Soñé que dirigía teatro, y venían unas chicas de un colegio a ver un ensayo, era el primer ensayo.
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No quiero victimizarme. En las noches es difícil no ceder ante la nostalgia y el miedo, que son constantes en esta etapa. La cuarentena sigue en Buenos Aires, porque hay varios pobres y porque a los gobernantes no se les ocurrió prevenir ahí. Ahora hay que curar. Van hacer tres meses que estoy así, y el asunto no tiene un fin certero. El presidente habla y dice que es una realidad única la de las villas y la de los asentamientos pobres. ¿Estamos perdidos? Mientras que en países desarrollados la cuarentena tuvo éxito y vuelven a la normalidad (una nueva normalidad), acá, por pobres, continuamos con elevación de casos. Por pobres y por inoperancia del sector gobernante que no previno ahí. Y sigo preguntándome qué hay detrás de
Me pone de mal humor que no respondan, que tarden en responder los mensajes. No ser la prioridad para todos. Todos, basura. Para mi madre, sí. Y me angustia pensar en ella, sola, en el departamento, encerrada, bajo las decisiones de otros corruptos inoperantes, como los gobernantes allá, en ese otro país de mierda, Colombia.
Escribo con violencia en el corazón, aburrido de lo mismo, y obligado a continuar. Obligado no. Es cierto. Si no me suicido, pienso a veces, es porque está ella, mamá. Y no le daría el dolor de ver morir a su único hijo. Supongo que hay algo de pulsión de vida también.
En el taller de escritura, el profesor hace chistes homofóbicos. Los hace de todo tipo: racistas, sexistas. Los he hecho yo también. No voy a hacer un drama ahora por eso. Pero me afecta.
Y así sigue la vida, entre el llanto nocturno y la esperanza matutina.
Las películas de Berger, el director argentino, ponen mi sensibilidad a flor de piel. Y así sigo.
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Soñé con papá. También con Dante y su novio. Intuyo que esos sueños tan extraños se deben a la combinación del vino, tanta comida, y la medicación.
A veces pienso en escribirle a papá. Pero no lo sé. Para qué. Es el mismo diálogo siempre. A veces, últimamente me siento agradecido por la ayuda de todos esos años. Sin embargo, no puedo olvidar el resentimiento por cómo la retiró en un momento que era crucial.
¿El artista ha sido siempre un hombre marginado en cuanto a lo económico? Salvo algunos casos.
¿Y qué voy a hacer ahora con este rechazo a las redes sociales, si parece que es por ahí por donde pasará todo de ahora en más con el asunto de la pandemia de mierda que nos azota? ¿Cómo superar esta tendencia al ostracismo, sentirme más cómodo con hacer público lo mío?
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¿Cómo ser un actor ahora? El mundo se paralizó, aunque no en todas partes de la misma manera: como si hubiesen frenado de golpe la globalización. En la Argentina, ¿cuándo volverá la ficción? El comentario de las mujeres en la reunión de ayer me dejó pensando demasiado sobre mi vida, y sobre la continuidad de mis días.
Es así: la marihuana me pone un poco paranoico. Amanecí tranquilo, pero los ruidos me alteran. Los ruidos del vecino, aunque ahora son menos.
En un momento fue la sobrevivencia. Más que eso claramente. Quiero decir, sobrevivo manteniendo el nivel de vida pequeñoburgués con el que fui criado.
Escribo como hace varios días no podía hacerlo, en la mañana, con tiempo, sereno, con el café tibio y el porro ahí, seduciendo.
Siento que mis amistades son poco emprendedoras, van a un ritmo diferente, y ni hablar de los intereses. Siento que es lindo emprender. Clases, obras, algo. Un espacio cultural. Si no importara la plata…
Estando en la cama, anhelo pararme y fumar. Luego, la ansiedad, el encierro. Qué hacer en un día otoñal, gris, con la cuarentena prolongada que vivimos en esta parte del planeta.
Debo escribir ficción, debo pensar en qué hacer con mi vida. O tal vez no, tal vez solo deba reposar, entregarme al pensamiento fácil y efímero, al descanso después de estar llamando gente, hablándoles de viajes que me gustaría hacer a mí.
Y lo que más fácil me sale son estas líneas. De salir, ¿a dónde lo haría?
¿Qué puedo emprendimiento puedo armar y con quién? Ayer pensaba en eso.
La marihuana está fuerte, me sube la energía.
Tal vez termine el cuento pronto, así puedo enviarlo al taller.
¿Contenidos en Internet? Una y mil ideas se me han ocurrido en esta vida, y no llevé a cabo con éxito nada. Exagero. El éxito es algo tan subjetivo.