Estoy cansado. Pudo haber sido peor. Tuve temporadas en las que hice cosas peores. Claramente, es una exposición altísima. Pero qué puedo hacer. Eso y el dinero gastado: en un contexto en el que es necesario cuidar cada centavo, yo gasto en droga.
Estando con él, recordé la época en Bogotá. Es curioso que su nombre empiece también con E y que sea cocinero, igual que con el hombre con el que solía reunirme en mi paso por Bogotá.
Ni hablar de que es un tipo emocionalmente no disponible, y que puedo notar ahora los conflictos con su sexualidad. ¿O soy yo acaso incapaz de entender su bisexualidad?
La gente muere ahí afuera. Y yo siento culpa por mi… ¿cómo llamarlo? Mi exabrupto de ayer.
¿Y qué escribir?
Compré las cortinas, me di un gusto de los más intensos. Agites de la cotidianidad.
*
Ya limpié todo, por suerte. Del resto se encargarán en el lavadero. Debo pagar algunas cuentas e ir al supermercado. Aún no pago el alquiler.
Paso el fin de semana esperando que se me vaya la resaca del exceso cometido. Ya le envié un mensaje a Dante: había quedado de ir caminar con él y con su novio. Le mandé un mensaje diciendo que no he dormido bien. Miento. He dormido muy bien, pero aún no me recupero de la agitación, me lleva mínimo dos días. Por suerte mañana trabajo desde casa.
Debo llamar a mamá.
Pienso en el hombre que vino el fin de semana. En que por suerte me salió bien el chiste, aunque debo esperar a no haberme contagiado nada.
Intentamos no hacer ruido. Si todo salió bien, entonces será asunto de no volver a hacerlo y de recuperarme económicamente.
Tal vez deba llamar al centro ese de psicología y preguntar cuánta lista de espera hay. Me hicieron la entrevista de admisión, pero no me llamaron más.
Por suerte las cortinas le dan un nuevo aire a este lugar.
Es increíble cómo tomé el impulso para correr ese riesgo. Riesgos varios, como intoxicar mi cuerpo, algo que no debo hacer nuevamente, algo cuyos peligros conozco de cerca.
La sociedad argentina. Mi mundo aquí. Trabajar para vivir, trabajar desde casa. Intentar no caer, pero caer igual.
Los últimos hombres con los que he estado, las clases sociales. Sus vidas, cuán diferentes a la mía, cuántas vidas diversas en este mundo, cuántos privilegios tienen (¿tenemos?) algunos, cuán pocos tienen otros.
Si pudiese llevar el tiempo atrás y no hacer nada de eso, ni el estallido de furia, ni la recaída en el bajo mundo. Pero supongo que ya está, que es tarde.
Y que sea todo tan efímero.
Siempre el mismo miedo: ¿en qué convierto mi vida con estas acciones? Es que me rebajo a instancias innecesarias.
*
Como si el arrepentimiento sirviera de algo. Ando con resentimientos, pero en realidad intuyo que estoy todavía en medio de la vorágine de emociones producto del subidón del viernes. Ya sabía que me sentiría así después. No debo hacer nada más que esperar, mantener la calma y cuidarme.
Si no pasa nada, entonces la habré sacado barata, y estaré en pie y con capacidad de resistir, supongo.
Necesito adelgazar.
No puede ser que dé vueltas en el mismo círculo desde hace años, y no haya podido salir definitivamente de él. Es cierto que uno es adicto toda la vida.
Si no pasa nada, entonces la habré sacado barata, y estaré en pie y con capacidad de resistir, supongo.
Necesito adelgazar.
No puedo dar sentencias ahora. No quiero decir que la vida es una mierda, solo porque me encuentro en medio de un torbellino que yo mismo ayudé a armar.
Solo.
Y si vuelco mi furia al vecino, entonces también me hago daño. Supongo que debo permanecer tranquilo, darle tiempo al tiempo, y que la herida sane sola, aplicando los cuidados que ya conozco, la desintoxicación.
El vecino hizo ruidos, intento bloquearlo: auriculares, música, tapones para dormir. Genera violencia en mí. Quisiera trabajar todas estas sensaciones. A veces no sé si es la terapia lo que ayudará. Pero lo cierto es que tal vez es un poco mejor alguien que guíe mi proceso. Llego a un momento en el que no sé si puedo solo.
Mi parte oscura. Eso dijo el terapeuta una vez. Es solo eso. Pero si no la alimento, entonces no crecerá. Me asusto de mí mismo.
Tal vez deba llamar y consultar para cuándo piensan que pueden empezar a atenderme en la terapia psicológica.
Fui a dar una caminata. Supongo que de a poco iré aumentando el ritmo de lo que hago, y podré adelgazar también.
Sigo pensando en la locura del fin de semana.
*
Confusión, tristeza. La mañana es mejor que la noche, a pesar de que no he dormido bien. Me dispongo a trabajar para compensar que en la tarde iré al turno de kinesiología.
Tengo miedo de que esa parte, el dedo, haya quedado deforme.
Y esto de considerarme desafortunado, este pesar que cargo, este verme como alguien a quien le falta algo más.
No me sirve ver esas imágenes de hombres, no me ayuda, hace que explote mi cabeza.
No quiero quedarme con las ganas, pero no puedo exponerme más. Y el deseo sube como una necesidad.
Pero no necesito hombres que me lleven por el camino de la droga, a pesar de que parezca que la paso bien con ellos. Es una ilusión.
*
Anoche transpiré. Luego tuve frío.
Aun no pagan el restante en el trabajo, el subsidio. Amanecí desanimado, con miedo, sin ganas de bañarme o afeitarme.
Quiero un hombre. Tal vez él. Que venga, que me deje hacerle masajes, jugar con su cuerpo.
Aún debo estar intoxicado de la ingesta del fin de semana, no ha pasado tanto tiempo. ¿Por qué desperté con tan pocas ganas de hacer cosas?
Aunque no quiera admitirlo, pienso en él. Aunque hayamos fumado esa porquería e intente rebajarlo por sus pocos logros.
Y este frío, ¿por qué?
Cuánta verdad en las palabras de Áspora ayer. Pero cuán extraño me siento ahora. Podría decir que es un miedo o una desesperanza que no experimentaba hace mucho.
Increíble que deba soportar la gota del tipo de arriba. Enciendo entonces el aire, así no escucho, la hago callar. Gasto energía eléctrica, claro. Pero es eso o tener que dar la batalla con él, quien ya ha demostrado comportamientos subnormales.
Tal vez y definitivamente algo de estos diarios sea mi obra. Si no es así, he resultado una verdadera farsa como escritor. O tal vez aún sea pronto para juzgar, tal vez pueda dedicarme a producir más obras cuando ya no tenga que trabajar para vivir.
Hoy trabajé poco. Mañana iré temprano a kinesiología. Pongo música en los auriculares. No quiero pelear. No debo pelear.
Espero que la mano quede bien. Temo porque aún no se reestablece la movilidad de la punta del dedo.
Hoy amanecí con unos rasguños en el torso.
Áspora dice que no le escriba al hombre del fin de semana. Y vaya que no debo hacerlo.
El hombre preparó crack, fumamos. Yo nunca lo había hecho, y siento que desperdiciamos cocaína preparando eso. Él había traído bicarbonato de sodio. No me había dicho que lo quería hacer. Pero ya habiendo comprado cocaína, y estando acá, me preguntó si lo había probado. Y se puso a prepararlo.
Yo le pregunté si podía besarlo. Jugamos toda la noche. Fuimos a por más en medio de la excitación y previendo que se nos iba a terminar.
*
Pensar y pensar en el trabajo, en los trámites, el dinero, los tiempos para cobrar, la crisis, los amigos, la pandemia, el virus…
Ahora son pasadas las 3 de la tarde. Un temor: el dedo. Celebro que el clima haya mejorado. Debo darme prisa y comprar una maceta para ubicar en el balcón por si el hombre de arriba pierde cuidado y deja caer agua, asunto ya normal en la temporada primavera-verano.
Mis días de ocio se convierten en dormir plácidamente bajo el efecto de la pastillita.
¿Salir? Si pudiese desear, pediría tranquilidad, calma, un lugar con vista al mar y donde no lleguen ruidos que puedan perturbarme.
Mi cuarto en Macondo está bastante bien para eso. Sobre todo ahora que no están los estudiantes del colegio de al lado.
Las amistades. Supongo que me obsesiono con ellas porque son lo más cercano. Los que se alejan, los que aparecen, las actitudes, la luz y la sombra de cada uno. ¿De cada une?
Anoche me quedé hasta tarde leyendo el libro de relatos de Carver. Es bueno leer, pasar el tiempo así. Me obsesiono también con temas del trabajo, con las formas y los procesos. Mis odios, mi violencia.
Luego me da culpa, no quiero ser el tipo que tira mensajes fuertes. Descanso.
Culpa, miedos, ansiedad, ¿asqueo?, incertidumbre. Feliz nueva semana mi recordado anónimo.
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Asqueo, aunque no me arrepiento. Pero bueno: a lo hecho, pecho. Seguimos en esta locura que llaman vida, Meatov. Espero todo marche bien por allá. Un abrazote.
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Abrazo grande. Parte de la vida, no sientas asqueo. En el fondo eres tan tierno como mi amigo X que es parecido a vos, hace un vacanal y se arrepiente. Yo lo adoro porque expresa tanto cariño que me derrite.
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Jejeje. Meatov. Qué días extraños estos, ¿no? Bueno, la vida misma, supongo. Abrazooo.
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❤❤❤
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