Y sí que tengo tiempo para escribir. Pero digo que no, me excuso. Paso mucho tiempo en estos diarios, a los que no les encuentro más propósito que la liberación de las sensaciones cotidianas, sobre todo la paranoia, la angustia y el malestar. Pero ayer le he dicho a la esposa de mi profesor de escritura que no me queda tiempo, que escribo historias, pero que las dejo por la mitad, cuando la realidad es que durante el tiempo libre no logro concentrarme en cosas productivas. Ayer, por ejemplo, me la he pasado en busca de hombres, alguno con quien acostarme. Si no estoy con el humor indicado, entonces no me doy a la ficción tan fácilmente.
Y luego siento que no debo perder el tiempo en esas redes. Pero la desazón (aunque no sé bien cómo llamarlo) fue fuerte ayer. Un único día libre, entonces siento que debo aprovecharlo. La necesidad de llenar el vacío, la soledad. Llenarlo con sexo.
Ayer he perdido largamente el tiempo chateando con el chico este que conocí hace un tiempo y que en realidad no me gusta; le hablé el domingo, y él responde cada tanto, y hemos quedado para el otro fin de semana. Pero ni ganas. Porque lo que quería era deshacerme de la excitación fácil, de la soledad del domingo; por eso le hablé. Pero no sé si quiero concretar. A otro le he escrito. “Qué ganas de fumar un porrito”. No contestó. Continue reading “Malos hábitos (aunque llore)”