Por suerte, también, el fin de semana no me drogué, por suerte no vino Pampeano a casa. Por suerte es domingo. Por suerte encontré esas tucas en el cajón, por suerte estoy tranquilo. Aunque no me esté yendo muy bien en el trabajo, aunque empiece a contar los centavos. ¿Ir a Macondo hará, como un cable a tierra, que me reconecte con la intención de cuidarme? El asunto pone mi deseo en contradicción, si es que está bien dicha esa frase. No sé qué tanto quiero ir, estar allá.
Por suerte vendrá la comida china, y queda un poco de vino blanco en la heladera.
En el transcurso de estos días publicaré los extractos de los diarios desde el 24 de diciembre hasta hoy. Lo hago como un ejercicio de mantener la mano caliente y el ánimo de escritor. No es que no haya tocado para nada los textos de ficción, pero (lo de siempre) la cotidianidad enfermiza no me permite relajarme lo suficiente para abocarme a las historias.
Sigue la vida. Es 2020. Y estoy bien.