Lo que me genera el arte de actuar

Yo no soy esto, me repito durante el día. ¿Quién quiero ser? ¿A dónde quiero ir? Debo comprar el vestuario para la obra, el sábado ensayamos cuatro horas.

*

Diríase que estoy excitado de la felicidad. Es la única actividad que se me hace realmente encantadora, en la que encuentro redención, el arte de actuar. Como un chiquilín, disfruto de jugar a eso, esa realidad me entretiene y logro ser feliz.

*

Amanezco renegando contra el imbécil del director. Ya está, que haga lo que quiera. Debo ser inteligente y ceder a fines de estrenar ese proyecto. Ayer llevó a un asistente, un jovencito lindo, y fui feliz viendo que el proyecto crecía. Tiene ideas. Y sigo violentado por su irrespeto de mandarse a reescribir la obra así. Deberemos poner que es una versión de mi texto. Una versión suya por supuesto. Ha escrito poemas con una rima burda y ha obviado los míos, los ha sacado. Debo ser paciente. Esta obra me permite actuar, aunque sea unas horas en la semana, ser quien realmente soy.

Es caprichoso, y con base en sus caprichos modifica el texto, pone, saca. Y no tiene tacto, no tiene la facilidad de entrar en complicidad conmigo, porque en su arrogancia de criatura insolente, de mal envejecido, no ha sabido pedir permiso. Y debo soportarlo, observarlo, tan solo mirarlo. Darme tiempo para la acción, para pensar cómo ajustar lo que haya que ajustar, y para que la situación no sea límite. Pobre tonto. “Hay mucha tensión”, decía. Después dice que hay cosas que le parecen muy buenas. Quiere imponer sus caprichitos en la creación, para así sentir que hay más de él.

Tampoco puedo hacer mucho más. O sí. Pelearme. Pero ni ganas. Aunque me dé ira, una ira profunda. Lo peor es que debo aprenderme esos textos después.

Dios me libre de envejecer así, con ideas tan cerradas, con esa soberbia. ¿Estaré proyectando? ¿Estoy viendo lo mío en él?

Qué manera de rabiar, de enquistarme con cosas.

Como con el tipo del piso de arriba, por ejemplo. El infeliz movió cosas anoche durante la madrugada. Debo enviarle un mensaje. Ayer era sábado. Y en ese momento de la madrugada, no quiero agarrar el celular, abrir el Whatsapp. Lo detesto también.

*

Son lindos los domingos cuando están nublados y no hay que salir de casa. Cuando despierto sin resaca, también. Hago la aclaración porque anoche le he hablado a Dickinson. No podía dormir a causa del porro paraguayo que me regaló Dante y que fumé antes de cenar. Entonces, movido por el buen ánimo de haber actuado (vaya si me duró poco la contentura porque me hayan visto otros ojos hacer mi gracia), le hablé a Dickinson, pero me dijo que ya estaba en su casa, y que no quería gastar dinero porque en dos semanas viaja a Cuba.

 

El asunto del director me deja entristecido, obsesionado. Me siento subvalorado, subestimado. Y se me dificulta entonces entregarme a la creación literaria.

Excusas.

*

Compro cosas y quiero más. Pero tengo un límite, no puedo gastar tanto como quisiera. Vengo ahorrando. Debo ser agradecido. Y en la semana, venderme, vender mi tiempo, mi energía.

Que el chico lindo que tal vez sea asistente en la obra (¡estrenaremos en octubre!), el chico lindo se dedica “sólo a esto”, ha dicho el director. Que hace castings de publicidad, que es iluminador. ¿De qué vive, cómo vive?

Y si sigo pensando, no paro. La gente privilegiada, la gente joven que recibe herencia y no tiene que pagar alquiler. Siempre comparándome con lo de más arriba.

Debo hacer un trabajo de meditación, o de espiritualidad en todo caso, que me ayude con ese cúmulo de pensamientos que me martillan el alma.

 

¿Estoy molesto y debería estar agradecido? Es normal. Su falta de humildad al mandarse y no consultarme es algo que me genera ira e impotencia.

Pensaba que debo buscar otros proyectos, así no enfoco toda mi energía en este, que se me va de las manos, así cedo más fácilmente. La consideré tan mía y ahora me cuesta entregar mi creación. Y digo lo de estar agradecido porque hemos encontrado en este tipo por fin a un director, después de tanto buscar.

Author: Anónimo Temporal

Empezaré por un diario de mi propósito de recuperarme del abuso a ciertas sustancias y al sexo. Contaré historias sobre mi vida. Si toda narrativa es ficción, esta es, entonces, la ficción de mis días, la ficción de mi vida.

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Twitter picture

You are commenting using your Twitter account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s

%d bloggers like this: