La agitación cotidiana (más de)

El sujeto de arriba sigue haciendo esos ruidos. Sospecho que tiene una cama closet o un sofá cama, y lo que suena en la noche es el golpe en el piso cuando la abre. Ha parado con los pasos fuertes. Esta madrugada le envié un mensaje, le puse: “¿cómo más tengo que decírtelo? ¿Será necesario ir a la justicia?

El asunto impacta en la calidad de mi sueño. Aunque el fin de semana he dormido bien. Ayer, sábado en la madrugada hizo un escándalo otra vez. Le golpeé el techo con la escoba. Paró un poco en ese momento, pero retomó al rato. Como ya era de día, no tenía manera de reclamarle. En la noche siguió, aplaudí fuerte y le grite: ¡basta! A las 4 de la mañana ha vuelto a hacer uno de sus ruidos y me ha despertado. Le he enviado un mensaje de texto.

Lunes. Debo ir a trabajar.

*

Sucesos. Ya narraré más detenidamente. En el banco me han dicho que no puedo abrir la cuenta en dólares porque estoy reportado por la deuda de hace años, cuando me fui a la Inmunda (Bogotá) y me ofrecieron preciso una tarjeta de crédito, y por más que pensé que la pagaría, entonces pasó todo lo que pasó, que nunca pude hacer dinero, y nunca pagué los gastos de esa tarjeta.

Estoy agotado. El tipo de arriba paró con los ruidos. Hemos tenido una conversación extensa vía Whatsapp. Al parecer ha entendido.

*

A veces me canso de escribir siempre lo mismo, mi vida. Mi cotidianidad. La obra de mi vida, le he respondido hoy a una compañera cuando me ha preguntado qué es lo que escribiré en vacaciones. Cosas, cosas para mi obra. Qué obra. La obra de mi vida. Ay, qué profundo, respondió ella.

¿Seré leído? Esta velocidad lerda, puta con la que me sale la ficción. Mañana empezaré a ensayar nuevamente. El proyecto B. En esa obra, me amanero bastante, pensaba hacer un travesti, pero ahora creo que lo mantendré como un chico-chica andrógino. Veré qué me sale. Ojalá se concreten los dos proyectos de este año, ojalá encuentre regocijo actuando.

 

Los pensamientos de la cotidianidad no me dejan abstraerme lo suficiente como para entrar en la ficción. Necesito sacarme toda esta basura. Pero mis líneas no son basura. Lo es el mundo cotidiano, el sistema contra el cual ya no pienso renegar. No ahora.

*

Ya es miércoles. Debo ser menos imperioso, si es que cabe el término. El chasquido de dedos ayer para congraciarme con mi compañera, mientras yo charlaba por teléfono. Cada vez falta menos. Cuento. 17 días para las vacaciones. Y luego no la veré más a mi jefa: anda insegura la muy cerda porque le van a poner remplazo durante los tres meses o tres meses y medio que estará cuidando a su cría.

*

Miércoles. El anhelo frecuente es que llegue el viernes para dormir toda la tarde y descansar, sentirme libre el fin de semana. Miedos. Esto y lo otro, en la oficina en la vida. De lunes a viernes me es más difícil dedicarme a cualquier cosa, a otras cosas. Ayer he puesto una serie y me quedado dormido. Ni siquiera he querido leer. El libro de Benedetti me transmite una nostalgia y una pesadumbre que quise evitar.

Opté por algo más liviano y alienante.

*

Debo evitar que se me note que estoy feliz porque se va de vacaciones. Hablo de la cerda, mi jefa.

*

Anoche he retomado los ensayos del proyecto B. Hemos, como de costumbre, fumado un porro después del ensayo. Y he venido a casa luego a tomar mi batido de banana con avena. Un par de compañeros se quedaron bebiendo cerveza en un bar al lado de la sala donde ensayamos. Debo no enojarme tanto. Espero no se noten mis actitudes de niño controlador. Tal vez por eso odie tanto a la cerda, porque odio la soberbia que reconozco tan mía. No pelear, no enojarme. Me lo digo a manera de recorderis. Ayer ha estado todo bien. Me ha quedado una buena sensación, me ha quedado la esperanza de que si trabajamos, tal vez el asunto fluya. Tal vez. Al mismo tiempo, vivo con la contradicción de los tiempos del teatro independiente, de procesos. Y me descubro interesado en estrenar, en actuar más, y recién en la segunda mitad del año podré exponer por fin el trabajo, encontrar fruto de estos dos proyectos.

*

Lo digo y dudo. Espero llegar a buen puerto. Siempre escribo lo mismo. Siempre, el miedo. Hoy ya es jueves. Ya llega el fin de semana.

Debo escribir más ficción. Ahora es temprano. O no tanto. Pasadas las siete. Digo lo mismo: sólo espero que mis sueños se cumplan. Y poder migrar también, y hacer dinero y vivir mejor. Agradezco, siempre agradezco.

Paso los días a la espera de las vacaciones, a la espera del próximo ensayo, a la espera de las buenas comisiones o de algún dinero extra que me permita comprar la silla que tanto quiero, comprar más dólares, camisas, enlozar la bañadera, otra cortina de baño, esto y aquello.

El administrador ha enviado un correo diciendo que multarán a los vecinos que no arreglen sus aires de modo que no descarguen agua en otros departamentos.

La agitación de la cotidianidad a veces me produce un vértigo demasiado pesado.

Author: Anónimo Temporal

Empezaré por un diario de mi propósito de recuperarme del abuso a ciertas sustancias y al sexo. Contaré historias sobre mi vida. Si toda narrativa es ficción, esta es, entonces, la ficción de mis días, la ficción de mi vida.

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