Me obsesiona saber en qué he gastado el dinero. Llevo las cuentas con obsesión. Inconformismo. Ayer nos hemos quedado hasta tarde y hemos visto con Dante parte del video de la obra. Hemos visto el tráiler varias veces.
Y me avergüenzo por todo, por cómo soy, por quedarme sin dinero.
¿Qué quiero con un varón? El otro día vino ese hombre, pero después ya quería estar solo. Bueno, era una persona en la que no podía confiar plenamente: le estaba pagando por sexo, y lo había traído a mi casa. Lo disfruté. Pero después ya fue suficiente. Venía cansado.
Una sensación de desprotección, de querer cambiar de lugar también.
Han venido aquí anoche nuevamente. Ha venido ese muchacho tan lindo. Le he prestado un sweater antes, en la pizzería, porque bajó la temperatura, y él había venido en bermuda y remera.
Y en un momento, cuando se acomodaba la capucha sobre su cuello, he sentido que era yo quien le daba calor. Ni bien lo vi así de desabrigado, supe que le prestaría el sweater que había llevado por si acaso, supe que sería yo quien
lo cobijaría. Aunque fuera un poco.
Avergonzado tal vez. Así estoy. Por haber mostrado mi locura. Señores, estoy (¿soy?) un poco loco.
*
Quiero algo más, todo el tiempo. Algo me hace falta y no sé qué es. Como si este no fuera mi hogar, de repente.
¿Ir a Macondo? ¿Ir ahí nuevamente?
Es como si el verano me llenara de tedio, como si no quisiera estar aquí, en este departamento, como si faltara algo, pero no sé bien qué. Afuera, en la cancha frente a casa, juegan al tenis. Escucho la pelota. Tengo la persiana cerrada, así no entra luz.
*
Me quisiera ir al mar pronto, a escribir. Un fin de semana.
Cómo me he revolcado con ese hombre, el que vino el jueves, al que le pagué. Lo he disfrutado. Empiezo a sentirme gordo, inconforme con mi cuerpo. Todos los inconformismos llegan juntos.
El sonido de la pelota, logra fastidiarme.
Y pienso en lo que haré, en el futuro, hago planes. No iré a la piscina. Y pienso en tomar, en tomar y en fumar. Aunque después me diga que lo dejaré.
Mañana, ir al trabajo, hablar con ellos, verlos, y tener que soportarlos. No los quiero más cerca. El tabaco y el alcohol son destructivos, pero si no, no encuentro sosiego.
*
Haré que vengan a pintar la cocina, también que hagan una limpieza a profundidad. Le pediré al dueño del departamento que cambie ese mueble del baño que está destartalado y las puertas de de la parte de abajo del mueble de la cocina también.
*
No es sólo necesidad de amor, son muchas otras cosas juntas. Este ir todos los días a esa oficina, esa jornada, y sentir que me quejo y que no debería, porque hay quienes están en peores condiciones que la mía. Me encuentro agotado y sin fuerzas por estos días.
Ir a Macondo en febrero será muy caro, es mejor no gastar en eso. Es mejor quedarme aquí.
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No es sólo necesidad de amor, son muchas otras cosas juntas. Este ir todos los días a esa oficina, esa jornada, y sentir que me quejo y que no debería, porque hay quienes están en peores condiciones que la mía. Me encuentro agotado y sin fuerzas por estos días.
Ir a Macondo en febrero será muy caro, es mejor no gastar en eso. Es mejor quedarme aquí.
Y mi prima, que odia tanto Colombia, que me dice que sí, que es caro ir a ese “pueblucho”. Y no me gusta que se refiera así al lugar de origen.
¿Y el otro año hacer la obra de nuevo? ¿Y pasarme el verano trabajando, yendo a esa oficina? ¿Y si no hago comisiones entonces no gano lo necesario? ¿De qué vivo entonces, si no voy todos los días ahí, como un esclavo?
*
Iré a Colombia. He comprado los pasajes. A Bogotá, la Inmunda, a ver a Áspora. Y luego iré a Macondo, a ver a mamá.
Estoy sorprendido. Odié sus palabras hoy.
Ni siquiera quiero, puedo escribirlo. Estoy triste. Y agotado. De ver todo ese mundo ahí adentro. Triste de esa realidad, de la realidad, del mundo corporativo.
Encuentro mil y una razón para estar descontento, inconforme, enojado con la vida, con la cotidianidad.
Los del reel le han puesto una marca de agua. Les diré que la saquen.
He visto tantas cosas ya. ¿Ha sido el comentario de esa mujer lo que me dejó sin fuerzas? Ya venía de mal humor yo. Salí a la plaza, me encontré con Dante de casualidad.
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La autoridad, y no querer tenerla. No querer estar ahí por tantas horas. Pero necesitar estarlo. Por suerte llegan los días libres de fin de año, por suerte llegan las vacaciones en Colombia también. Debo conservar el empleo, debo continuar ganando dinero. Las palabras de la cerda ayer fueron hirientes, y yo soy tan susceptible.
Un hombrecillo solitario, que vive en un barrio de clase media baja, con grandes deseos, y a quien no le alcanza la vida para todo lo que quisiera, todo lo que desearía.
¿Qué soy?
Y miro empleos en Linkedin. Y escucho que el hermano de uno gana no sé cuántos miles de dólares. Y yo, ahí, a medias en mi deseo de cambiar de trabajo. ¿Es eso lo que quiero realmente? ¿Y después?
¿Y el reel, las fotos? El material para promocionarme como un actor.
Laitan dice que ha sido “cualquiera” la respuesta de mi jefa ayer. Y yo que soy tan susceptible. Hoy me quedé en casa, no hice nada en todo el día, dormí profundamente.
Debo trabajar fuertemente la otra semana. No tengo mucha más opción: son los últimos días, debo trabajar.
*
Los números, las cuentas. Siempre, un pequeño miedo. Pero estoy bien. Ahora tengo planes de ir a Colombia. Más que planes: ya he sacado los pasajes. Así que iré, estaré ahí, veré a mamá.
Pero antes, debo esforzarme en esa oficina, para hacer comisiones. Llegar a tiempo. Debo dejar el alcohol y el cigarrillo en las noches. Acostarme temprano. No puedo llevar a cabo la vida del hombre hippie.
*
Todavía estoy cansado. Ha sido una linda noche. Hemos tomado unas cervezas después. Han venido dos compañeras del trabajo. Una se ha ido. Otra se ha quedado. Raira se fue a un boliche. Ha sido una linda función. La última de este año.
Ayer vino el pintor a casa en la mañana.
Y luego pago por sexo. Al chico del instrumento grande. Lo he penetrado yo. Y me gusta que tenga una gran herramienta.
Hoy es domingo. El hombre ha venido anoche. Hemos hecho el amor. Drogados. Ha sido lindo. ¿Debí darle más dinero? No quise. He gastado suficiente ya este mes, y se vienen dos gastos fuertes.
Y las redes, ahí.
Tengo un pequeño dolor de cabeza. Tomaré ibuprofeno.
El viernes falté al trabajo.
¿Y sobre qué escribir? Ahora termina el año, cumpliré 34. Iré a Macondo. Planes. Hago lo que puedo con el dinero que gano. Por ahora no compraré el sillón que tanto quisiera tener, no puedo porque he preferido invertir en el viaje a Colombia.
Le pagaría a otro, a un negro, tan solo por tener su miembro en mi boca, y poseer su tiempo, su calentura un tiempo. A pesar de que he dormido con el otro, he quedado con ganas de más.
Pero estoy cansado. Y aunque estoy cansado, no quiero dormir. Quiero tomar más café, y escribir un poco, o aprovechar que estoy vivo y despierto. Estoy sano, en medio de todo.
Hay algo en mí que lo rechazaba. Eso pude notar. Después le hice el amor.
Hacer el amor, vaya expresión. ¿Y ahora qué hacer? ¿Pensar en comer? No debo tomar alcohol. Estoy cansado.
¿Qué hacer para pasar navidad y fin de año? Están tan cerca ya las fiestas. Y no se me ocurre más que quedarme encerrado, en casa, sin hacer mucho. Cocinarme, tal vez. Hacerme algo en el horno, que estará limpio. En mi cocina, que estará recién pintada.
*
Después se viene a hacer la buena, intenta hacerse la amiga. Pero en cualquier momento, cuando uno menos lo espera, salta para cualquier lado, y es humillante, la cerda. Hablo de mi jefa. Y entonces, cuando se hace la buena, me siento culpable por haber escrito estas palabras, por llamarla así. Pero luego logra ofenderme en los puntos que más me duelen.
Ahora iré de nuevo ahí, debo enfrentar toda la jornada, porque eso me da de comer. ¿Cómo estar atento para responder con buen aire a las humillaciones, si me toma siempre desprevenido?
Supongo que buscaré trabajo, que usaré el tiempo libre para eso, entre otras cosas.
Ahora es lunes. Mañana asume el nuevo presidente, así que me quedaré en casa, trabajando desde acá. Por lo menos.
*
Son gentes nefastas, varios de ellos, no todos, sus actitudes, sus formas, sus códigos, sus maneras, la forma en que se manejan.
*
Busco razones a por qué ando tan entristecido. El síndrome de abstinencia habla. Lo de siempre: me dice que vaya por un vino.
¿Soy el blanco que quiere un abrazo, mientras disfruta de sus privilegios de clase? No puedo hacerme más la víctima; pero tampoco puedo ocultar, hacer caso omiso a esta tristeza, a esta soledad que me surge de vez en cuando.
No quiero estar solo, quiero aprovechar cualquier momento para alcoholizarme o drogarme, anestesiar, como si buscara algo.
¿Es el inicio de las fiestas? ¿Qué me pasa? ¿Por qué esta tristeza ahora?
Debo parar de beber vino. Aunque muero por uno ahora. Me haré exámenes la otra semana. Así que más vale que me cuide. Además me tomarán unas fotos pronto. Una captura de mi físico y de mi sangre. De mi físico con ropa, claro. Tomaría un vino. Un vino blanco. Y después, el codiciado cigarrillo de las noches. Pero ahora no estoy joven, ya no puedo decir “más tarde lo dejaré”. Ahora es más tarde. Y ahora debo cuidar de mí. Ya hice bastante con aplazar el blanqueamiento dental. Supongo que estaré bien. Puedo comer sin vino. Puedo fumar incluso sin vino. Mejor si no fumo. Vendrán las fiestas. Y la soledad. ¿Hasta cuándo me voy a quejar? ¿Quién soy? ¿En quién me he convertido?
Como si el alcohol fuese sinónimo de recreación, y entonces beberlo me pusiera en un ambiente de celebración, como si necesitara ese estado de abstracción. Digo más, me iría a un bar de sexo, conocería, charlaría con hombres, estaría borracho, fumaría, y dormiría profundo después. Pero no lo haré, no ahora, no más. No debo, no puedo.
*
Pero sí que entiendo esta tristeza, podría explayarme más. Pero debo trabajar. Hoy, desde casa.
No fui al taller de escritura. La fotógrafa me ha pedido cambiar la fecha para las fotos.
Estoy mejor, pero no del todo bien. Mi prima dice que es por la proximidad de mi cumpleaños. Ya lo creo.
El profesor de tenis estuvo toda la tarde jugando en la cancha, al frente de casa. Lo vi ahora que bajé a sacar la basura. Y yo con esta pereza, este cansancio, nada que activo y voy a correr, a hacer algo de actividad física. Me dejo ganar por la tristeza, continúo victimizándome. Es como si creyera que todos van a mirarme ahí, en el gimnasio. No quiero poner la música a todo volumen en mis oídos para correr. Termina el día y continúo percibiendo el cansancio, la modorra. Y esos hombres, tan enérgicos.
*
Es como cuando tenía que ir al colegio todas las mañanas, así me siento, yendo a una actividad que no me gusta. Y todos los empleos que veo son en una oficina, cumpliendo horarios. Estoy cansado de eso.
He dejado el alcohol y el cigarrillo en las noches. O por lo menos durante estos días he tenido éxito en el propósito. Aún no vuelvo al gimnasio; ayer estuve a punto de ir, pero cuando estaba abajo, en la entrada del edificio, vi que no había lugar en la parte exacta, en una de las cintas que me gustan, y no quise ubicarme en otro lado, así que volví a subir, me dije que lo dejaría para más tarde. Pero me quedé acá en casa. ¿Por qué estoy tan cansado? No quiero despertar todos los días e ir a ese lugar a trabajar, pero necesito el dinero, necesito hacer dinero. ¿Estuvo bien haber comprado ese pasaje para ir a ver a mamá? ¿Debí esperar?
Por suerte vienen varios días de descanso. Ya no quiero quejarme tanto. Debo agradecer. Ver el lado positivo.
¿Qué voy a hacer para vivir? Yo no quería esto.