Ansiedad porque me contesten. Despertar temprano en la mañana. El café torrado. La preocupación por el colesterol, por el vino de anoche, el vino que es frecuente, el arroz chino, las cuestiones del trabajo que toman importancia de a poco y se van inmiscuyendo en la mente hasta lograr convertirse en una obsesión.
Me acerco al círculo.
Entro a la página de pedidos. Veo el pedido que hice en el año 2015, antes de irme a Colombia. Veo entonces la dirección del hombre ese cuyo teléfono borré. Menos mal borro todos los teléfonos, me digo después. Veo la dirección y entonces la busco en Internet. La busco a ver si lo encuentro y le propongo una noche como esa, hace cuatro años, noche de cocaína y lujuria. Hace tanto no me doy a esas fiestas. Lo bien que hago. Aunque en las noches perciba el vacío de ciertas horas en las que algún resquicio de tedio pueda rozarme. Después ceno, duermo. Y en la mañana, como ahora, con la música de meditación, el sonido del día alzándose afuera, agradezco seguir en pie desde este lugar, el lugar de quien hace algo en el mundo.
Hay una yanqui en el trabajo, que ocupa un rol parecido al mío en la organización en Estados Unidos. Qué ganas de decirle que quiero irme, que me lleve. Lo digo y lo dudo. Qué ganas de vivir en Nueva York. Lo digo y lo dudo. Si estrenaré la obra este año… Si planeo continuar con las funciones el año que viene. ¿Cuál es el apuro? Tal vez deba aprovechar para establecer relaciones. El mundo, a veces tan lejos, a veces tan cerca.
Ya vendrán días de descanso, en agosto. Así me encierro a escribir y a pensar un poco, a estudiar y a leer.
Aún tengo la paz de los días pasados en los que descansé, todavía no me agobia la oficina.
*
El mundillo de oficina, en general, y la mierda de las personas que envejecemos hacinadas ahí adentro.
Las ventas, la presión, y que no debo dejar que eso me afecte. Eso. Mi vida ahí adentro. Ser lo más mercenario posible, y que no me importe. Pero no de boca para afuera. De verdad restarle valor. Me presionan para que venda. Y yo cedo ante esa presión y me preocupo.
*
Odios. Entonces odio. Logran obsesionar la mente del empleado raso. Las miserias ahí encerradas. Siempre escribo lo mismo. Y la contradicción de que eso es lo que me da el sustento diario. ¿Cuánto tiempo más he de permanecer ahí en ese lugar?
Creo que el proyecto quedará bien. Fue productivo que no fuese hoy el tipo este (el directorsillo).
Función. Amo esa palabra. Pronto empezaré con las funciones de la obra.
*
Y el amor. El sexo. Hace tanto no estoy con un hombre. Y lo peor es que no quisiera darme a la lujuria fácil. Digo “quisiera”, porque qué voy a hacer. ¿Esperar a que se desencadene una linda historia? Sería lo mejor. Fantaseo con el chico del teatro, por ejemplo, lindo chico, luce bueno. Pero para qué hacerme ideas. Además, ¿no es mejor pensar en alguien que tenga dinero? El amor luce ahora tan distante.
*
No quiero ser el hombre resentido, el hombre con broncas.
*
Ahora siento que percibo la realidad de un modo extraño. He pedido un turno con una neuroftalmóloga. El asunto es que no sé si se debe a mi paranoia o si de verdad algo me está pasando.
Tal vez deba tomarme la vida con más calma. Esta semana fue intensa.
Y ahora esto en la vista, o en la percepción. Ya lo he escrito. No sé bien cómo describirlo.
Amanezco entristecido por el chiste de mamá ayer.
Resulta que la asistente de dirección que nos han recomendado para la obra que estrenaré en octubre es de Macondo también. Y yo queriendo huir de esa cultura, y esa cultura que me persigue. Y no es xenofobia, es sólo que crecí ahí y conozco lo peor de ellos, y por un rato me sentí a salvo aquí, y ahora resulta que se inundó esto de caribeños.
Y mamá con su problema en la boca, que me dice, a manera de chiste, que pensaba que yo tenía unos “millones” guardados. Y yo me aflijo, porque me veo a mis 33, sin poder darle lo que me gustaría, sin haber llegado al punto que quisiera. Un poco de bronca me da que ella no haya hecho más. Pero me lo dio todo, no lo puedo negar. Y ahora, me gustaría resarcirla, pero no me alcanza. Y lo que ahorro, quisiera invertirlo en… en tantas cosas, en realidad.
*
Clase de yoga en la noche.
Miedo a quedarme con la vista así. Nada que mejora este estado, esta visión extraña en la que…
*
Miedos varios. Miedo a que esto en la visión continúe así. Miedo a que no me vaya bien en el trabajo y me echen, miedo a no cumplir mis objetivos en la vida, miedo a ser pobre, a no evolucionar, a no poder salir de este país, a no ser un actor, a no conseguir una vida mejor, la tranquilidad, ser feliz.
Ayer, en la clase de yoga, veía en el espejo mi cuerpo abultado. Los hombres entrenaban en el gimnasio.
Asustado. Sigo viendo mal.
Discutí con mis compañeras sobre cosas que no debo, no debo dejarme conocer tanto. No me interesan esas discusiones, esas gentes. Me pagan para hacer ese trabajo y punto. Debo ser amable y callarme. El imbécil del chico fresa no me saluda. Tiene una fijación conmigo. No debe importarme, es demasiada luz para ellos, los encandila, gente común.
¿Qué tengo en mi vista? Estoy verdaderamente preocupado. No estoy bien. Tengo miedo.
Espero me pase. Espero no sea grave y me pase, no quedarme así.
Y ahora desconfío de todo, de cómo funciona este mundo.
Mientras escribo esto no puedo dejar de pensar en tener bien la visión. Mañana llamaré de nuevo a ver si me dan un turno pronto y pueden mandarme a hacer los exámenes necesarios.
*
Desconfío de todo. Y no puedo evitar preguntarme hacia dónde voy, qué hago con mi vida, qué hago con las horas ahí metido en esa organización, vendiendo, cuando mi espíritu me reclama otra cosa. Algo debe haber, algo complementario.
Y algo debo hacer bien. Además de actuar, pensaba. En algo debo destacarme, algo debe ser mi fuerte. ¿Pero no era actuar acaso? ¿No es escribir acaso? Tal vez me estoy apurando, tal vez sea cuestión de tener paciencia.
Quiero que me pase esto en la visión, quiero mejorar, tengo miedo.
*
Viernes por fin. Debo ir a trabajar, a ganarme esto que pago.
Intenté ir al gimnasio a correr. Pero era hora pico. Vi, antes de salir de mi edificio, que el lugar estaba lleno, y decidí volver. Puse, acá en casa y a todo volumen, la música que había bajado para saltar en la cinta, e hice lo de siempre: vi uno de los videos esos que tanto me gustan y me ejercité frente al ordenador. Las clases de yoga son diferentes: el yoga me gusta. Y quiero correr, pero no quiero ver a la gente, no quiero que me vean.
El chico fresa lanzó hoy un comentario que me hirió. Lo de siempre. Detestar. Los egos ajenos que logran influir en esta sensibilidad, enojarme y que se me pase luego. No quisiera tener problemas con nadie, pero a ese chico, como a la directora de área nefasta, debo marcarlos como personas a quienes no hablarles, no mirar, no tener en cuenta. La gente y sus porquerías.
Fido tiene hiperacusia. Ha dicho que se retirará de la actuación.
Mientras escribo pienso en discusiones que tuve con el director soberbio, a quien le guardo cierto resentimiento también. Quisiera liberarme de ellos. Pero al mismo tiempo es como si no pudiese evitar enojarme, enquistarme con estas sensaciones fuertes.
Fido es un amigo con quien cursé mi formación como actor. El miércoles fuimos a casa de Boisano a cenar, y Fido nos ha dicho que tiene hiperacusia y que no puede actuar más por eso, que le perturban en exceso ciertos ruidos. Es ese mi mayor miedo con esto que percibo ahora en la visión. Fido dice que puede tratarse de algo con la luz. Hoy en un momento pensé que estaba bien. Pero no. Algo raro me ocurre.
¿Por qué choco con quienes choco? ¿Qué hay ahí para aprender?
*
Buscando hombres en las redes.
Con la necesidad de estudiar el texto, pero sin ganas de hacer nada. Angustiado por todo lo que se viene, y como si estuviese imposibilitado, con miedo porque esto sea una discapacidad, algo crónico.
Le hablo a uno, me pongo intenso.
Siempre, el recuerdo, la añoranza nostálgica de eso que fue y no está más, como si en el pasado hubiese sido más feliz tan solo por tener más ilusiones.
Dios mío, que la vista se me sane. No puedo quedarme así.
¿Estás bien? ¿Pasa algo con tu vista o solo es parte del guión? A los 33 es una edad complicado, la evolución empieza a sentirse casi a los 38. Abrazos cariñosos, a ti se te extraña cuando desapareces.
LikeLike
Gracias, Meav. Percibo algo raro, sí. Espero sea algo leve y pase pronto. Te mando un abrazote.
LikeLike
Hola, nueva por aquí. Simplemente quería mandarte un saludo desde España.
LikeLike
Hola, Colores. Gracias por pasarte por el blog y por comentar. Un saludo. Y mucha fuerza.
LikeLike