Lo último que escribí y ahora vuelvo a escribir sobre lo mismo: la marica ruidosa de arriba pone su música, hace escándalo como si estuviese en trance, con su música de fiesta. En fin. Son solo unos momentos. Creo que ha comprado esos parlantes caros y que ahora siente que debe usarlos.
No es bueno reprimir la ira; debo canalizarla, lo sé, así no estallo y cometo una brutalidad como hace un tiempo, con el golpe de la mano que derivó en una operación.
Hoy le escribí a papá. Pensé en él y hace unos días vengo pensándolo, pensando en que hay algo ahí para perdonar.
¿Cómo dar pasos hacia la actuación, qué hacer para acercarme a lo que deseo? Es como si el aislamiento y la reducción de los ingresos hubiese puesto pausa al camino del arte también.
Lo más fácil es escribir sobre mí, desde ya.
Las horas, los días pasan. El año. ¿Qué haré para navidad y año nuevo?
La OMS dice que no habrá vacunación masiva hasta mediados del año 2021. Es todo tan confuso.
Sé que no debo actuar basado en mis emociones. Pero vaya si detesto a varios pos por momentos.
La vecina de al lado se ríe: está en una llamada o videollamada, qué sé yo.
Detesto a todos. La humanidad, una raza podrida. Aunque luego me arrepienta de mis palabras, aunque luego
Estoy de mal humor por la conexión del internet. Por el dinero, tal vez también. Y quién sabe por qué más cosas. Mañana debo volver al trabajo: ellos. Detestar. ¿Por qué no puedo tomármelo todo con más calma?
Hoy estaba la mujer del profesor de tenis: no sé si él estaba, en la oficina, al fondo, intuyo que sí. Su hijo jugaba con otro hombre. Ya los reconozco. Qué afición, qué ganas, qué afortunados, poder hacer lo que quieren todo el día. ¿Es lo que quieren? La rubieza. ¿A cuánto alquilan esas canchas? ¿Es un predio propio? ¿Cuánto gana, dónde vive? Tiene una camioneta. Ya lo había dicho. La gente de bien. Mi lado oscuro. Estas son cosas que piensa mi lado oscuro. Después intento que salga el lado luminoso. Me conviene más. Lo sé. Si tan solo pudiera controlar mi furia. Aunque después del golpe a la puerta (que devino en la operación y esta recuperación tan demorada), creo que aprendí algo.
El maldito mundo heteronormado en el que vivimos. La soledad de las almas rotas, los grupos humanos, sus miserias que se cuelan (se nos cuelan) a través de grietas en lugares menos pensados.
Siento que soy un mal escritor. Uno mediocre, que las cosas que escribo no tienen valor.
Comí tanto durante el almuerzo. Además, compré cerveza, lo cual me llena de gases. Si tan solo pudiera olvidarme de todo, de todos. Si tan solo pudiera importarme menos todo.
¿Y por qué no me leen, por qué no soy reconocido, por qué elegí este camino ocultándome de todos, mientras ellos se muestran en redes, en portales, hacen una y otra cosa para relucir? Yo en cambio quiero alejarme. O destacarme pero sin buscarlos, sin necesitarlos.
Ficciones. Escribir ficciones, esperando que brote algo valioso. Debo tirar mil páginas primero hasta que logro sacar algo en limpio.
¿Es el hombre de arriba quien hace esos ruidos? ¿Los hace a propósito? Algo me lleva a pensar que se sintió rechazado.
Comí como un cerdo durante el fin de semana. Me desconecté absolutamente del trabajo. Mañana debo volver. La vida sigue. Escribo. Si tan solo pudiera irme al mar. No sé. Estar con un hombre, enamorarme. Qué cosas digo, qué peligroso ese asunto de enamorarse.
Eso, que las emociones no me gobiernen, eso debo lograr. Bueno, tampoco es lo mejor ser completamente racional. No sé si hice bien en quedarme aquí, en este departamento.
*
Y vivir fumando marihuana. Y que el tiempo pase así, así no más. Y enquistarme en odios.
¿Qué quiero trabajar en la terapia?
¿Y por qué el mal humor constante? ¿Es la soledad que me ha hecho verlos a todos tan distantes?
Escribirle a un hombre, al otro. Solo porque no aguanto la soledad.
Debo ir a kinesiología temprano, pero desperté ahora en medio de la noche, desfasado, con un poco de resaca luego de la ingesta excesiva de vino y dulce.
No quiero hacerlo apurado, no quiero trabajar un solo tema, quiero trabajar todos los temas.
Que se alejen, que se vayan, que no vuelvan si no quieren. ¿Necesitan su tiempo? Pues a su mierda. La gente va y viene. ¿Que soy intenso? Más vale. Y con suerte desfachatado. Con algo que decir, así eso sea poco pero contundente, así entre como una bala, así resuene, haga ruido, moleste, hiera a la vista, como el brillo cuando es potente.
Pronto todo va a pasar. O eso quiero creer.Lo
Mañana debo despertarme a trabajar. Seguir en la vorágine. El ruido cotidiano.
En la cancha, los profesores, los deportistas. Y yo salgo a caminar, intentando mover el cuerpo.
La rehabilitación de la mano.
¿Cuándo voy a actuar, cuánto más debo esperar para hacer lo que quiero?
Debo considerarme un afortunado, supongo. Lo que he logrado. Así sea en una ciudad pobre.
¿A dónde irme? ¿Cómo ahorrar dinero?
¿Y con quién pasaré las fiestas? ¿Qué haré para fin de año, qué pasará con el virus puto este?
*
Viernes en la noche. Son los mejores días, definitivamente, los del fin de semana.
Conviene alejarse ya que existe la oportunidad. Hablo del trabajo.
Creo que la mano mejora. Si bien aún no está del todo bien, creo que mejora.
*
El hombre de arriba talonea. Es un loco, definitivamente.
Áspora dice que viva la vida normalmente, sin pensar si el tipo me oye o no. Hablé con un hombre, quedamos de hablar mañana para tomar un vino. Pero no debo hacerlo. No lo haré.
*
Domingo. Hablar con mamá. La kinesiología. Falta aún para el próximo feriado. Septiembre y los días que pasan con su mismo son.
La piel reseca, sucia. Debo usar el exfoliante. Ducharme. Hace cuánto no lo hago. Saldré a dar un paseo primero. Es importante. Ayer vi El dilema de las redes sociales.
¿Cómo hacer para que las redes sociales sean una herramienta y no se terminen convirtiendo en un lugar negativo.
Ayer hablé con Áspora un rato largo.
No sé por qué este miedo. Los domingos en la noche son momentos, en su mayoría, de tranquilidad. Pero hoy cargo con un temor especial. ¿Qué es lo que temo? ¿Volver a la oficina, tener de nuevo un arranque de ira como el que devino en todo este asunto de la mano?
Cómo pasa el tiempo. ¿Y yo qué hago?
Un dolor también, una preocupación. Miedo a infectarme, a quedarme sin dinero, a la soledad, a no lograr mis sueños. Todos los días, salgo, camino. Mañana no lo haré. Es primavera, y pronostican abarrotamientos.
Quiero conocer personalmente sujeto con el que estuve hablando ayer en la noche.
*
No sé por qué el mal humor. O sí. Por el vecino y sus ruidos constantes. Y no quiero gritarle. Pero de alguna manera quisiera hacer algo para que pare. O por lo menos para que no me afecte. Quisiera que no me diera bronca, pero es invasivo y abusivo el infeliz. Y siento que hay algo que debo aprender. Pero también creo que merezco un cambio, cuando sea posible.
El asunto me genera un nivel de ira e impotencia que no sé si quiero seguir soportando. Pero ya firmé contrato. Lo consideré lo mejor para este momento.
*
Ya lo hice. No fue una recaída. Al final era lo que quería para estar mejor de ánimo. Y sabía que no me gustaría él. Quiero decir… que no me enamoraría. Sin embargo, quería sacarme las ganas. Por mucho riesgo que hubiera. Él dice que se cuida, que no había roto la cuarentena. Pero va al trabajo, en el que usa barbijo.
Siguen pasando los días con una velocidad abrumadora. ¿Es cuestión de percepción?
Hablamos de su vecina del piso de arriba, cuyos ruidos tuve que presenciar y que me parece son peores a los del tipejo vecino mío.
Llegué. Me lavé un poco. Y me puse a escribir. Ahora tal vez caiga dormido viendo una película.
Y me doy cuenta cuán afortunado soy al poder trabajar desde casa. Recuerdo cuánto odio me generaba ir a ese lugar todos los días, cuánto odio me generan la mayoría ahí adentro con sus vidas entregadas a la organización.
No es lo que quiero. Me sirvió (o quiero que me sirva, más bien) ver la película sobre Lowry, y ver cómo un artista que luego
Y saber que este hombre con el que me vi ayer lidia con vecinos cuya sanidad mental es por lo menos dudosa.
No comprometerme emocionalmente con el trabajo. Que no me afecte emocionalmente.
*
Exponerme. El martes fui y lo vi al tipo este en su casa. Aunque me dijo que se estaba cuidando (“sólo rompí la cuarentena con vos”, dijo), va a trabajar todos los días.
Y ayer, en un arranque de deseo y recordando viejas épocas promiscuas, ya con las cervezas alemanas en la cabeza, hablé con uno de 21 años, que me dijo que estaba con un amigo, cerca a casa, que si quería ir a llevarle porro y hacerle sexo oral, que subiéramos a la terraza. Ni corto y ni perezoso, fui.
El del cabify no usaba mascarilla y los sonidos de su celular eran los de Grindr. Y, si bien es promiscuidad, mi preocupación pasa por el virus este que da vueltas. Eso es lo primordial. Aunque hay más cosas, claro. Algunas, muchas de ellas ya entraron en mi cuerpo.
Y en un momento, incluso después de irme a chupar pija a esa terraza, desesperado por sentir la carne en mi boca, me metí en las aplicaciones, no sin nervios, y deseé encontrar cocaína. Por suerte estaba ya cansado: había despertado temprano y la cerveza y la marihuana de calidad triste me habían provocado dolor de cabeza, cansancio.
Hoy probablemente vaya a un bar a celebrar el cumpleaños de Raira.
Promiscuidad. Luego de meses de cuidados extremos, entonces me entra un apuro por buscar hombres, falos. Y quiero volver a cuidarme, volver a la abstinencia. Tal vez haya sido suficiente con esto. Tal vez.
Lo que no quiero es sentir que pierdo el control nuevamente. O mejor: lo que no quiero es perder el control de nuevo.
Ganas de renunciar, viajar, irme, ser libre. Pero claro, ¿y el dinero para vivir?
¿Está mal ir a verme con ellos habiéndome expuesto dos veces esta semana?
Debo tener cuidado, lo sé.
¿Un trabajo haciendo qué?
Miedo a perder la conciencia, a perder mis capacidades. Y es por esto que debo cuidarme.
*
Como una tristeza, como un deseo de sentirme acompañado, escuchado. Como si me sintiera una mala persona, un tipo duro, como si mi parte oscura a veces ganara predominancia. Y no puedo ocultarla.
Y al mismo tiempo, como si no encontrara satisfacción en la soledad, como antes, como si quisiera estar con gente, llenar un vacío tal vez. Pero ellos viven sus vidas, sus mundos. No puedo ser (más) intenso.
¿De dónde viene este dolor? ¿Es tal vez el clima nublado y el frío que no ayudan tampoco al ánimo? Sería un lindo día para ir al teatro.
La búsqueda frenética termina. No hay más fiesta. Y al final debo lidiar con la misma soledad de antes. Sí. Me iría a una fiesta, aunque me encuentro cansado. Me iría a un lugar donde el ruido calmara un poco esta necesidad de no sé bien qué. Domingo. Buenos Aires. En lugar de despertar feliz por haber socializado anoche, los demonios intentan apoderarse de mi ánimo.
Y encontrarme con un hombre siempre es exponerse, pero ahora más. Ha sido suficiente. Debería quedarme quieto un tiempo, prevenir.
Ayer alguien hablaba sobre la soberbia del escritor. Lo has pensado?
LikeLike