
Para qué hablarle. Bueno, para saber si vendrá el fin de semana a Macondo, y entonces tal vez pueda verlo. Pero con tanto voltaje que le he metido a estos días… búsquedas interminables por internet de algo que nunca, por suerte, se concretó. Esa salida a ese parque, y yo tomado, y solo, ahí, esperando, en pleno sur del pueblo.
Y cuántos enamoramientos van ya. Es uno más. Y listo, uno se enamora de la idea, no de la persona, eso me repetí el otro día.
No tengo ganas de escribir. Me salgo de mi eje, de mis casillas, y me siento tan culpable, como si no quisiera revelarme así de sucio. Por suerte no pasó nada, no hice nada.
Y además, si tantas cosas quiero, sería una locura gastar en él, en sexo. ¿O no? Porque no es sólo sexo. Es deseo, me he dicho. Y estoy gordo, y flatulento, porque he comido en exceso, y bebido desaforado, pensando que la bebida me desinhibiría, y entonces, borracho, efectivamente me sentí más capaz de buscar sexo, y hablé no con uno sino con varios a través del Whatsapp. Y al final casi concreto. Pero no. Y las cosas se pusieron color de hormiga, porque un tipo quiso asustarme. Y lo consiguió. Por suerte fue sólo un susto, me digo ahora.
Y si ya me voy a Buenos Aires, para qué seguir dándole cabeza a un chico aquí. Y en la costa más que todo. Pero ha sido lo mejor, el único hombre lindo aquí en Colombia. O eso me digo, esa es la fantasía después de verlo. Y ahora, al notar que cambió su foto de perfil en el teléfono, entonces me dan ganas Continue reading “Un largo recorrido por la mente de estos días (o Como en el diario I)”