Estallido II (¡Ha sucedido, estoy de vacaciones!)

The anachist - Schneider - 1984

Viernes. Por fin. A las 12 termina mi jornada hoy. Iré a comprar unas cosas y a por la llave del teatro, para la reunión del domingo con el prospecto de director. Con el director anterior, el que nos ayudó durante un par de meses el año pasado, no llegamos a buen puerto. Quiso cobrarnos.

 

Ahora estoy mejor. En esta etapa, quiero decir. Hoy nos han dicho que nos aumentarán el sueldo. Creo que cenaré arroz chino nuevamente. Solo por hacer algo. Ha terminado bien la semana. Creo que me va bien en el trabajo. El domingo nos reuniremos con el director que podría dirigir nuestro proyecto. Quiere cambiar algunas cosas, así que habrá que negociar.

*

Ahora el sexo no es lo mismo que antes. La necesidad cambia. Ha cambiado, puedo percibirlo ahora, con el paso del tiempo. Y por un lado, una parte de mí extraña ese momento en que el goce era más sencillo, o de más fácil obtención. Sin saberlo. Más joven, más bello. Otra vida. Siempre atormentado, por una razón y por la otra. Hoy pensaba en mi ex. Debería escribir ficción en vez de estas líneas. Siempre digo lo mismo. ¿Tomaré en algún momento la decisión de no repetirme? No tendrían propósito pues estos cuadernos virtuales si no desahogo el cúmulo de pensamientos, sensaciones, sentimientos que me estallan por dentro, me hacen estallar. Por el otro lado, percibo cierta madurez en esto. No en estar, como el fin de semana pasado, con alguien que no me gusta, como el señor casado cuya apariencia podría compararse con la de un gnomo. Pero sí en no necesitar salir de fiesta. Recuerdo aquel año 2014, cómo, agobiado por la incertidumbre, bebía solo en casa y llamaba a algún prostituto o salía a esos bares de sexo. Recuerdo cómo, llegado el fin de semana, buscaba también a Dickinson para ir a las discotecas, o si no me iba solo, y me traía siempre a alguno a casa, a mi departamento en aquel barrio coqueto que ahora tanto extraño. Era joven y no encontraba el camino. Y ahora reflexiono, pienso que pasarme la semana trabajando para obtener mi dinero, llegar al fin de semana cansado, es sinónimo de que algo cambió. Aunque lo dude, aunque desespere por momentos por falta de hombre, aunque sueñe con alguna fiesta, con verme entre cuerpos celebrando. Pero ahora no sé qué celebrar. Ahora debo ser cuidadoso con las finanzas.

Digo madurez y dudo: si tuviera dinero planearía tal vez una linda fiesta para alguno de los días en mi semana de vacaciones.

*

Sábado. Anoche he tomado la pastillita, y hoy he despertado a la una de la tarde. Dormí doce horas. Podría seguir durmiendo, pero debo llevar ropa al lavadero. No sé si ir a la clase de yoga. Estoy adormecido.

 

No pensé que la pastillita me haría dormir tanto. Supongo que ha sido la cena y el cansancio de la semana. Almorzaré con vino blanco y luego dormiré otro tanto. Y así. Se acercan las vacaciones. Debo tener cuidado con esa pastilla: pensé que dormiría sólo ocho horas.

*

Dos platos cargados de bebida de almendra y granola. Intenté dormir un poco. Cené hamburguesas con fideos. Los fideos solos, con aceite y queso. Y las dos hamburguesitas solas. Vino tinto. Intenté dormir. Me siento a gusto en este departamento. Ya comí un plato, ahora comeré otro. Bebida de almendra con granola. Se acercan las vacaciones. La marihuana me hizo comer. Escucho ahora una charla budista que habla de rendirse ante los demonios. Mañana es lunes. En realidad, hoy es lunes.

*

Tantas cosas he pensado hoy. Tantas cosas para escribir. Durante el día, pienso en una cosa y la otra. Y ahora, frente a la máquina, se me agazapan las ideas y no sé qué elegir, qué de todo. Si la necesidad de hombre, si ese mirar continuo hoy a las caras de los varones en la calle, el que fuera, mirarlos, percibirlos, machos en la calle, sus cuerpos.

*

Escribo desnudo, luego de hacer ejercicio. Luego de fumar marihuana.

Pienso en el trabajo. Hoy desde que llegué vengo pensando en el trabajo, hablando de eso. Espero poder relajarme. Alejarme.

La obsesión por los varones, por la masculinidad, por la testosterona. Necesito carne. En la calle, veo sus cuerpos, no puedo evitar mirar sus bultos, sus caras y hacerme notar, los miro y los busco con mi mirada, haciéndoles saber mi deseo, revelando mi instinto. Hombres. El anhelo primario, animal. ¿Es acaso eso mismo el amor, la necesidad, el impulso que nos lleva luego a armar toda esa historia que construimos bajo el rótulo de amor?

Aquí va el momento en que lo digo: debo escribir más ficción. Estas líneas me sacan muchísimo tiempo.

Hoy estuve entristecido. Tal vez tuvo que ver, esto pensaba, con la respuesta de Dante ayer en el ensayo, sobre su actitud. He decidido dejarlo pasar, dejar pasar todo, no olvidarlo, eso a veces no se puede, pero sí dejarlo pasar. Lo narré, pero no quiero publicarlo.

Me descubro malo, dominante, maltratador, con sentimientos oscuros.

Y grito, porque quiero ser oído y luego me avergüenzo. Me avergüenzo sobre todo frente a mí mismo por pensar así, pensar mal, por ser tan pesado en mi sentir. Me juzgo demasiado tal vez. Demonios. Qué imagen reveladora esa. Que cuando el sujeto puso la cabeza en la boca del tigre, el tigre desapareció, que cuando uno está dispuesto a entregarse, el miedo desaparece, el demonio desaparece.

Siempre hay una nueva oportunidad, en todo caso.

Tal vez llorar, tal vez coger, tal vez emborracharme de nuevo y mañana ir con la resaca, con la voz ronca, sí, debilitada.

Gritar. Hablar fuerte.

Un dolor. Algo me ha dolido profundamente con la actitud de Dante. Algo muy profundo. O será la marihuana que activa en mí tristezas y paranoias.

 

Necesito sentirme libre. Necesito el fin de semana, la vacaciones.

 

Las amistades. ¿Quiénes son? Ando decepcionado.

*

Estallé. Una explosión de furia me gobernó durante unos segundos y exploté cuando el chico fresa de finanzas quiso reprenderme por no poner rollo de papel en el comedor, luego de que se terminara. Que la empleada estaba por pasar y que asumía que ella lo haría. Lo hice mil veces, eso y otras cosas que él no ve. “Qué sos, el policía de la comunidad”, le dije. Le he gritado en cólera. Y tal vez sea eso lo único de lo que me arrepiento, de haberle gritado. Después, no me interesa mantener buena relación con él, no quiero que vuelva a decirme nada más sobre mi comportamiento, me tiene harto su tonito de superioridad.

Una mezcla de tristeza y bronca me perturba. He quedado como el energúmeno. Y, por otro lado, sí que lo soy, y sí que muchos ahí adentro me causan un desprecio gigante. No debo demostrarlo. Debo mantenerme en silencio, callado. Obtengo dinero de ahí.

La vergüenza de que todos hayan visto, influir así en los demás. Mi violencia expuesta. Y ahora estoy con la energía drenada. Anoche he llegado a casa y me he ido a la cama enseguida, a eso de las siete. Fumé un cigarrillo antes. Lavé mi boca. Y luego, a la cama. Hasta hoy. A eso de las 11 desperté, pero mi nivel de cansancio era tal que no podía, no quería pararme de la cama.

Lo siento por ellos, por los que tuvieron que escuchar y ver mi estallido. Necesito el dinero. Si no tal vez lo más conveniente sería… no, mejor ni decirlo.

 

Cuentas, hago cuentas sin parar.

La oficina está movida. Los ensayos van despacio. El proyecto B pende de un hilo: hoy miércoles han cancelado un ensayo porque uno faltó. Buenos Aires hierve.

No puedo concentrarme. Me apeno constantemente por las actitudes de los demás y las mías propias en el trabajo. Estoy feliz porque la cerda no irá más, porque parirá pronto. Pero siento culpa ahora, por ejemplo, por llamarla así.

*

Dos días. Ya no quiero escribir más sobre esa oficina. Se me pasa la vida pensando en eso. Ayer se ha ido la luz. Nos han dejado salir temprano. Vine a casa a hacer ejercicio, aunque se suponía que debíamos trabajar. Luego, como cancelaron el ensayo, me tiré a ver una película. Quiero irme a Nueva York. Quiero vivir bien en Nueva York.

Paso a paso. Por ahora, los objetivos de este año, 2019…

Ahora, por ejemplo, en vez de escribir, me he puesto a mirar sillones de escritorio:  espero comprar uno con el próximo sueldo, así vivo más cómodo las horas que paso frente a esta máquina.

Ya quiero salir de ahí. No quiero quejarme más tampoco. Solo quiero que termine esta semana y sentirme libre.

Tengo miedo. Hoy, después de los acontecimientos, de tanto mal humor con los seres humanos, percibo miedo en mí. Odio primero. Y luego miedo a las rutas a las que me puede llevar ese odio, ese malestar con tantas personas. Las amistades penden de un hilo también, tengo discrepancias, diferencias que sacaron de mi corazón a algunos seres. No quiero ser un hombre resentido. Prefiero la soledad a estar acompañado por gente que me incomoda.

*

Escribir. Jueves. Un día para las vacaciones. Unas horas no más.

Escribir sobre los demás más que sobre mí. Escribir sobre mí. Sobre la envidia, sobre la vergüenza porque a veces se me nota, porque a veces me siento inferior, por las jerarquías, porque me canso de decir que no es mi mundo, pero sí lo es, porque estoy ahí, aunque sienta que no pertenezco. ¿Qué voy a hacer de mi vida, qué sigue después de esto? Estoy bien emocionalmente, a pesar de los cambios que se avecinan. Pero sobre eso no escribiré ahora.

Escribir por escribir, porque debo hacerlo, para sanar esta alma revuelta.

Los hombres en la calle, mi enamoramiento, mi deseo. La mujer nueva en la oficina, mi jefa que se porta cariñosa en estos días, el ahorro para el viaje, las amistades.

*

Y mi envidia. Hoy me he descubierto con una actitud que pudo haber sido producto de la envidia. Una chica linda me ha dicho que su novio ha conseguido un excelente laburo, que lo envían a San Pablo, a Rusia, que ha tenido suerte. Y en medio de la conversación le he dicho, un poco con el fin de consolar ciertas ganas que noté en ella de que fuese ella quien tuviera ese laburo, le he dicho “bueno, pero en trabajos con esas responsabilidades también manejan mucho estrés”. ¿Estaré proyectando? ¿Qué dicen de mí todas estas líneas en las que me dedico a describir lo que me pasa, lo que observo en los demás? Quisiera a veces que las situaciones tuviesen menos peso en mí.

*

Viernes. Serán días tranquilos. A pesar de los temas de salud, de la incertidumbre, que es una compañera con la que hay que saber viajar. Días de libertad. He quedado de hablar con Áspora hoy, antes iré por algunas cosas, me abasteceré para el en encierro vacacional, vendré a casa, abriré un vino blanco y conversaré con Áspora, encenderé un cigarrillo de marihuana, y reiré con ella. Luego, almorzaré, dormiré la siesta.

*

¡Ha sucedido! ¡Estoy de vacaciones!

Author: Anónimo Temporal

Empezaré por un diario de mi propósito de recuperarme del abuso a ciertas sustancias y al sexo. Contaré historias sobre mi vida. Si toda narrativa es ficción, esta es, entonces, la ficción de mis días, la ficción de mi vida.

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