Más de lo mismo – En tratamiento

Esperar el llamado de la psicóloga para coordinar la entrevista individual. Pensar en el grupo presencial hoy, en la noche. El lavadero, la ropa para las fotos. Las cuentas, siempre las cuentas. La obra, y la ansiedad de pensar en una fecha de estreno, con todo lo que hay que hacer.

El otro hombre no ha escrito. Por suerte. La verruga en mi dedo -aunque parece mejorar, luego de ponerme el ácido ese y de que se rompiera toda después de caminar descalzo en el mar-, sigue siendo… cómo decirlo, un tema.

Ahora estoy bien, quiero decirme.

Ayer fui a ver la obra de Veronnesse. Salí a correr en la mañana. Poco a poco comienzo a incorporar nuevos hábitos. El problema no es por ahora, me digo siempre, el tema es después.

Quisiera dedicarme a escribir, y tener fortuna. Que el dinero no fuese preocupación. Mientras digo todo esto, soy consciente de los beneficios de trabajar desde casa, de que no me controlen el horario, y de poder llevar la vida que llevo.

Mediodía. Sigo escribiendo en este diario, a ver si puedo sacarme la maraña de pensamientos, a ver si quedo libre.

Es una suerte contar con Áspora, con su ayuda y compañía a la distancia.

El encargado, otra vez afuera del departamento. Un trabajo que otras personas pudieron haber hecho en una semana, él lo hace en varias, por ganarse esos centavos, y encima de todo tiene el tupé de venir a hablar mal de mí con el hijo resentido preciso en la puerta del departamento donde vivo. Los pasos (golpes) de la mujer de arriba. Hacinamiento.

No quiero ser un hombre resentido. Debo trabajar, pero no quiero, quiero seguir escribiendo. Hace mucho no publico en el blog. Me pregunto para qué mantenerlo, me pregunto cuál es el objetivo de revelar mi proceso interno. Me pregunto si servirán a alguien esas líneas.

*

Ahora, en el trabajo, piden un reporte. Intuyo que quieren comparar con la nueva herramienta esa que están por usar. Me fastidia que pidan datos de negocios de cerrados, cuando eso no depende de mí.

Y encima me sumaron a una reunión para trabajar para un cliente. Más trabajo. Justo hoy que pensaba salir a correr. Pienso hacerlo igual. E iré a vacunarme contra la gripe. No molestan durante meses, y de repente aparecen pidiendo cosas.

Correr. Escribir todo de mí, en lugar de dedicarme a la ficción.

Y ahora que quería estar tranquilo, entonces este tipo revoluciona la poca paz que estaría encontrando en la sobriedad.

Laitan dice que me relaje, que lo de las verrugas no será grave, que puedo no llegar a tanta intimidad con este sujeto. Dice que no me sienta sucio, porque él se mueve en ambientes donde puede haber personas infectadas de todo tipo de cosas.

Espero que desaparezcan esas verrugas pronto. Espero encontrar tranquilidad. Siempre escribo lo mismo.

*

Violencia. Despierto sin ganas de hacer lo que tengo que hacer, así sea sencillo, así pague mi vida, así pueda mantenerme, y surfear las situaciones de este mundo colapsado. Escribo lo mismo siempre, cómo me afectan las verrugas. El hombre que apareció, y que creo que no me gusta, pero al que quisiera darle una oportunidad (¿oportunidad es la palabra?), porque es compañía al fin y al cabo. Hace días vengo leyendo el libro de la psicóloga española.

En todo caso, saldría con él alguna vez más, solo por el hecho de permitirme conocer a un hombre desde un lugar más sano. Pero las verrugas, una en el culo, y otra en el pie, me frenan. Quiero que desaparezcan, ¿lo escribiré todos los días?

En tres semanas veré a la infectóloga. Y mientras, qué hago. No quiero intimar con nadie. O con él, para ser exactos. Me da vergüenza exponerle mis condiciones. Del virus y del tratamiento por el consumo no tengo que hablarle. Pero las verrugas están allí. A simple vista.

Y mientras tanto, espero a iniciar la terapia individual nuevamente, mañana tendré la primera entrevista.

Ya es tarde para empezar a trabajar, tengo cosas que hacer.

*

Dante dice que si quiero o aspiro a tener una relación, debo ser sincero desde el inicio. Es fácil para él, que no tiene que confesar estas cosas. Si tan solo no tuviera las verrugas. Entonces ahora en la encrucijada de si escribirle al hombre aquel, de si verlo o no.

No quiero que piense que no me interesa y que es por eso que no lo busco.

Definitivamente creo que no conviene verlo por ahora, no con esa verruga ahí atrás. El asunto -tener este impedimento ahora- me duele muchísimo.

Laitan dice que, si no me voy a sentir cómodo, no le escriba. Que iniciar un vínculo requiere de estar abierto. No quiero sentir que oculto. Laitan sugiere que tampoco le escriba para excusarme, que simplemente deje las cosas como están, que me haga el boludo.
Dice que, en todo caso, las verrugas no son algo grave, así que tendrán rápida solución. Tal vez después pueda escribirle.

*

Domingo. Estoy tranquilo. Dormí una buena cantidad de horas. Pude descansar. Tal vez salga a correr. Tal vez pueda seguir en tranquilidad. Sigo pensando en el hombre aquel. No quiero escribir su nombre. Aún me siento cansado.

Hacer el casting. Y seguir sin escribir ficción, porque no puedo relajarme.

Poco a poco, supongo, si no lo contacto, iré sacándome la obsesión de la mente. Por un lado, lo correcto es no exponerlo a algo que no sé qué es. Por otro lado, no estoy en condición para empezar un vínculo, con todo lo emocional que eso implica, sobre todo para una persona tan sensible como yo.

Tengo cierto dolor de cabeza.

¿Por qué golpean tan fuerte la puerta del ascensor? Brutos. La mujer de arriba no ha estado durante el fin de semana. Tuve unos días de paz. Solo lidié con la mirada inminente de la otra ruidosa, la vecina de al lado. Aunque pensaba también que, por suerte, no es una familia la que vive al lado, con niños o adolescentes.

Supongo que hay que ver el lado bueno de todo.

Lunes.

*

Lo cierto es que, por más que me gustaría iniciar un vínculo con esa persona, no estoy en condiciones, no debo distraerme con asuntos que me pondrán más ansiosos. Poco a poco, si no lo contacto, y si él no aparece, entonces iré olvidándome de él.

*

Ayer el coordinador del grupo le decía a uno con una problemática similar a la mía: consumo de cocaína para tener sexo… El tipo al parecer consumía más que yo. No quiero regodearme en mis días de sobriedad. El coordinador decía que los demás hacen cosas, no nos hacen cosas.

La señora C da portazos. Los pasos de la mujer de arriba me despiertan todos los días. Qué ganas de gritarles, violentarme. Cuán inconscientes pueden ser algunos. Espero no me pase a mí. Pero de ninguna manera, pienso, debo hablarles de mala forma.

Cuántos cigarrillos fumaré hoy. Mejor esperar a después del grupo, así no abuso. Ya llevo dos, ¿o tres?

*

Miedo a quedarme solo, sin amistades, sin compañía. O mejor, tener siempre estas ambivalencias o contradicciones con las amistades o con los conocidos.

*

El avance lento de la obra me tienen estresado. ¿Qué tengo que aprender con todo esto? Con la obra, a no hacer un proyecto así, autogestionado, nunca más. Solo entrar desde el lado del actor. No logro disfrutar del proceso (decirlo hasta el cansancio), así como no disfruté el proceso de la obra anterior.

Hoy desperté pasadas las 5 de la mañana, y me puse a pensar en la obra, en el texto, que está costando memorizarlo mucho más de lo que pensé.

Áspora dice que soy un buen escritor. Le he contado algo de los grupos el otro día, y me ha dicho que son historias fuertes para un escritor increíble, algo así. Pero ya no tengo tiempo para la ficción. Apenas redacto estas líneas que cada vez tienen menos contenido. Apenas puedo detallar lo que siento. Ayer se me dio por escribir mientras estábamos en clase en el taller.