Paciencia (el vecino en cuarentena)

Algunos problemas en la red del Internet hoy, la conexión no andaba tan bien. El asunto, aunque mínimo, logra atormentarme, hace que emerjan mis miedos. Las cucarachas pululan, cada vez hay más. El tipo de arriba saluda a la vecina de abajo (la del segundo piso); ella salió a tirar la basura, y él le grita desde el balcón: ¡hola, diosa! Creo haber entendido que ella subiría y que cocinarían juntos.

Debo cortarme el pelo, cortarme las uñas.

Fumo marihuana.

*

Supongo que haré algo de ejercicio: unas lagartijas y unas barras. Por lo menos me harán sentir que no me entrego de lleno al letargo.

Lo que me tiene harto, llego a la conclusión después, es el asunto del trabajo. O todo junto, en realidad. Los ruidos del tipo de arriba. Que la computadora no agarre buena conexión a Internet desde el living. No poder salir, pasear. Ya después de tanto encierro, empiezo a necesitarlo. Y me asusta el consumo frecuente de marihuana, pastillas para dormir y alcohol.

Intento grabar los sonidos que hace el hombre de arriba. Me cortaré el pelo. Solo espero seguir conservando mi trabajo, que nos dejen vender. Tener el dinero necesario. Siempre tendré lo necesario dice mi carta astral.

Ahora no sé cuándo será la próxima vez que presente otra cosa en el taller de escritura. El cuento ese lo han criticado tan fuertemente en la primera lectura; ya en la segunda, cuando le hice las correcciones, al parecer ha gustado.

El otro día he hablado con Raira del amor. ¿Qué haré hoy?

Ahora que escribí ese cuento, tal vez sea hora de leer. Me doy espacios entre ficción y ficción.

Hoy algo de ejercicio hice.

Y entonces, la vida del escritor; pero por algún motivo (tal vez porque estoy atravesado por el contexto de pandemia) no puedo disfrutar.

El cielo es gris hoy. ¿Qué comeré?

Leo algunos cuentos de Abelardo Castillo.

Es bueno tener un lugar para vivir.

Extraño vivir en el barrio de clase alta.

Aunque vaya si este departamento es mucho mejor que los que tuve ahí. Lo único que no es mejor aquí es el vecino. Aunque se ha calmado. Debo dar gracias por eso.

¿Cuánto tiempo más dudará esta cuarentena?

Siempre, a la hora de dormir, la preocupación: el tipo de arriba pisa fuerte, debo usar los tapones.

Han extendido la cuarentena hasta el 13 de abril.

¿Por qué pisa tan fuerte? ¿Lo hace a propósito, como una forma de destilar lo miserable que es?

Raira me ha llamado, me ha dicho que se ha suicidado una prima de su madre. Intenté brindarle contención.

Tomo vino. ¿Qué más puedo hacer? Escucho la noche pasar. ¿Es feriado mañana?

Con este vecino me pasa algo parecido a lo que me ocurría con la casera: no puedo creer lo miserable que alguien puede llegar a ser. Ni siquiera me acuerdo de los tantos con ella, de los argumentos; sí me acuerdo de la sensación: no puedo creer que alguien piense o sienta así para con su prójimo; estoy seguro de que el tipo de arriba arreció los ruidos, y de vez en cuando, sobre todo a altas horas de la noche, aún sabiendo que es molesto, lo sigue haciendo, lo cual quiere decir que ser molesto no le importa, lo ha empezado a hacer a propósito. Dante y su novio, que vivían antes en este departamento, dicen que ya era así este hombre.

Hoy desperté al mediodía. Revisé el teléfono del trabajo y había mil mensajes: estaba seguro de que era feriado. Pero no.

Tuve que saltar de la cama directo a la computadora del trabajo e internarme sin parar. Bueno, me hice un poco de café. Ya mi jefa me hablaba, hablaban en el chat grupal.

*

Los talones del tipo de arriba taladrándome la cabeza cada vez que el muy inconsciente hijo de re mil puta camina. Lo detesto. Por momentos, mantengo la calma. Pero en momentos como hoy, cualquier cosa me hace rabiar. Las cucarachas también. Pienso en mudarme. Pero sé que es un gasto… Lo considero como una opción, pero no es posible prever de acá a seis meses cómo seguirá el asunto del virus, la economía de la Argentina en general, mi economía.

No quiero pelear, pero ya he aplaudido fuerte:  hago eso a veces cuando me desespero para que el tipo de arriba sienta que me afecta. Y empiezo luego a hablar sobre cuán falto de consideración es el miserable con quien vengo lidiando desde que me mudé acá.

Hoy es feriado. Debo estar agradecido concluyo después.

 

Sobre el trabajo: No debo preocuparme. No es mi problema, eso dice Laitan. Uno entra buscando dinero, y luego terminan comprometiéndote para que hagas cosas todo el tiempo, como si eso fuera tu vida.

 

No me queda claro si el infeliz hace los ruidos a propósito ahora, o si son sus movimientos normales, dignos de un maleducado, malcriado, de estrato inferior, que no le enseñaron a tener el más mínimo reparo para con el otro.

Pero si peleo, si discuto, es peor, por la maricona mala se vuelve loca. Ahora está sola. ¿Llamar a la policía?

Supongo que no salir aviva las impaciencias producto de la convivencia.

Author: Anónimo Temporal

Empezaré por un diario de mi propósito de recuperarme del abuso a ciertas sustancias y al sexo. Contaré historias sobre mi vida. Si toda narrativa es ficción, esta es, entonces, la ficción de mis días, la ficción de mi vida.

2 thoughts on “Paciencia (el vecino en cuarentena)”

  1. Podés pegarle un poco al techo con un palo de escoba, a ver si así el vecino entiende…

    Me encanta cómo escribís, aunque muchas sean tus miserias… da gusto leerte. Ojalá mejore todo 😦

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    1. Hola, anonimamente2020. Gracias por leer y por comentar. Sí, tenés razón, este blog son mis diarios, me desnudo -por así decirlo- y no le pongo filtro a mis miserias.
      Un saludo enorme. Y que nos sea leve esta etapa de cuarentena. Gracias, de verdad, por pasarte por acá. 🙂

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