Y así pasa la vida. Intento recordarme que esto pasará, que será, como todo eventualmente, asunto del pasado. Pienso en mudarme, busco departamentos, pero temo que sea una locura en materia económica dar un salto este momento. Sin embargo, busco y busco opciones, a ver si veo algo lindo, algo que pueda pagar.
Es invierno. Si no fuese por el vecino, este lugar sería perfecto para continuar mi estadía. Pero el tipo logra sacarme de mis casillas. El domingo pasado puso música durante una hora y media. Fui a caminar ni bien él empezó con el estruendo. Pero no calculé bien el tiempo y, al regresar, todavía estaba con su parlante a todo volumen.
La mano va mejor. No me preocupa, aunque me hayan dicho que es una fractura.
Si me pongo a pensar mucho, el miedo me deja paralizado.
Las amistades se viven de manera digital, como todo en esta contemporaneidad pandémica. Algunos desaparecen por largos periodos. Con todos tengo algún tipo de diferencia.
Ahora me gano la vida yo mismo, y supongo que eso es importante. Aunque la independencia trae consigo los temores del qué sucederá si uno se queda en sin trabajo o sin ingresos.
Intento escribir. Lo que más fácil me salen son estos diarios. Espero a ver si perdí algunos archivos de la otra computadora.
Agradezco tener trabajo. Escribo ideas inconexas, lo sé.
El asunto de la máquina sí que me preocupa. Creo que habrá una solución sencilla, pero espero no gastar dinero.
Percibo una tristeza extraña que no sé si llegó con el primer porro del día. Me doy cuenta de que me cuesta alejarme de ese ideal de ser humano que quise ser. Pero el ideal o esa vida ideal no…
¿Y por qué no irme a pasar el próximo invierno a otra parte, a Europa por ejemplo? Pedir una licencia en el trabajo y pasar una temporada afuera. ¿Seguiré trabajando en el mismo lugar?
Tomo sol en la ventana y pienso en el verano. ¿Qué puedo hacer afuera, en otro lugar, y saltarme el invierno, doloroso invierno del sur de américa? Ni tan doloroso. En Nueva York hubiese sufrido el triple. ¿Pero sería otra cosa porque estoy en Nueva York?
*
El dedo roto. La operación pronto. Organizar la fecha. El vecino ruidoso. ¿Soy yo que me dejo angustiar por el vecino? ¿Qué debo hacer? ¿Debo irme de este departamento a donde sea? Pero quiero tener cuidado con las cuentas.
Anoche soñé mil cosas. Últimamente tengo sueños relacionados al teatro. Ayer soñé que iba a cobrar a la asociación Argentina de Actores y me encontraba con un montón de gente conocida, que no entiendo por qué están en mi inconsciente.
Ayer nos advirtieron en el trabajo que planean suspensiones totales, lo cual disminuiría más mis ingresos. El asunto me llevó a un susto tremendo. Pero ahora estoy mejor. No fumé hierba todavía. No tengo hambre. No quiero aburrirme ni entristecerme. Las noches son más difíciles siempre: los demonios salen a flote. Espero que el vecino no ponga música a todo volumen. Estoy dudando si debo mudarme, es demasiado gasto para el periodo de inestabilidad que vivo.
*
Domingo. Lo de siempre: el vecino, el invierno, la gente en las redes que exhibe las cosas que hace. Por suerte no estoy usando Instagram ni tik tok. Qué año.
El viernes me harán la operación en la mano. Después de eso serán tres o cuatro semanas. Y después, kinesiología.
Las cuentas, como siempre y más que nunca, son una preocupación. ¿Qué sucede si quieren bajarme más el sueldo?
Voilá. El técnico me ha dado la computadora y al parecer anda perfectamente.
Desánimo. Caminé hasta la casa del técnico sin ganas, triste. Y así volví.
¿Para qué es todo esto? Las mismas preguntas de siempre, qué sentido tiene esta búsqueda constante de una felicidad o una tranquilidad que a veces cuesta encontrar. Incertidumbre, miedo. Soledad y hastío. ¿Sería mejor si estuviese en casa, en Macondo?
Uno tiene que trabajar, que hacer, que moverse, que generar ingresos. Pero quisiera no tener que hacer nada y que eso no fuese una preocupación, vivir en un lugar tranquilo, y no tener problemas. Tal vez pida mucho para este limbo o purgatorio que parecemos habitar.
Parece que hay una “nueva organización de vecinos con parlantes”, ahora sé que no soy la única que lo padece… Saludos y fuerzas para este limbo, como tú dices.
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Es una desconsideración y una falta de respeto cuando uno vive tan pegado a otras personas. Pero bueno. Paciencia. Gracias por comentar y por pasarte por el blog. ¡Un saludo!
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