Calma (sigue la cuarentena)

Lo he denunciado. Ahora pisa fuerte. No sé qué hacer. Es imposible convivir de esta manera.

Como un niño histérico, se ha puesto furioso el tipo de arriba y ha pataleado todo el día, luego de que le pidiera una vez más que detuviera la gota que cae de su aire acondicionado. Intenté ir y tocarle la puerta. No me respondió. Me dijo que dormía. Le envié videos de su aire cayendo en mi baranda. Me dijo que del mío también cae agua al 1A, pero que la señora maneja sus “ruidos mentales” (sic) de otra manera.

Le comuniqué esa respuesta a Laitan, y me ha sugerido que lo denuncie. Así que llamé, me dieron un correo. Hice la denuncia. Y ahora he pedido unos tapones para los oídos, así duermo. Tengo miedo. Tuve más miedo en la tarde. Ahora estoy más tranquilo. Bebo un vino. Mañana debo trabajar, conectarme temprano.

*

Usé los tapones. Dormí de corrido unas ocho horas. Más o menos. Despierto, por supueso, pensando en el tipo de arriba, en su actitud poco ética e infantil. Ahora debo trabajar.

*

Anoche usé los tapones, sí. Iba a escribir sobre eso de nuevo. Cambié de lugar. Estar acá encerrado es todo un tema en sí mismo, el confinamiento, la convivencia.

Y un rato de ocio después. Debo decir que me dio miedo ayer, que aún tengo miedo.

 

Me ha llamado una compañera a hablarme del cuento que leí ayer en el taller de escritura. Hacen interpretaciones, les ha gustado. Lo han criticado, por supuesto. Pero al final creo que no haré ningún cambio significativo de estructura o a profundidad.

 

Escribo para matar el tiempo. Para más que eso, en realidad. Escribo porque es mi destino hacerlo, mi don, mi única manera de sobrevivir. Como drogarme. No, eso tal vez no. Era un chiste.

Creo que el presidente ha dicho que no pueden entrar más vuelos de repatriación. Quieren cerrar las fronteras.

Ahora llega el otoño, menos luz. Es una época especial: claro, estamos encerrados, todos en nuestras casas.

 

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Sigue la cuarentena. Son las 9 y 40. Aún no empiezo a trabajar. Pero ya me pongo con eso. Quería hacerle algunas correcciones al cuento que al parecer ha causado remozón en el taller de escritura.

Debo trabajar.

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Hoy fumé antes de empezar el horario de almuerzo. Cuando no hay comunicación con una cabeza de equipo, me estreso. ¿Qué están haciendo? En fin.

Quiero más espacio: otro lugar para escribir, otra oficina, digamos; y un lindo lugar para poner una cinta y poder correr, y si me dejo soñar, una piscina también.

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Hoy dormí una siesta en la tarde, en medio de la jornada de trabajo en casa. Aún no son las nueve de la noche y ya afuera empiezan a aplaudir.

Hoy soñé que estaba en la casa de la abuela en Macondo, que me quedaba solo ahí. Mentiría si digo que no tengo un poco de miedo. Pero estoy seguro de que va a pasar.

El tipo de arriba se ha calmado. Creo que prefiero no escribir sobe él, no atraerlo. Los tapones funcionan bastante bien; combinados con un cuarto de Alplax, mucho mejor. Pero no debo hacerlo seguido.

Ahora que escribí sobre él, saltó cantando el tipo de arriba; asustó a la mujer con la que pasa la cuarentena. ¿Cómo harán para pasar tanto tiempo juntos sin salir de un espacio reducido?

 

No sé si tomar vino, no sé qué comer. No sé qué hacer. Hoy puedo decir que el encierro me afecta.

Me siento junto al balcón y escribo, a falta de una actividad mejor. Quisiera tener más actividad, agitarme. Pero es un descansar tras otro, es una quietud que me hace temer.

 

La gente se graba, se muestra en sus casas, en sus vidas encerradas. Es más lindo cuando se cuenta con las palabras, con pretensión literaria, que ese reality que arman a través de las redes sociales.

Me gustaría ir al mar, es lo que más disfrutaría luego de este periodo de cuarentena.

 

No puedo analizar la realidad, porque no sé, no entiendo, ni puedo prever que sucederá; entonces, escribo ficción y escribo sobre mí, sobre mis días, mi encierro. Y no hay mucho para contar, porque nada sucede: las conversaciones aquí y allá, con el uno y la otra.

*

Por la noches me siento a escribir, después de estar durante el día conectado al mundo ese de la oficina; estamos en medio de una crisis, y yo sólo espero caer de pie, seguir en pie.

En fin, lo mismo de lo mismo: el virus, la cuarentena. El vecino (otro vecino) que me miraba en el supermercado chino. Solo escribir la palabra vecino me hace pensar en el tipo de arriba. Estoy de mal humor. Odio.

Otra vez, el tema de la logística. Y yo que no quiero exponerme, no quiero andar dando vueltas en lugares de alto riesgo. ¿Estoy exagerando? Las noticias, en todo caso, serían las que exageran.

*

Lo mismo de siempre: el tipo de arriba que hace ruidos fuertes. Los hace cuando quiere. Áspora me dice que no le dé mi energía: no me dejo afectar. Está peleando con él mismo, supongo. Lo hace a propósito, estoy seguro: seguramente le han notificado de la administración que yo me quejé. ¿Y cuando reciba la denuncia? Pienso en mudarme. Pero el contrato vence a finales de agosto recién, así que debo esperar cinco meses en este departamento. Además, es lindo lugar. Es tranquilo cuando el tipo de arriba no hace sus ruidos infernales. Es luminoso. Es muy lindo lugar. Pero si el tipo de arriba continúa enemistándose conmigo. Me bloqueó del Whatsapp. No quiero hablarle: Laitan me aconseja no hacerlo. Llevo un año y medio intentando que entienda que el goteo de su aire y sus ruidos fuertes son incómodos. Y el otro día se enojo. Hijo de puta. ¿Qué haré?

Tira cosas, camina fuertísimo. Mal tipo. Es eso, se lleva mi energía.

*

No sé qué haré ahora. Supongo que comeré. Y luego veré alguna película. Anoche tomé vino de más. Y volví a tomar la pastilla. El tipo ha hecho ruidos a las 4 de la mañana. No sé si me molestan tanto sus ruidos como que quiera fastidiarme. Porque entonces lo logra. El que se enoja pierde, dicen. Ya quiero que todo esto pase. Quiero mantener la calma y la tranquilidad, de modo que todo me traiga buenos acontecimientos, como siempre ha sido.

Author: Anónimo Temporal

Empezaré por un diario de mi propósito de recuperarme del abuso a ciertas sustancias y al sexo. Contaré historias sobre mi vida. Si toda narrativa es ficción, esta es, entonces, la ficción de mis días, la ficción de mi vida.

7 thoughts on “Calma (sigue la cuarentena)”

    1. ¡Hola, Meatov! Acá estamos en cuarentena obligatoria, por mi parte mañana cumplo una semana encerrado: sólo salgo para ir al supermercado o a la lavandería, y cada varios días. A veces no puedo creer que todo esto sea real. Te mando un abrazo.

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    1. ¡Hola, Diana! Recién veo este comentario. Se había quedado perdido en la lista de notificaciones. Y recién ahora lo veo. ¡Gracias por comentar! Y qué bueno que hayas disfrutado de la lectura. Ahora me paso por tu blog, así nos leemos mutuamente. ¡Un saludo!

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  1. No creo que tengas q reprimir tu ira x lo del vecino o cuánto te afecta y el mal humor q te da. Eso es peor. Además si te enojás o no, él no se entera. Entonces al menos amigate con las cosas que sentís… Y probá lo de la escoba jajajaj (seguí hablando con el administrador y el dueño del depto!! Con mi vieja hace muchos años vivíamos con ruidos molestos tmb, y no se puede vivir así, no es vida, te volvés loco.)

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