El artista y el mercado (largo sin sentido)

Pienso en que él tiene todo, en los demás que tienen todo, la vida asegurada, muchas actividades. Estoy en mi cama, trabajo desde la cama, no quise pararme hoy. Es día descanso. Es miércoles, y afuera está nublado (aunque con una leve mejora). Va a ser mediodía y yo escribo desde la cama. Ya he fumado marihuana, claro. Debo dejarla, sé que debo de meterle a mi cuerpo sustancias que lo dañen. Pero está ahí. Supongo que la consumiré toda, y luego haré fuerza por no comprar más. Y debo ser constante y fuerte.

Hoy solo iré al taller de escritura. Mañana iré al banco. Al lavadero. Y luego tendré la terapia.

Ellos ahí afuera, construyen un mundo, construimos un mundo. ¿Debo usar el plural? Supongo que nunca estuve afuera. Es arrogancia percibirme como algo externo al caudal de lodo. Prefiero decir lodo a decir mierda.

Me asusté un poco analizando los presupuestos, viendo que la necesidad de trabajar, de conseguir dinero, sigue ahí. Por un momento me sentí libre. Pero debo conseguir dinero. Y al mismo tiempo que no se me olvide disfrutar de este momento.

Hago cuentas. Creo que, aunque pensaba no preocuparme, aunque en un momento todo parecía una nube de pedos -como dijo Laitan-, ahora todo adquiere la seriedad de la vida… ¿Qué es la vida? ¿Y por qué seguir adelante, cuál es el sentido?

Tranzar. Usé la palabra varias veces en la sesión con la psicóloga laboral. Que tranzo con el mercado. Supongo que es bueno estar, ser consciente de eso

Es una tarde apacible. La venta de la computadora, la sesión, las compras antes. En fin. Y a dormir, a seguir descansando. Porque eso es lo que propone la vida ahora. Y está bien, estoy bien, así que no tengo que desesperar. Y he ido y he vuelto.

Sí, debo monetizar la vida, debo hacer dinero. Voy de a poco, supongo.

Siempre pienso en ir a por cocaína y hacer una locura con un hombre con un buen miembro. Así me cobren, no importa, disfrutar de la lujuria. No debo, sé que no debo.

Ahora anochece más temprano cada vez. Es notorio. Cortázar es un genio, si tan solo pudiese escribir como él.

Mejor duermo. Mejor pido un helado, ojalá eso me haga sentir mejor. No enloquecerme con las redes malditas, los hombres y las drogas. Mañana veré a mis amigos. Estará todo bien… si mantengo la calma, estará todo bien.

Las cuentas, el quéhacer diario, la vida.

Masturbarme.

Abrir la puerta a otro, a otros.

Seguir.

El técnico no respondió. Espero que lo haga después. Pienso en el bulto del otro, al que le vendí la computadora, bulto en su bermuda larga, deportiva, en lo arrogante que él se mostró de repente, en cuanto menospreció la máquina sólo con el fin de conseguir un descuento.

Ver una película. Pensar que no hice lo correcto por no vendérsela al chico lindo más humilde, si no al otro, que me engatuzó con sus buenos modales. Lo detesté.

*

Soñé con el tipo del que me enamoré en la secundaria. Estábamos en un hotel. Podíamos ver una isla. Éramos amigos. Él parecía no sospechar mi atracción hacia él. En un momento yo le toqué el pecho. Él era morocho, no rubio como realmente es. Y ahora que lo pienso, tenía los labios gruesos. Como Peruano. ¿Estoy siempre pensando que ese amor no va a llegar?

El aire viciado de esta habitación.

En realidad odio todo este tener que armar un discurso para poder obtener dinero y entonces vivir. Lo mismo de lo mismo. Todavía tengo tiempo. Está bien.

Cómo hacer más dinero, cuál negocio será el que pueda llevarme más lejos. ¿Qué tan más lejos? Mi prima me habla de miles de dólares. Empiezo a percibirme menos por no estar en este momento haciendo produciendo dinero. Pero algo voy a poder hacer.

El mundo corporativo, pulir mi perfil, jugar al tipo que pone a la venta sus habilidades. Y quedarme encerrado. Y pensar en qué hacer. Tenerlo tan claro en un momento. Pero luego no. No tener nada claro, la vida, los demás, que están tan cerca: ¿por qué me obsesiono con los demás? ¿Amar la tranquilidad? ¿Querer salir? ¿A dónde? Y ese mundo en el que busco trabajo, ese mundo en el que me oferto como producto. El artista y el mercado. El artista y lo que puede hacer con su vida, lo que puede conseguir. Mi nombre.

Anoche soñé con Peruano. Pero veía sus uñas sucias, igual le tocaba las piernas, algo así, estábamos en un lugar público.

Escribir. Los demás. Quisiera estar más solo, tener menos vecinos, que no supieran qué hago, dónde estoy, menos gente alrededor.

Qué lindo fue irme al sur, qué lindo fue lograr el propósito.

Que hay en la forma algo de disfrute, en el acto sin sentido, algo de terapéutico, en escribir quiero decir, en disponer una palabra tras otra, solo por el simple placer de tipear en una computadora, de expresar algo. O en el papel. Aunque siempre sea en una máquina. Menos por los apuntes, que sí, los tomo a mano.

Ya está. Un cuartito de pastilla. Un vino, cocinar una milanesa. La vida que continúa en una soledad apacible, por suerte. A pesar de, a pesar de. Por suerte algo empecé a escribir. Y tengo cosas para leer, debo leer, ponerme los auriculares y leer.

*

Oficialmente, otoño.

Y el uso de la e en Argentina, ayer conversamos sobre eso. Sobre eso y mil temas más. Creo que ha sido bueno, al final, cambiar de máquina. Es domingo. Mi idea es salir a correr. Sé que lo disfrutaré. ¿Y por qué quedé tan pegado a esta zona, a estos lugares?

¿Tener veinte otra vez?

Y los lapsus en terapia, y que todo signifique, que todo adquiera una trascendencia sublime.

Es bueno contar con un lugar donde vivir. Sí, nuestros padres hicieron más, las generaciones anteriores. ¿Comprar un televisor? Siempre acaricio la idea. Las inversiones.

Fue todo un logro salir a correr. Lo seguiré haciendo.

Hoy cuando me paré de la bañadera, el corazón se me agitó de un modo feroz, me quedé sin aire. Pensé que podría ser una forma de morir.

Es la época que me tocó, qué se le va a hacer. Y mañana será lunes, y empieza una semana, de nuevo la vida.

Los proyectos teatrales.

El storytelling, las cosas que debo decir y las que no. El miedo por encima de todo. El otoño.

Y ellos, los demás, y necesitarlos, necesitar al mundo, construir proyectos en conjunto. Su atención.

Tendría que ensayar más cómo cuento mi historia. El storytelling. Así lo llaman. Usan términos en inglés todo el tiempo. Está bien, no voy a pelearme más con nada de eso. Si decido tranzar, decido tranzar.

*

Cuán poco entusiasmado con esta rutina. Por un momento pensé que sería más atractivo. Pero si no estás trabajando, estás buscando cómo encontrar trabajo. Y el sistema y el mercado ahí, acechando, recordándote la necesidad de sobrevivir, y pareciéramos no poder ver que es una carrera a la nada. Mi entusiasmo bajó considerablemente. La vida, los artistas, Argentina, el mundo. El teatro en Buenos Aires. Y la ciudad empobrecida. Y mi prima hablándome de los miles de dólares que va a ganar, restregándome sus triunfos, como siente ella que se los restriega el marido de su hermana, su hermana, y así, todos, en ese mundo exitoso, en una carrera, perdidos. Y que sea un lamento burgués, todo me duele ahora. Hacer lo mismo, todos los días, pero al mismo tiempo no querer irme, abandonar, como si hubiera algo escondido, un tesoro que se mantiene oculto, o al cual se accede, así sea por momentos, la felicidad. Yo tenía la ilusión de ser feliz. Pero la vida se torna un conjunto de tareas, de momentos, en los que tarde o temprano hay que luchar por la sobrevivencia, pensar en ella. ¿Por qué estoy tan triste? ¿Por qué este enojo con la necesidad de buscar trabajo, de pedir pertenecer, como una bofetada al ego? La subordinación, el fracaso de los ideales.

Pensarme, armar la hoja de vida, o el currículo, ofrecerme para venderme, así, sin pudor, a un mundo que no sabe bien hacia dónde camina, ¿o sí? ¿Soy yo quien no lo sabe? Es mejor no ver noticias, no enterarse de qué piensan los demás.

Ahora me es tan complejo ver un sentido, ¿y los demás? ¿Encuentran un sentido a este devenir absurdo? Que si amor, que si conocer, sentir. El placer. Buscar el placer a toda costa.

El que compró la computadora, con sus accionar despacio, me invitó a retirarme con el saludo, y yo un poco me sentí humillado con sus silencios cuando revisaba la máquina, y luego cuando habló, al final, como un mafioso apoderándose de algo, ¿por qué me hizo sentir, percibir todo eso? Unos pocos momentos, sin la posibilidad siquiera de ver su rostro completo.

¿Y qué quiere uno? ¿Por qué irse, venir tan lejos?

Y que la ciudad sea pobre, el país entero, pero haber decidido venir acá porque sí, sin pensarlo.

Tanto he vivido, y es como si arrastrara ideas de otra vida y de la infancia, como si el aprendizaje no fuese completo.

Como si se fuese la vida esperando ser elegido, esperando el turno.

Si pudiera sacarme el miedo de adentro. Hoy tengo pesadez, dolor no sé bien por qué.

*

Y querer insertarse en el mundo laboral, y tener que buscar, pero que hoy es feriado, entonces puedo relajarme. Que solo con dedicarle un día, unas cuantas horas, ya le termino agarrando desprecio a la actividad, que en realidad no es lo que quiero hacer, que todo en este jodido sistema está mal, y hay esclavos felices con su condición, agradeciendo al guardián de su celda por darles comida o algunos beneficios. Y reconocer esto en algunos amigos. Y que cada cual tenga su verdad, y no poder encontrar un sentido. Pero no puedo dejar que se pierda mi alma por estas pequeñas tristezas.

Que haya que luchar tanto, pedir tanto, buscar.

Debo enviar currículos. Leer la obra.

En la noche, el taller de escritura.

Y que la psicóloga quiere que vaya a su consultorio, de manera presencial. Y escribirlo todo. Por escribirlo. Y que sea miércoles, y que sea feriado. Pero sentir un deber moral por hacer. ¿Delirios de grandeza? Obsesiones con el arte. La vida misma. Es feriado.

Y que entonces la vida se convierta en lo esencial de nuevo, en la sobrevivencia de nuevo. Y los demás, hoy siento un odio profundo por ellos, por necesitarlos. Quisiera ser millonario y recluirme, y que sean todos sirvientes; y yo, un niño rico. Si pudiera irme al mar sin que nada importara.

Si pudiera irme al mar sin que nada importara.

Abandonar todo esto, irme y sentir como si no tuviera todas estas obligaciones, toda esta necesidad de sobrevivencia.

Ahora la vida adquiere una connotación tan… ¿cómo decirlo? Sin sentido.

Y que no piquen tan fácil, y necesitar que piquen, que me hagan entrevistas. Y que se me vayan las ganas, la energía, el deseo casi podría decirse.

Pero si no hago eso, si no entro en el mundo corporativo de nuevo, en el área comercial de alguna empresa, entonces, ¿qué hago, cómo consigo el dinero para vivir? Si pudiera tan solo vivir de mis escritos, de mis historias, pero sólo publiqué un cuento hasta ahora en una revistita, y el editor luego no volvió a contactarse, y tiene uno que estar haciendo fila, lobby para que lo conozcan, para que lo publiquen, para ganarse un lugar, ¿un lugar dónde?, ¿en la historia de la humanidad acaso? ¿Quién garantiza que, por ser conocido ahora, por vivir de las letras, del arte, entonces lograré un reconocimiento que trascienda a mi muerte? ¿Y es acaso eso importante: dejar huella? ¿Para qué? ¿Para hacerle acaso mejor la vida a otros? De nuevo, es como si no encontrara sentido a la existencia. Tal vez mañana pueda dedicarme a escribir más. Al final, si no estoy trabajando, entonces estoy buscando trabajo, y así se pasa la vida. ¿Y qué apuro hay?

Si muero mañana, ¿habré cumplido mi propósito? Supongo que lo intento.

Author: Anónimo Temporal

Empezaré por un diario de mi propósito de recuperarme del abuso a ciertas sustancias y al sexo. Contaré historias sobre mi vida. Si toda narrativa es ficción, esta es, entonces, la ficción de mis días, la ficción de mi vida.

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