Semana corta

No soy nada sin estas líneas matutinas, sin este espacio de café y escritura. Tengo que aprovechar a ver si termino alguna historia, la del hombre desafortunado.

El director se ha burlado, ha sido arrogante en la crítica el muy torpe. Y ahora se presenta con una reescritura completa, con una intervención de todo lo que escribí yo antes, sin anunciar siquiera que lo haría. Se da el tupé de darme consejos sobre cómo escribir siendo un don nadie.

Seré humilde. O por lo menos lo aparentaré. Aunque no esté del todo de acuerdo con la frase, en esta ocasión fake it until you make it.

Su arrogancia para contestarme, para hablar de mi creación, como si hubiera él hecho grandes cosas.

Es mi arma pues, no ser generoso y no enseñarles a esos que ostentan la actitud de este personajillo que habla ínfulas.

Por otro lado, pienso que ha sido bueno que se haya tomado el trabajo de pensar y repensar la obra. Pero sus actitudes soberbias y sus atribuciones empañan su predisposición. Le ha caído, además, como anillo al dedo, este proyecto, a su desocupación, y se lo ha tomado como propio y está cometiendo todos los errores de un ser soberbio.

Anoche pensaba que, si hubiese sabido desde el principio que estas eran las intenciones, no hubiese querido que él se uniera. Pero al mismo tiempo, estábamos tan desesperados por encontrar un director cuando él se unió, que ha sido un alivio encontrarlo.

Debo mantener la calma, no pelearme por más que ahora viva estos momentos en los que lo detesto, ser cuidadoso por la salud del proyecto. Aunque será duro controlar la ira y la aversión que me producen sus actitudes.

Poco pedagógico. “Eso no lo tenés que poner”, me dijo en referencia a las acotaciones sobre las luces en el texto. “Yo escribo lo que quiero”, debí haberle dicho. Con sus ideas de cómo contar una historia.

*

Ha sido una linda noche. Soy otro cuando voy al lugar al que me formé. Odio que haya colombianos por doquier, colombianos pobres. Hay muchas cosas de la cultura latina que odio. Raira no contestó unos mensajes míos y me violenté: “si no querés o no podés seguir hablando, decilo, pero no ignores”, le puse esta mañana. Ya estoy resentido con ella. Y ante cualquier mínima cosa, exploto.

Ha sido una linda noche. Soy otro cuando voy al lugar donde me formé, cuando soy el actor que hay en mí. Si tan sólo pudiera dedicarme a eso más tiempo, si tan sólo pudiera hacer más arte ahora, menos trabajo mental, más corporal, si pudiera actuar más.

Después me quedo con algo de miedo cuando envío esos mensajes como el que le envié a Raira. Mensajes combativos. No me quiero guardar nada ya y menos con ella. O con ellos. Anoche vi a Dante, a Boisano.

Como si quisiera que viniera otra etapa. Pero qué etapa puede venir, si siempre debo estar atado a producir dinero, a hacer dinero.

Hoy hay un paro general en la Argentina. Yo debo trabajar desde casa, y como me acosté tarde, me doy la licencia de empezar un poco más tarde las actividades. Me debato entre ser el chico que cumple y entre sacar un poco de provecho, además del salario y de los beneficios. Esas mujeres que trabajan ahí hace tiempo, incluso alguna que lleva poco tiempo, llegan más tarde, se van más temprano. Y hay quienes hacemos lo correcto. ¿Qué es lo correcto? Todo depende del punto desde el que se mire. Trabajar por dos pesos. Dos pesos es un decir. Dos pesos que pagan mi vida, que cubren mi salud, que me permiten ahorrar, esto y aquello. No poca cosa para como está el país, el continente. Todo depende de con qué te compares. El caso es que debería ya estar trabajando y estoy, en cambio, escribiendo estas líneas. Al mediodía tal vez haga ejercicio. Y así. Mañana es feriado.

Ha sido una linda noche: después de la clase de prueba, a ver si toman a Dante como docente en la escuela en la que me formé, hemos ido a tomar unas cervezas y a comer unas empanadas, hemos charlado, lo necesitaba. Y el jueves tal vez vea a Lara, mi amiga que vive en Miami. Una semana diferente.

Algo de culpa siento por no estar trabajando ya, así que pondré manos a la obra.

*

Lo mismo de lo mismo. Despertarse y escribir. Dicen que cuanto más viejo se es, uno percibe más rápido el paso del tiempo.

Si leyeran después todas estas cosas que escribo contra algunos seres… Soy iracundo. Pero luego se me pasa. No olvido. Dejo de lado, eso sí. Me decepciono y dejo atrás a ciertos personajes.

El sábado discutiremos cuándo estrenar la obra. Quiero ya estrenar para terminar con ese proceso. Por lo menos con los ensayos. Pasar a otra etapa. No estoy disfrutando.

 

Los hijos, las mascotas. Mi soledad. Mi necesidad de compañía y a la vez de tiempo a solas para hacer todo esto que me acostumbro a hacer: cocinarme, dormir a la hora que quiero, descansar. Descanso tanto, disfruto tanto del tiempo en calma. Y paso las horas frente a esta máquina, y siento que no saco provecho porque no escribo ficción. O lo que escribo es poco. Haré lo que pueda. Hablo del trabajo. Si otros llegan a cualquier hora, trabajan menos que yo. Para qué esforzarme. Por las comisiones, claro. Ya estamos en mayo. Y sólo pienso en ahorrar, en comprarme esto y lo otro. En que me alcance el dinero para todo lo que quiero, para mi ambición.

 

Letras viciadas. El café de la mañana. Y escribir sobre mis no ganas de ir a encerrarme en la oficina. Leo cosas sobre el trabajo, sobre la jornada laboral, sobre los derechos. Y yo paso un montón de horas ahí… Pero si no, cómo pagar mi vida. Me he dicho que quiero encontrar una actividad que me proporcione más placer. Algo diferente a la vida en esa oficina. Supongo que he de buscarlo. Pero en qué. Y eso que esta semana fue especial, corta, con el día de trabajo desde casa, luego el feriado…

*

Miércoles de descanso. No quiero esforzarme más por el trabajo ese. El tema son las comisiones. Y ver a mis compañeras vendiendo, ganando más que yo. Pero están desde antes, tiene razón mi prima.

Dos días y de nuevo descansaré.

Cada vez se me hace más difícil madrugar. Quisiera tomar una semana de vacaciones. Este mes no vendí casi nada. Que Dios me ayude. Siempre me ayuda.

*

Que intente más, eso me dijo el profesor el otro día a manera de chiste, porque hace un tiempo no llevo ninguna historia. No se me dan tan fácil los relatos. Una compañera dice que se sienta a escribir ya con la historia en la cabeza. Pero yo no puedo, tengo que encontrarle cauce a la narración a medida que la voy escribiendo. Entonces me trabo. Y así empiezo una y otra historia, y tardo mucho en terminar alguna. Hago el esfuerzo de despertar temprano.

Por estos días no se me ocurre ninguna historia valiosa, y siento que, si no es algo de valor, no vale la pena ser escrito o leído. Hay algunas que no muestro y que me gustan, pero que sé que no serán bien recibidas, o intuyo por lo menos. Me gustan pero son malas. En fin, el caso es que, si pienso la historia desde antes, no… Lo mío es sentarme a escribir. Ya después de una escena, una situación, e incluso a veces de un conflicto inicial planteado, algo se me ocurre. Se me va ocurriendo para dónde girar la trama, qué hacer con el uno, con el otro, y ahí sí, le doy un cierre. Y después, a corregir. Pero todo eso me lleva tiempo.

Tal vez no tenga más opción que presentar alguna cosa menor, sin corregir, alguna cosa que sé que no va a funcionar. Pero para qué es el taller acaso si no para que me ayuden con alguna idea también.

Cada vez alargo más estos minutos de la mañana frente a la computadora, cada vez me tomo más licencia. Quiero llegar temprano, porque es mejor disfrutar de unos momentos sin tanta agitación en la oficina.

 

No, Dios me libre de que un amor me haga ver todo color de rosa.

El sábado hablaremos de cuándo estrenar. Me hace falta actuar. Voy a ver si me meto en alguna otra obra. Un proyecto de otros. Antes no quise.

Author: Anónimo Temporal

Empezaré por un diario de mi propósito de recuperarme del abuso a ciertas sustancias y al sexo. Contaré historias sobre mi vida. Si toda narrativa es ficción, esta es, entonces, la ficción de mis días, la ficción de mi vida.

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