Mi fuego

Ha sido una linda velada. Fuimos a cenar con Laitan y Luana, mi amiga ecuatoriana que está de visita en Buenos Aires. Hemos ido a Palermo Soho, a un restaurante mexicano que amo y al que no iba hace años.

Ese mundo, el de los pudientes. ¿Lo soy yo? Puedo pagar una cena de vez en cuando. No he rendido lo suficiente en mi trabajo este mes, o eso creo. Eso paga mi vida. Debo vender más. Mi prima en Australia cambió de trabajo porque dice que las ventas obedecen más a la suerte que al esfuerzo. A veces siento que le debo la vida a mi trabajo. Y no me gusta sentirme así.

Volveré a escribir lo mismo tantas veces como sea necesario hasta que se vaya diluyendo la obsesión, hasta que llegue una nueva. No. Que no llegue nada, quiero estar tranquilo.

He pasado por el bar del que me habló S. En Palermo Soho. Hace mucho no frecuentaba la zona. Hace mucho no era un burgués más sentado en un restaurante lleno de burgueses.

*

Sábado, 16hs. Seguramente me cambien de medicación. Es inaudito que duerma todo este tiempo. Tengo miedo. Ha sido la gota que rebosó la copa. Dormí 16 horas. Y aún tengo sueño, pero debo ir al lavadero. Quería hacer algunas compras, pero ya es tarde y no tengo energía. Debo comer. Y esperar un par de horas después de comer para tomar la medicación de nuevo.

Escribo para mí. Es normal que haya cambios en la medicación. Así que supongo que es cuestión de tener paciencia unos días hasta el martes que hable con la médica.

Argentina. La cultura de este país, su historia. ¿Por qué he venido aquí? Migrar. La historia de las naciones. No quiero más nostalgia. Paciencia. Son momentos de trabajo duro, de armarme, de crecimiento.

A veces me siento tan diminuto. Como si con el tiempo me encogiera.

*

Reviso con frecuencia los estados que pone L en su celular. Hoy irá a una marcha, creo que ya lo escribí aquí. Veo su foto de perfil. Y temo que me borre de nuevo. De a poco, voy aceptando que no hay nada ahí que pueda yo dar ni obtener (¿se trata entonces de eso, de dar y obtener?), nada que pueda yo hacer. En su vida, quiero decir. ¿Qué quiero además de sexo? Protección, cariño.

Sigo adormecido. Vaya temporada. El martes iré a hablar con la médica.

Rememoro esa noche. Cada vez menos. Ayer leí un poco mis últimas obsesiones, las del año pasado. Quisiera permanecer tranquilo por una temporada.

Me digo constantemente que en abril empezaré a ir al gimnasio. Aunque todo depende de cómo evoluciona el tratamiento médico.

Carne, recovecos en un hombre rubio que además de buen cuerpo porte un buen corazón. Se me viene esa imagen a la mente luego de recordar a uno de los tantos machos que vi en la calle el otro día, en Palermo. L no es rubio. “Soy un negrito”, le gusta decir.

Digo que voy aceptando que L no es para mí, pero sigo deseando que mi vida fuese otra. Lo que no acepto es la totalidad de las circunstancias actuales.

*

Hoy es domingo. Anoche me quedé en casa leyendo el blog ese del crítico de arte a quien sigo hace años y que tantas luces me da para comprender la realidad de este mundo un tanto podrido.

Las mañanas, el café. Se acerca el evento del trabajo, nos encierran en un hotel y nos hacen trabajar día y noche. Exagero.

*

Tomármelo con calma. Me hablo, me doy ánimo. Anoche chateé con Áspora. Hoy Tano me ha dicho que consiguió por fin trabajo en Florencia. Escribo por escribir.

Son dos años de trabajo arduo. Y no es que no me guste trabajar, pero preferiría hacer arte, sólo arte. Pretenciosito.

*

¿Por qué te dejaste llevar, L, por ese mundo, con ese buen corazón, con esa inteligencia, por qué no hubo guía alguno que te condujera hacia una vida mejor? Y así, miles. Personas de buen corazón, pero llevadas por esa corriente devastadora de la droga, de la noche, por la euforia pasajera. Y yo, creyéndome salvador.

¿Debería hablarle? ¿Debería saludarlo sólo para preguntarle cómo está, si necesita algo?

Tampoco es tan grave. Exagero.

¿Sos feliz, no? Si pudiera dejar de pensarte.

*

Ha sido una linda tarde con Luana y con Laitan. Hemos almorzado en esa parrilla que tanto me gusta. Hemos caminado por la Recoleta. Y luego he bebido un chocolatito caliente. Es lindo salir a pasear, ver gente, ser visto y olvidar un poco las preocupaciones, los tormentos cotidianos.

*

Life is happening for me, not to me.

13 grados. Otoño-invierno.

¿Cuándo voy a dejar de pensar en él?

Dejarme llevar. Es más fácil decirlo que hacerlo. Surrender.

*

Me ha borrado de su celular. Lo hizo de nuevo. Vaya inmadurez. Creo entenderlo. He amanecido, sin embargo, con una energía inusual, con cierta felicidad que no es común. Tal vez es por el valor de las comisiones que me confirmaron ayer. Aunque tal vez no sea eso. No quiero regodearme en eso. A mi prima en Australia le pagaron 20 mil dólares de comisiones. Eso sí que es una buena ganancia. No hay que compararse. Amanecí feliz porque iré a la médica hoy. Tal vez me esté adelantando con este asunto del cambio de medicación. No lo sé. En todo caso, saldré más temprano de la oficina. Me despediré de Luana, que regresa a Ecuador mañana. Si me pongo a pensar ya se me pasa el entusiasmo. Se supone que subirá un poco la temperatura. Me siento mejor. Ayer no hice ejercicio. Esperaré a entrar al gimnasio. No me ejercitaré como en enero, que lo hacía con ahínco: no obtuve los resultados que deseé. Sólo el gimnasio me dará el cuerpo que anhelo: las pesas y el cardio. Anoche me di permiso y puse unas milanesas en el sartén. Las comí con pasta, queso rayado, aceitunas y una pasta de tomate de esas preparadas que venden en el supermercado. Y una buena dosis de vino. Después, un cigarrillo. Hace unos diez días no lo hacía. Y ayer, necesitaba un placer. Otro, porque el fin de semana me di gustos burgueses con Laitan y con Luana.

L me ha borrado de su celular. Ayer esperaba yo que subiera él un estado (se me había vuelto costumbre chequear sus estados de Whatsapp), me parecía extraño que no lo hubiese hecho porque de seguro había estado en la concentración del domingo en Plaza de Mayo. Busqué la conversación con él, y ahí me di cuenta: no había foto. Me ha borrado nuevamente. No me ha bloqueado porque lo he visto “en línea”. Qué lío. No pienso decirle nada. El buen Laitan ha hecho las veces de consejero. “Un idiota”, me ha dicho. Es la segunda vez que lo hace. La vez pasada apareció de vuelta y dijo que tenía nuevo número. Le había manifestado yo por Facebook mi cariño, mi aprecio. Lo narré en estas líneas (¿o no? No lo recuerdo ya). Y él apareció días después. Pero esta vez no. No sólo tendré dignidad. Me pregunto si debo eliminarlo. Debo cerrar la historia, el ciclo. Debo verlo como el chico de emociones inmaduras que me rechazó, ser realista, no quiere nada conmigo… Bla. Lo demás. ¡Pero cuánta carencia ha de haber adentro de mí para andar fijándome y obsesionándome en cuerpos que me son esquivos y que, en realidad, no son funcionales a mi ideal de vida! He aquí una verdad: no quiero amarlo en libertad: quiero su cuerpo, quiero encerrarlo y que cumpla mis deseos, mis órdenes, que ejecute un plan de amor en silencio, que me dé su miembro, su culo cuando yo lo desee, su cuerpo, su espalda, su pecho, que duerma cuando yo duerma, que sacie mi fuego, y luego, cuando esté yo satisfecho, que se vaya, ahí sí, a su vida que nada tiene que ver con la mía. La verdad es que a pesar de saber que no somos compatibles, quiero saciarme con su cuerpo. Ya fue, ya pasó, debo cerrar la historia.

Author: Anónimo Temporal

Empezaré por un diario de mi propósito de recuperarme del abuso a ciertas sustancias y al sexo. Contaré historias sobre mi vida. Si toda narrativa es ficción, esta es, entonces, la ficción de mis días, la ficción de mi vida.

5 thoughts on “Mi fuego”

      1. Mi bello amigo, de interior lúcido, mi país es como un campamento minero de edad media, asotado por la naturaleza y la vulgar ambición de marginales capitalistas sin conciencia, rapaces capataces que se dicen de izquierda. Aún así nace gente buena y hoy encontré una. Sigue escribiendo, me gusta tanto leerte. Abrazos afectivos.

        Liked by 1 person

Leave a comment