De cuarentena en soledad

Saber amar, aprender a cuidar, así uno no esté de acuerdo con el pensamiento de esa persona, del progenitor. Mi madre me contó hoy que Trump les dio 1200 dólares a los ciudadanos estadounidenses. Que en ese país sí hay plata, dice. Quedaron arreglados con su cuarentena, agrega. Mamá vive en otro mundo. Ojalá pueda darle yo una mejor vida.

Hoy estuve tan asustado, tan temeroso, tan triste. Podría racionalizar el por qué. Toda la situación. Y tuve un estallido de llanto, por suerte, cuando vi La guiada, del Cervantes, una obra en la que hacen un recorrido guiado por algunas partes del Teatro Cervantes.

*

Ando con los odios alborotados. Y eso que no veo a nadie personalmente. Pero como bien lo escribí hace unos días, por más que sea virtual el contacto es posible percibir la estupidez humana, la soberbia, todo lo que me hizo odiar a esta raza corrupta.

¿Para qué, entonces, quiero que termine todo esto, si no quiero volver a esa oficina a verles las caras a esas mujeres?

Odio que la gente no conteste los mensajes. El voluntario imbécil ese, al que no volveré a hablarle, a menos que me hable él, marica espléndida. Ingeniero, con todo lo negativo que eso significa.

Y mi jefa, siempre ella, como un punto de retorno en mis odios. Y ni siquiera es que me haga cosas particulares a mí: es su personalidad, el modo en el que deja de lado, por ejemplo, a su jefa (directora del área), puesto que envidia ese cargo. El comentario sobre el sueldo, la presión por las ventas, luego de que estuvo desaparecida todo el mes abocada a la logística y no se metiera en las ventas, para de repente aparecer a apurarnos.

El futuro en ese lugar está viciado. En algún momento debo conseguir otro lugar para trabajar. Por ahora, debo dar las gracias por recibir el salario de ahí.

Y sé que no imagina ni un poco el resentimiento que le guardo. Bien dicen que no es tanto lo que te dicen o te hacen, sino cómo te hacen sentir; y esa mujer me ha humillado y lo que cargo es el resentimiento de meses completos de soportar su yugo. Gorda infeliz. Eso sí, no puedo permitir que se note mi odio hacia ella. Aunque el inconsciente es traicionero, ya lo sé. Pero si he manejado bien la situación de manera presencial, supongo que podré hacerlo de manera virtual. Y ahora hablan de extender la cuarentena. Y por más que flexibilicen medidas (o cómo sea que le quiera llamar el gobierno), no creo que nos hagan ir a la oficina. Será una de las últimas cosas, mientras podamos trabajar desde casa.

 

Mamá, siempre deseando y pensando que lo de los demás es mejor.

 

Después me arrepiento de la ira y de las palabas fuertes hacia las personas.

Vendí. Todo un logro en este contexto.

Hay días en los que la esperanza es mayor. Días en los que es más fácil ser optimista y confiar. ¿Y hasta cuándo irá el encierro? ¿Alguien piensa en la salud psíquica de quienes hace tiempo vemos la vida en confinamiento? Supongo que el plan apunta a salvar vidas: eso dijeron en el taller de escritura el otro día.

 

Recuerdo cuando veía el video de los… no sé, argentinos, colombianos, no sé ya, viviendo la cuarentena en Wuhan, y parecía tan lejana la situación. Ahora estamos así. El virus se esparció por el mundo y estamos todos encerrados.

Soy un vendedor en tiempos de crisis, un vendedor que debe mantener el ánimo porque sin ánimo no hay camino.

¿Y la actuación?

 

Todo el día hablando con ellas, todo el día relacionándome con ellas ahí, en el mundo del trabajo. Se empieza a armar una interacción, pero virtual.

Cuánto tiempo gasto escribiendo estas líneas. Si ellos, en el taller de escritura, supieran que escribo todo esto.

 

Todo el día, frente a una máquina: qué suerte que puedo pasar la vida con estos aparatos: son mi contacto con el mundo, la tecnología. Pienso que algo peor al coronavirus sería un mundo en el que las comunicaciones terminaran completamente. Inimaginable. De qué vivirías, qué harías para subsistir. Ahora, por lo menos, sigue todo conectado de manera virtual, entonces seguimos construyendo lazos.

 

Por fin viernes. Qué semana. Digo por fin, porque por más que maneje los tiempos y horarios como quiera ahora que trabajo desde casa, debo despertar temprano. El sábado, en cambio, puedo dejarme dormir hasta la hora que quiera.

 

La mañana es más complicada, siempre. La tentación de fumar está. Pero no lo haré. No por ahora. Si no, debo tomar una siesta en medio de la jornada.

Viernes. Es momento de trabajar.

 

Anoche soñé con Pampeano. Soñé que venían Laitan y el novio de Laitan a casa, pero no era mi casa, era otro departamento, y resulta que Pampeano estaba escondido en el baño, porque me quería dar una sorpresa, pero yo me enojaba, creo que le decía que no podía entrar así a mi casa, que esperara que yo lo llamara. Veía su cara brotada también.

 

Escribir. Escribir sobre el chiste que hice en la reunión virtual, y que tal vez no signifique nada, pero que me deja pensando. Escribir sobre lo que nos han dicho hoy en el trabajo: que nos sacan este y otro beneficio, que no aumentarán el sueldo tal como habían dicho. Escribir. Escribir sobre la venta que cerré ayer y que me hizo feliz por un rato. Escribir sobre el miedo que es ya costumbre, pero que se acrecienta con el paso de los días. No sé bien a qué. Es un día a día, como me dijo una compañera hoy en el trabajo.

Y yo escribo. ¿De dónde viene este desanimo?

Ahora es todo tan complicado: escribir historias, pensar en una obra, pensarme como actor siquiera. Con esta pandemia en el medio, ha quedado desdibujada la vida.

¿Fue desubicado mi chiste? ¿Quiénes lo oyeron?

¿Soy un narciso, un egocéntrico por solo escribir sobre mí?

Mi vida se ha desdibujado. ¿Era esto la adultez? Es temporal, es solo un periodo. Y yo cumpliré mis sueños. Y volveré a actuar. Siempre vuelvo a actuar. Es así. No sé cuándo. Debo mantenerme firme.

 

Olor a obra con sudor de obrero latino.

Pienso en el sexo. ¿Cuándo tendré sexo de nuevo?

No sé cómo pasar el tiempo.

Author: Anónimo Temporal

Empezaré por un diario de mi propósito de recuperarme del abuso a ciertas sustancias y al sexo. Contaré historias sobre mi vida. Si toda narrativa es ficción, esta es, entonces, la ficción de mis días, la ficción de mi vida.

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