Días extraños I (Otoño de 2019)

Dios me libre de ser un infeliz como la mujer esa en el trabajo que largó hoy un poco de venenillo ante mi felicidad por cerrar una venta.

Lo mismo de siempre: la mierda ahí acumulada. Y hoy sale con eso la envidiosa.

Aprendizaje: no celebrar los triunfos delante otros. Con mis otras dos compañeras no hay problema, ellas me llevan amplia ventaja.

Bueno, me sirve escribirlo, así me relajo.

Destilar mierda. Esa oficina es una fábrica constante de destilar mierda. Lo que me pone nervioso es no poder sacarlo, decírselo. Ya saldrá por algún lado, me digo después.

Si tan solo fueran menos horas.

He venido a casa a fumar marihuana y a escribir. Aunque dije que Continue reading “Días extraños I (Otoño de 2019)”

En busca de la estabilidad (El sucucho, sólo unos días; y luego luego, ¡un departamento!)

En medio del huracán. Todavía. No quiero usar sus cosas. “Sus cosas”. Así me ha recalcado. Me ha dicho que si ella quiere me pone de patitas en la calle. Que puede llamar a la policía y echarme. La discusión ha sido álgida. Me amenazó con no darme el dinero del depósito. Y me sentí secuestrado, coartado en mi libertad. Nunca vuelvo a mudarme sin un contrato, sin un recibo siquiera por el dinero mensual que pago.

Es complejo. Pero para resumirlo: ella nunca me avisó cuánto tiempo antes debía informarle que yo me iba. Y cuando quise hablarlo, me ha dicho que debía quedarme todo el mes de agosto o no me devolvía el depósito.

He pensado en irme aunque aún no termine el mes y lo he pagado completo, irme sin importar que ella me retenga el depósito.

*

La palabra que más lo describe: miseria. Un ser miserable. Y no es el dinero lo que me interesa. Le he dicho que sí a todo, me ha descontado del depósito lo correspondiente a la “asadera” del horno eléctrico que supuestamente he manchado, un dinero de una tabla de cortar que ella ha traído de afuera y que se le nota mucho el uso (que al parecer sólo le he dado yo, claro); un dinero para que el plomero arregle la cadena del baño, que iba a arreglar su novio… Tres dólares de un plato que rompí (¡este es el nivel de la miseria!). En fin. No quise discutir. Sólo me reí. Y acepté. Recibí al f Continue reading “En busca de la estabilidad (El sucucho, sólo unos días; y luego luego, ¡un departamento!)”

Adiós, Melania (o Del sucucho, un nidito de amor)

 

conventillo-la-boca1

Busco, busco un lugar para vivir. Estoy decidido. Vivir como extraños, con una extraña. Y soportar su vida entera, soportar sus condiciones, porque es ella la casera.

Y la revelación, de nuevo, ayer en el subte, mientras escuchaba los audios budistas: que este sufrimiento despierte mi compasión.

Seguir, pasar el invierno.

Y quedarme con las situaciones que me impactan con esta intensidad tan mía.

Miércoles, ya.

Debo escribir. Debo terminar un cuento, así lo envío al taller. Debo mostrar algo.

*

Un sucucho. Esa fue la palabra con la que pensé describirlo. Son las siete de la mañana y es aún de noche. Ayer, después de trabajar he ido a ver una habitación en la planta baja de un edificio. Pero todavía vive una inquilina allí, así que no pude entrar. Vi la cocina mínima, y una pared rasgada. “Te lo entrego pintado”, me ha dicho la dueña. Es un lugar pequeño, muy pequeño: no he visto el interior del cuarto,tampoco he visto el baño: el novio de la actual inquilina dormía. He arreglado una nueva cita para el día sábado. Allí veré si puedo adaptarme. Si me lo entregan pintado, si puedo adecuarlo, decorarlo. Si me lo entregan limpio. Continue reading “Adiós, Melania (o Del sucucho, un nidito de amor)”

Repito (Me repito)

Cuántos colombianos aquí, en Buenos Aires. ¡De una calaña! Horribles. Los hay de todo tipo. No quiero ser clasista, racista. Hablo desde mi posición, la posición del que quiere alejarse, y parece ser perseguido por esa cultura asquerosa. En las calles, con su alevosía. Ayer, camino a clase, unos hablaban con acento paisa no sé qué cosa de los dólares, y después, cuando entré al lugar donde me formé por años, una con acento de Bogotá (la puta Inmunda) comía algo en la entrada, y hablaba con la portera. Por suerte fui el único colombiano mientras cursé. Por suerte no hay ninguno en mi círculo de amigos. No los quiero cerca. Menos si son pobres, si vienen a extender esa cultura de la que tanto intento alejarme. Pues seguiré caminando hacia el lado donde menos me los encuentre.

*

Pienso cada cosa para escribir. Cada momento, cada segundo de la vida, las historias que pasan por mi cabeza, todo me parece literario, quiero contarlo todo con palabras.

*

Siempre escribo lo mismo: quiero vivir en un país desarrollado, vivir bien ahí, ser rico ahí. ¿En dónde? Eso debo definir. Y orientarme a la migración en el mediano plazo. Algo demasiado complejo para pensarlo hoy. Paso a paso. Y que tarde lo que deba tardar.

*

Un poco mejor. O mejor, simplemente mejor. Continue reading “Repito (Me repito)”

Es el destino de Furias (lo que en sus caras persiste)

Han sido días de llanto, aunque me dé vergüenza decirlo. No quiero con esto sonar débil, a víctima. Leí que quienes lloran, en realidad, somos más fuertes, porque llorar ayuda a un mejor manejo, a una mejor conciencia de las emociones.

Ojalá venga una época más tranquila, ojalá llegue una época de mayor tranquilidad, sí, el tema del internet me robó demasiada energía durante las últimas semanas, y detonó el martes en la noche con una discusión álgida, pesada, que me ha mantenido dolido, repitiendo la misma escena una y otra vez en mi cabeza, aunque no quiera, aunque quiera pasar la página.

Empecé a ensayar la obra. El proyecto sigue en pie. No es mi ocupación de tiempo completo. El otro viernes iré a un casting. Voy al proyecto de investigación en el lugar donde me formé. Así, tal vez, si lo enumero, puedo sentir que soy un actor, que soy un artista. El taller de escritura sigue en pie. Y todos los días, aunque sea poco, escribo. Escribo, sí. Me han publicado un cuento. No quiero llegar a la idea de la frustración. No quiero.

*

Domingo. Un poco más tranquilo todo. Anoche me he sentado a comer una pizza en uno de esos restaurantitos económicos. Ya se nota que la masa no es como la de antes. Han de estar ahorrando. Puedo notar la pobreza. Aunque lo haya escrito antes. Noto las diferencias entre las diferentes líneas de subtes, los estratos sociales, la inmigración pobre, la clase media argentina.

Quería, en realidad, anoche, hervir brócoli y zanahoria. Un poco de calabaza también. Y comer con el pollo que me he traído del trabajo. Pero no quería compartir el espacio con Melania. Así que, a pesar del frío, decidí salir. Pizza y vino.

Después, cuando volví, Melania cocinaba unas milanesas en el horno: Continue reading “Es el destino de Furias (lo que en sus caras persiste)”

Flemas y sueños de gloria II

Siento que la relación con mi jefa mejora, que ella mejora su actitud hacia mí, ¿tiene esto que ver con mi desempeño, con que ha descubierto que he sido una buena elección? ¿O, como han pasado ya dos meses, entonces ella considera que está bien aceptarme, aceptarme un poco más? ¿O es mi percepción errada, y no se comporta diferente, soy yo quien me adapto a su forma de ser? Imagino tantas cosas: imagino que han hablado, ella y la jefa del área, me han evaluado y han dicho: es bueno, el chico nuevo es bueno.

Al final, con el paso de los días, vuelvo a verlas como chicas inmaduras. A ella, a la jefa del área y a la otra pobre infeliz que trabaja cerca de nosotros. Tal vez en un tiempo me arrepienta de escribir esto. Pero sus miserias me hieren. Tal vez hacen que vea las mías más de cerca. Tal vez exagere y esté depositando mi frustración en esa mierda que veo de ellas.

Los demonios. Es más fácil ver la paja en el ojo ajeno. Veo tanta podredumbre, tanta miseria en el ser humano. Continue reading “Flemas y sueños de gloria II”

Flemas y sueños de gloria I

Buenos Aires, cuán poblada estás de inmigrantes de mi tierra. Antes era algo novedoso ser de mis pagos, era yo un ser exótico. Ahora hay caribeños, y gente de la Inmunda (o sea, de Bogotá) por todos lados. ¿Dinamarca, Suecia? ¿A dónde irme? ¿Australia? ¿A alguna de las mecas de la actuación? ¿Londres, Los Ángeles, Nueva York? Mi prima, en Sidney, dice que ve colombianos en las calles también. No tantos como acá, supongo. El punto es que esto no es un país desarrollado. ¿A qué hemos venido, a hacer la América? ¿A dónde irse? ¿Y cómo? Sobre todo eso, cómo.

 

Ansiedad. Una ansiedad por no estar solo, por hacer cosas, por encontrarme con hombres, tener sexo, por escapar no sé bien de qué, por liberar endorfinas tal vez, ansiedad por encontrarme con cuerpos fornidos en una cama, abrazarme a ellos, fundir mi nariz en su pecho. ¿Qué ha pasado con la tranquilidad de la que tanto me ufané? “Perdiste el año”, me dice mamá por teléfono. Porque ve que ahora salgo, que retomé la vida de la noche. Pero voy a parar. Sí. Ya se lo dije.

Y si veo a un hombre que me gusta, como ese día en el cumpleaños de un amigo, uno de los invitados, un rubio, bello rubio, gracioso, buena gente, pero heterosexual, tan heterosexual, y yo me frustro, porque deseo más, deseo hacerlo mío y que me quiera, como si rogara su cariño, el cariño de su cuerpo, de su pecho. Y después, el vacío. Porque si no es amor lo que recibo, si es sólo sexo, entonces después quedo vacío. Y antes, antes y ahora, el desespero. Y quisiera drogarme si no, fumar marihuana, para escapar, sí, no quiero estar sobrio, no me aguanto la sobriedad, el paso del tiempo, no encuentro tranquilidad. Desasosiego, es eso, en la boca del estómago, necesidad de compañía.

 

Odios. Con el malestar, con la tos, se acrecientan los odios. Y los amigos, las amistades que por suerte existen. Los proyectos, el deseo de surgir.

Y esta sensación de que el dinero no me alcanza, todavía no empiezo a ahorrar. Y cómo, con esa deuda enorme, que de repente tuve que asumir, y Continue reading “Flemas y sueños de gloria I”

Sobreexcitado

Homosexuality-in-Ancient-Greece-MuseumAthens

Domingo. Resaca. Lo de siempre. O lo común, lo conocido, más bien. A veces se pasa mejor. A veces, la noche es menos bizarra, menos tropezada.

Lo de siempre: la ansiedad porque el uno o el otro respondan los mensajes rápido, los hombres que se toman su tiempo, y yo que me despierto con ganas, excitado por el alcohol que todavía he de tener en el cuerpo.

Odié la fiesta de anoche. Ya de antemano me sentí mal por salir otra vez a una disco gay.

Y quedo sobreexcitado. Malhumorado por la cantidad de heterosexuales. Y le hablé a uno y al otro. Y todos, que no, que “yo soy paqui”. ¡Paqui! Así le dicen a los heterosexuales acá. Y me siento frustrado, Continue reading “Sobreexcitado”

Escribime, mendocino (o Amores de barra, neurosis de niño)

El dolor de todo el desamor antes vivido, ¿de todo el desamor del mudo? Exagero, eso fue otras veces, ahora no. El dolor de la neurosis: yo, el desafortunado. Y él, el chico joven, cuyo teléfono he borrado ya de mi agenda en el celular; él, feliz, y no quiere verme. Un malentendido producto de mi inmadurez. Y, entonces, cuando ceno en la cocina, y entran mi casera Melania y su novio Pirado, entonces me dan ganas de llorar, porque estoy incómodo (aunque exagere), porque no me siento a gusto con esta vida, en este momento, con esta parte, porque no estoy en paz, y mis pensamientos (no debo creerles) me dicen que él, el chico mendocino con el que estuve hace un par de días, está tranquilo, feliz, contento, fuerte, y yo, yo vulnerable, incómodo. Así él tenga menos privilegios, qué tiene que ver, así yo viva supuestamente mejor, la fortaleza y el bienestar son cosas internas. Y él me ha rechazado, porque le he dicho que quería verlo ayer u hoy, pero he generado un malentendido, y no he sabido Continue reading “Escribime, mendocino (o Amores de barra, neurosis de niño)”

Largo de días non-sanctos (o Yo: el misántropo convive)

42ffcdcd73567651337640bbb41b9de9Más de lo mismo, más de mis odios momentáneos, las situaciones en las que me siento preso, más de la mente divagando entre los mismos temas: el trabajo, las no ventas, y el novio de mi casera que vive acá, y los dos que ponen música, y el bendito perro que ladra cada vez más fuerte, y yo desesperado, encerrado en mi habitación, viendo cómo decirle a ella que tenga cuidado con la música, buscando la oportunidad, el momento perfecto, la forma adecuada.

*

Tres días para el feriado. Anoche Melania y Pirado me han dicho que él sigue sin agua. Hace un par de semanas se le explotó la bomba del agua. Algo así. Ya lo sabía. Y, de hecho, sospechaba que esa podía ser la razón de tantos días de él acá, en casa. Pero no sospechaba tanto: ¿¡dos semanas sin agua!? Dice que tiene, sí, que algo tiene pero que no como para bañarse o usar a gusto.

Y ahora, otra vez: la oficina, la gente, lo de siempre. Mañana cumpliré un mes ahí. Debo llevar comida, “facturas” que llaman acá. Eso hace la gente allí, lleva cosas por una razón o la otra. O sin razón. Como el director de la organización, el otro día. Y yo preciso agarré dos, dos facturas (y no una, como debía), y el director entraba, y me vio llevándome dos, Continue reading “Largo de días non-sanctos (o Yo: el misántropo convive)”