Pensando en él

Si bien hubiese preferido no haber tenido que hacerlo, creo que me hizo bien haber salido. Aún pienso en los hombres, los enfermeros, en sus brazos, en su uniforme y sus miradas.

Sueño con las reuniones sociales, la posibilidad del contacto.

Ahora es la una y cuarto. Ya me hice el café y limpié un poco el inodoro, al cual no le dediqué tiempo antes de la operación. La mano molesta, pero los calmantes hacen su efecto.

Espero poder trabajar y vender este mes.

Anoche se me dio por indagar en la teoría de las vidas pasadas: hace un tiempo que sigo con frecuencia la astrología, pero el tema de las vidas pasadas nunca lo exploré mucho. Todo porque no paro de preguntarme qué es todo esto, este universo, esta vida, ¿somos almas?

*

Lunes. Si bien ayer molestó un poco la mano, apalié inmediatamente el dolor con los calmantes. Hoy salió el sol. Me dispongo a trabajar, siempre confiado en que es la manera de conseguir el dinero necesario para vivir.

Quién sabe cuándo mejoren las cosas.

*

Que las relaciones humanas, o el ser humano en sí, trae consigo contradicciones. Digo una obviedad. Una de tantas.

¿Existe algún tipo de respuesta que nos sea develada en algún momento? El fin de semana estuve pensando en esa pregunta.

Y si acudo a un terapeuta, ¿para qué? ¿Qué hablo allí? No sé si sea buena idea. La otra semana me harán la entrevista de admisión. Si es que no la cancelo. De ahí nace la inquietud.

Ahora es otro día. Dormí bajo el incesante martillar de algún vecino. Aunque usaba los tapones, fue molesto.

El caso es que me pregunto si hacer terapia. Y la pregunta sería para qué.

Me pregunto en qué emplear este tiempo, me dan ganas de hacer un portal de internet. En fin, pienso cosas. Hasta que llegue el momento de sentarme y trabajar.

La cuarentena, el encierro, se vuelve cotidiano, y asusta.

Obligado a mantener el contacto virtual con los del trabajo, con algunas de esas personas interactué poco. La vida se ha transformado.

Tal vez pueda hablar sobre esta dualidad entre necesitar relaciones sanas pero extrañar la mezcla de cocaína y sexo.

*

¿Buscan todos el amor? Buscamos, quiero decir. ¿Es así?

Estoy leyendo esa novela de Paul Auster, y me gusta. Ver al doctor hoy me revolucionó las hormonas. No debe imaginar él lo que me ha generado después de la operación. El primer día, cuando fui al primer turno quiero decir, no me atrajo. Pero la operación fue toda una experiencia.

Tal vez le pague a alguien para que me abrace una vez me saquen este clavo de la mano. Para que me abrace, entre otras cosas. Y tomar cocaína y entregarme al placer del calor de un hombre. Sé que no debo. Pero sueño.  

No sé en qué canalizar toda esta energía sexual.

Entrar a las páginas de noticias es asegurarse un bajón emocional.

Tal vez quiera sushi para cenar. Aunque debo cuidar los gastos. La incertidumbre es demasiada.

Y siempre la pregunta: ¿por qué es eso tan importante?

Yo quisiera contagiar de alegría a quienes están cerca de mí. Pero vaya si soy un ser complejo.

Las ventas, tan difíciles ahora. Bebo vino blanco, espero el sushi. Supongo que todo estará bien.

*

Caí fundido luego del vino y la cena anoche. Luego vino el insomnio. Así que me paré a escribir. En mi mente, diserto, también hablo solo. Pienso en el amor, en los hombres, en esa necesidad puta (perdón, pero no se me ocurre otra palabra…) ¿o contradictoria, diríamos?

*

¿Pero a qué me dedico si renuncio?

Despierto tranquilo, pero el mal humor llega enseguida cuando pienso en los asuntos del trabajo. Percibo la bronca contra personas, situaciones difíciles.

Quisiera desconectar.

Es acaso mi ego adolorido porque no se me toma en cuenta. Ver los controles, el manejo del poder en el trabajo, en las “organizaciones”, en los grupos humanos.

Es sábado. El mal humor me da miedo. Porque entonces reacciono de maneras violentas.

Temo que sea alta la suba del alquiler y le doy largas al asunto, no llamo al dueño del departamento. Las mismas ideas una y otra vez en mi mente.

Un cambio. Libertad. Es cierto lo que decía la astróloga en el video sobre la época actual.

La novelita de Paul Auster me está resultando deliciosa. Me pregunto qué más hacer  hoy.

Ayer en mi paseo me encontré de casualidad con Boisano en avenida Corrientes. Vaya coincidencia. Estuvimos charlando un rato, de pie. Ambos con el barbijo puesto.

Tres días libres: qué hacer. Por un lado, reniego del trabajo, por el otro, por suerte puedo ocuparme de ciertas cosas, así no se me hace la cabeza un lío con la cotidianidad.

Supongo que seguiré leyendo por otro rato más.

Si fuese todo más sencillo.

Los hombres en la cancha de tenis, al frente de casa, conversan. Han dejado ya el lugar limpio, lo arreglaron. Y supongo que ahora esperan que lleguen los clientes: creo que ahora permiten jugar al tenis, entre otros deportes. No sé si a partir de hoy o del lunes.

El tiempo libre es un peligro. Me pregunto incluso si debería trabajar. Qué hacer, qué hacer.

Anoche soñé de nuevo con el teatro. Los espectadores debían mantener la distancia social. La obra se desarrollaba en un segundo piso. Por alguna razón –aunque no estoy seguro de esto-, debían sentarse en el piso.

Me pregunto si mi trabajo es insustancial, si debería hacer otra cosa, obtener dinero de otra actividad.

Me acuesto en la cama, pongo música de relajación en los auriculares, y leo.

¿Por qué estoy tan enojado, por qué tengo tanta ira?

Sí, quisiera renunciar e irme de viaje, cambiar esta cotidianidad.

*

El miércoles es la entrevista de admisión. Dudo si debo empezar la terapia o no.

*

Obsesionado de nuevo. Esta vez con el doctor. Mi obsesión raya con lo ridículo, lo sé. El terapeuta anterior decía que yo pongo otras angustias en estas pequeñas obsesiones, que resultan no ser tan pequeñas, ya que me hacen sufrir.

El asunto es que los pensamientos vienen a mí sin irlos a buscar, vienen solos, quiero decir, y entonces me pregunto cosas sobre su vida. Anoche, por ejemplo, durante ese largo insomnio (¿hay insomnio que no sea largo?), pensaba en él, y reconocía en medio de mis pensamientos fútiles, que ni siquiera conozco su cara completa, porque siempre lo vi con barbijo, que el tipo ha sido tosco, seco, que no me ha dado indicio alguno para que yo pueda empezar en la ruta de la obsesión, pensándolo como un buen hombre para amar o para recibir su amor. Tiene, de hecho, un anillo, no recuerdo ahora en qué mano, lo cual me indica que tal vez sea casado. Se lo he visto en el turno el otro día, cuando me cambió el vendaje. Intuyo que es judío, por su apellido, y por el gorro que llevaba el día de la operación.

Y yo, necesitado como siempre, pero como nunca, ya que no recuerdo tiempo tan largo en mi adultez sin vivir el romance con un hombre, entonces me antojo del doctor que operó mi mano, y que controla ahora que todo vaya bien.

¿Cómo es? ¿Qué gustos tiene? Ha de trabajar incansablemente, porque esos tipos suelen trabajar sin parar. Ha de ganar mucho dinero. ¿A qué dedica el tiempo libre?, como dice la canción.

¿A quién ama, a quién respeta y cuáles son sus ideales?

En fin. Luego, supongo que cambiaré de obsesión. Pasará todo el asunto de la mano, y seguiré con esta vida en la que parezco no encontrar luces sobre mi quehacer, sobre mi futuro cercano. Mientras haya pandemia, cualquier objetivo parece en pausa, y yo me quedo cómodo –aunque cómodo sea un decir-, en mi departamento del centro de la ciudad, viendo cómo el mundo se renueva. Haciendo lo mío, lo poco que puedo hacer. Aunque no es poco mientras pueda pagar mi vida. No puedo quejarme, no debo. Aunque el vecino bruto y bullicioso haga alarde de sus traumas y quiera llamar la atención de vez en cuando.

Ayer hablé con varios hombres en Whatsapp, uno me bloqueó cuando le dije mi nombre. Quién sabe quién era, si se acordaría de algo de mí. El caso es que me borró. Otro que vengo buscando hace mucho, dejó de responder. Al cabo que ni quería, como dice el Chavo. Y es que no puedo tampoco: tengo un clavo en la mano, una férula y un vendaje, así que debo cuidarme.

La mano anda bien: cuando olvido los cuidados, entonces aparecen las angustias cotidianas.

Pienso en él durante la noche, cuando ya me he dormido, y entonces noto una erección, la mente se me va directo hacia él, pienso en sus erecciones nocturnas, en que un hombre necesita satisfacer sus deseos, en si tiene a alguien, si es feliz, me pregunto si hace el amor con su mujer ni bien despierta, con su erección matutina de hombre relajado.

Sueño con irme al mar.

Este año no he hecho lo suficiente en el trabajo como para poder ahorrar. Y con la inestabilidad… imposible planear algo.

Author: Anónimo Temporal

Empezaré por un diario de mi propósito de recuperarme del abuso a ciertas sustancias y al sexo. Contaré historias sobre mi vida. Si toda narrativa es ficción, esta es, entonces, la ficción de mis días, la ficción de mi vida.

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