatov?
Sí, acá bien. Para como está el mundo, y lo que se ve en la calle, supongo que estoy bien.
Un abrazo fuerte también. Y que te recuperes pronto.
LikeLiked by 1 person
Caída de hace un par de años. En lo que se puede cada día más pobreza, los hospitales son buenos medidores de la crisis económica, no hay analgésico, ni antipireticos. No dejes de escribir, me gusta leerte.
LikeLiked by 2 people
Gracias, amiga, por alentarme y estar ahí leyéndome.
Sí que es una situación complicada la de estos países nuestros. Quisiera ser más optimista, pero la realidad es como una bofetada.
Te mando la mejor de las energías. Abrazo. Muy lindo seguir en contacto.
LikeLiked by 1 person
Gracias amigo. Cosas más complicadas llegan, nada llega solo. Abrazos
LikeLiked by 2 people