
La gente muestra sus vacaciones en Instagram.
Qué cansancio me produce buscar y buscar en las mismas redes una y otra vez.
Ahora llueve.
Son las diez de la noche. Quisiera emborracharme. Otra vez. Ya he tomado hace unas horas, a eso de las seis, cuando comí. Dicen que lloverá toda la noche. Quisiera hacer algo divertido.
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De mal humor porque se me terminó el cannabis. ¿Por qué no puedo ponerle un freno?
Tal vez el mal humor se deba a los talones de la mujer de arriba. A la soledad. A este no tener nada qué hacer, nadie con quién estar.
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Voy sumando libros a medias en la biblioteca. No los termino porque me aburren, porque me enredo en otra historia sin terminar la anterior.
Tomaría un whisky, si tuviera. Fumaría un cigarrillo. Cada vez tomo más alcohol.
¿Tiene que significar algo nuestro paso por esta vida? ¿Tenemos que destacarnos para así dejar una huella, y…? ¿Y qué? ¿Hay acaso una pretensión de alcanzar la infinitud? ¿Los demás, lectores, público y colegas le dan valor, avalan…
Quisiera emborracharme, tomar un whisky, drogarme. No debo. Debo permanecer en calma. En soledad y en calma. La soledad, esa gran compañera.
Engordo. No termina de gustarme lo que veo en el espejo. Debería hacer más ejercicio, lo sé. Mañana será un día intenso, debo tener energía. Lunes de verano. El trabajo, el ensayo, ganarme la vida, forjarme un porvenir.
El otro día el gerente venezolano y mi jefe (argentino) – ellos se conocen hace tiempo-, hablaban de una aplicación, entonces el gerente venezolano empezó a contar que Grindr ahora activó las videollamadas (las activó hace tiempo, señor), “para mostrarse las vergas”, dijo mi jefe, “la poronga llamada”, dice el gerente venezolano. ¿Es necesario que hagan esos chistes cuando hay personas con las que no tienen confianza? Quién sabe qué pase por sus cabezas.
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Despierto. Ya es tarde para el trabajo. Bebo agua con limón, preparo el café. Armo un porro.
¿Estaré ya pasando a un periodo de adicción?
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