Necesito darme un tiempo de Instagram. Lo digo pero no puedo parar. Tal vez deba desinstalarlo del teléfono por unos días.
Lo mismo: la vecina, la señora C, anoche dio portazos cerca de la una de la mañana. Saca al perro a esa hora. La mujer de arriba y sus talones esta mañana. Durante el fin de semana el perro por suerte estuvo quieto (¿no estaban ahí?).
Anoche después de sentir los portazos, me paré, vine a la salita-comedor y bajé con fuerza la persiana, luego cerré la ventana de la cocina con fuerza también, y di un portazo con la puerta de la cocina. Después, recuerdo que no es buena estrategia entrar en guerra, que no debo pelearme con vecinos, que ya el demente anterior hizo deliberadamente que tuviese que mudarme. Estuve leyendo cosas en Internet, y la situación no es tan grave. He leído cosas de varias partes del mundo. No sólo ayer, antes también. Y encontré en diversos países cómo se quejan por la música, las mascotas, los portazos y los golpes desmedidos talones contra el piso superior. Así que supongo que no es tan grave mi situación.
Pensar en cambiar de trabajo para no estar en contacto con superiores venezolanos, pero temo que la estrategia no salga bien, y entre a un lugar donde se me exija más o donde deba ir personalmente, con lo mucho que aprendí a odiar las oficinas. Aunque el jefe de mi área dejó entrever el otro día que se nos pedirá asistir dos veces por semana. No entendí si será opcional. Espero que, en caso de hacernos ir, no sea obligatorio.
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