Iba a escribir “viernes”. Pero es jueves. He dormido un poco mejor. Lo noto. Aunque, claro, he sentido el golpeteo de los pasos del hombre de arriba. Pero menos. Ha sido menos frecuente, menos intenso. Si empiezo a pensar, me enojo. Ayer el niño fresa de la oficina casi ni me saluda.
He terminado un cuento con temática homosexual. En febrero no iré al taller de escritura. No quiero mostrar este cuento y no tengo otro.
Debería pasar menos tiempo mirando las cuentas, debería preocuparme menos.
El tipo de arriba hace ruidos en las noches, se le caen cosas, acomoda, y me despierta en la mitad de la madrugada. Intento no mortificarme y no miento si digo que no siento bronca en este momento, pero luego no puedo conciliar el sueño durante un tiempo, y al día siguiente debo despertar temprano para ir al trabajo.
Debo hacer algo con los ruidos molestos. Aunque no despierto atormentado por eso. De hecho, no despierto atormentado. Iba a escribir sobre los más de treinta minutos que estuve esperando el colectivo ayer luego de cenar en casa de Laitan. Debí haber tomado otro, no obstinarme con esperar el que me dejaba a una cuadra de casa; iba a escribir sobre la horda de venezolanos y uno que otro colombiano que vi en las calles. Iba a escribir sobre el miedo con el que ando, miedo a la xenofobia, que ya siento en mí, aun siendo extranjero, contradicción bruta si las hay, pero humana, al fin y al cabo.
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He ido, como todos los sábados, al lavadero a dejar la ropa sucia; no estaba la gorda mala onda, sí el tipo de barba, que también me atendió siempre con ánimo cruzado. Han subido los precios. Y cuando le he preguntado si tendría mi ropa lista para el lunes, me ha dicho de mala forma “martes”, así, a secas. Le insistí: “¿para el lunes no?”, y ha vuelto a decir solamente “martes”. He venido a casa, he buscado el volante del otro lavadero cerca de casa, he ido de vuelta por mi ropa, se la he pedido al que me atendió y la he llevado al otro lavadero. Pobres miserables: no enviaré un correo quejándome porque no quiero participar de una acción que ponga en riesgo el trabajo de otros, ahora con las cosas como están en este país. Desde hace tiempo venía pensando en cambiar el lugar donde lavo la ropa: estos imbéciles tenían una actitud de mierda, y no es posible que traten así a un cliente. Haría bien en quejarme, así el dueño sabe que pierde dinero con esos empleados del infierno.
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Todo esto que me ocurre, el problema con el sujeto de arriba, el problema con el sujeto inmaduro del trabajo, quisiera que no fuese así, quisiera ser alguien más tranquilo, más relajado, no tener problemas con nadie, ser el chico bueno que va tranquilo por la vida. Pero lejos de eso, vivo en una serie de tormentos, siempre.
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Anoche me ha entrado un miedo profundo pensando en todo el lío del sujeto del trabajo. Pienso en soluciones, pienso en hablar con él. Pero al mismo tiempo, su nivel de violencia y de bronca es tal que no me genera más empatía. Sí pena. Pero no quisiera que nadie se entere y ya él, con eso de no saludarme, hizo que una compañera preguntara por qué: iba yo entrando al ascensor, y el nene violento junto a otra compañera, y él salió sin determinarme, y yo la saludé a ella, así que ella enseguida preguntó: “hey, no se saludaron, ¿por qué no se saludan?”, y él ya casi saliendo del edificio ha gritado: “porque es un maleducado”. Sigue enojadísimo, entonces. Eso produce en mí desprecio. No somos tantos en la oficina. Y no quiero tener un enemigo. ¿Cómo hacer entonces para que el asunto no me afecte, no me genere malestar? ¿Debería hablar con él? No es alguien con el que deba trabajar, está en otra área. Creo y espero poder continuar manejándolo. Supongo y confío que con el tiempo me acostumbraré a la situación. A fin de cuentas nunca debo tener contacto con él para…
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Domingo. Los días de descanso son apacibles. Mi jefa ha dicho que no podremos tomarnos vacaciones de marzo a septiembre, así que hice bien en pedir la última semana de febrero. Colinda además con el feriado de carnaval. No haré nada, me quedaré en casa. Ensayaré, claro, y dormiré mucho. Tal vez, igual, revise de cuando en cuando la casilla de correo del trabajo.
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Almorzaré con vino y dormiré una siesta. Digo siempre lo mismo: debo iniciar una nueva historia, un nuevo cuento. Sigo corrigiendo ese con temática homosexual. Y sigo preguntándome si lo llevaré al taller; sé que no, revelo mucho de mí, y si lo expongo será evidente que soy yo el personaje del cuento, que muero por los hombres, por testosterona.
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Lunes. Insomnio. Duermo siesta el domingo en la tarde y luego en la noche no puedo dormir como corresponde. Creo que el tipo de arriba ha hecho algún ruido. Pero no ha sido grave, así que no le he enviado un mensaje.
Escribo rápido: me he despertado más tarde de lo habitual, pero igual bebo mi café frente a la máquina. Anoche he meditado. Será un buen año. No puedo dejar que los miedos ganen, debo darles la cara y escucharlos, y saber que se sienten reales, pero no son cierto. Real but not true.
Debo escribir un cuento para llevar al taller. Definitivamente no pienso ir en febrero. Pero no sé cuánto tiempo me lleve escribir una historia nueva. El del tipo desgraciado. Ese ya incluso creo que lo terminé. Pero no es igual de bueno al del marica que vuelve al pueblo. Ese es uno de mis preferidos ahora. Pero si lo muestro, ¿se enterarán todos que soy gay? Me lleva tiempo escribir buenas historias. Y corregirlas otro tanto. Espero sea un buen día. Será un buen día. Una buena semana. Hay que tener fe decía el otro día uno de los socios del lugar donde trabajo. Hay que tener fe. Es verdad.
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Gorda hija de puta, se ha ganado mi odio. Aunque es un veneno que no debo dejar que me penetre. Mañana le diré que compensaré las horas. Le he dicho que debo salir temprano para ir al odontólogo y me ha dicho que busque un odontólogo que atienda hasta más tarde. Una compañera me ha enviado un mensaje al celular y me ha dicho: “me pareció una respuesta nefasta”. Gorda desgraciada. Dentro de poco no la veré por un buen tiempo, porque parirá a la pobre criatura que tendrá por madre a esa forra miserable y violenta.
Miseria. Y yo, el estratega. No debo darles confianza, debo recordar que es una arpía. La última semana de febrero me iré de vacaciones. Cinco semanas hasta esa fecha. Y ahí no la veré más. Descansaré por fin por varios meses de su presencia, de su ser miserable, porque no hay palabra que la describa mejor.
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Ayer he hablado con el chico que no me saludaba. Le he pedido disculpas. Aunque no sentía que debía hacerlo, quise solucionar la situación.
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Agotado. Este horario de verano es demasiado intenso para mí. Anhelo mis vacaciones. Un mes hasta que me regocije nuevamente en el sueño y la marihuana. Serán once días.
Estallé. No tanto en realidad. Mi jefa ha visto mi calendario, y ha dicho “ah, hoy te vas al odontólogo”. “Sí -le contesté-, pero mañana me quedo un rato, así compenso”. Ha respondido entonces, delante de todos, que busque profesionales que atiendan hasta las 20 horas. ¡Pero si todos en esa oficina hacen lo que quieran! Me ha dado una ira absoluta, enorme, y pasados unos minutos y con la bronca carcomiendo cada célula de mi ser, le he pedido hablar con ella a solas. “No, por favor -se ha excusado sorprendida-, te pido mil disculpas, se me fue la mano con el chiste, es un chiste, no pienso controlarte los horarios”.
Mii prima en Australia dice que la gorda (mi jefa) es una hipócrita. La detesto.
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Llueve afuera. Se la ha pasado lloviendo este verano. Creo que no serán lluvias pesadas.
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Siempre adelantado, así vivo. Siempre pensando en el futuro: ganar más dinero, viajar, actuar, salir con un hombre. Todo en el futuro. Por estos días vengo bien con eso del anhelo de compañía.
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Miércoles. Batido post ejercicio. El Internet falla. No tengo más opción que escribir. Todavía es temprano. Me ducharé y veré una película. Hoy he tomado el subte con mi jefa. Hablamos de trabajo. Algún chiste hizo sobre el encontrón que tuvimos ayer. Mi nivel de odio y de ira era explosivo. La gente. La gente es sólo gente.
Es bueno leerte amigo. Al fin aprendes algo en el taller de escritura? Abrazos cariñosos, no te pierdas tanto.
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¡Meav! ¿Cómo siguen las cosas? Por ahora no estoy yendo. Pero sí que aprendo. Es bueno conocer la opinión de otros y corregir las historias, es una labor que lleva tiempo. Te mando un abrazo.
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Querido Anónimo, gracias por estar pendiente de nuestra situación. Sigue la crisis silenciosa, muchachos presos, profesionales que han migrado definitivamente, los medios de comunicación completamente sancionados, una crisis económica igual a la que vivimos en los 80. El fenómeno de la descomposición social ha invadido a las familias, las amistades, los centros de trabajo y en general respiras poca esperanza en el futuro. Personalmente me esfuerzo por no dejar fisuras para ese ambiente, aunque a veces es complicado. Te preguntaba por los talleres, para ver si tienes algunas técnica interesante que desees compartir. Abrazos enormes y apretados, cuidate, no subas de peso.
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Meatov. Tantas cosas. A veces, en un acto egoísta, prefiero no mirar noticias, así no me afecta. No quiero ni pensar. Acá -supongo que guardando las diferencias- hay cada vez más pobreza, gente durmiendo en la calle, la derecha se toma Suramérica… A veces siento que podría hacer algo. A veces siento que no puedo ni con mi vida propia en este existencialismo pequeñoburgués en el que vivo y con esta sensibilidad en la que todo me afecta más de la cuenta.
Sobre el taller: es más que nada corregir y corregir. Hay un texto de Cortázar clave que se me viene ahora a la mente:
https://ciudadseva.com/texto/aspectos-del-cuento/
Espero que sea una linda semana. Te mando un abrazo fuerte.
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Todo lo avanzado por la derecha es camino hecho con la izquierda. Los gobernantes se enriquecieron y la derecha solo espero el momento para asaltarlos en la curva-oscura. La pobreza impera en todas partes, la comida empieza a escasear por estos lados y nuevamente se manifiestas enfermadades generacionales provocadas por muchos años de mala alimentación. Nos costará mucho erguirnos nuevamente.
Gracias por el texto, lo estoy necesitando. Si puedes recomendarme algo más bienvenido. Abrazo mi querido Anónimo.
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Dale, Meatov, veo qué otras cosas puedo recomendarte. A veces me pregunto en qué devendrá todo. A veces creo que somos un cáncer, la humanidad. Luego me siento culpable por no ser optimista, por no pensar que la luz ganará. Abrazote. Estamos en contacto.
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La luz durá un tiempo encendida, luego se apaga y se convierte en oscuridad, esperará otros miles de años para encenderse. La luz no es eterna, solo la energía que mantiene en movimiento al universo. Seamos felices cuando tengamos oportunidad. Abrazo, cuidate.
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Gracias, Meatov.
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Deberíamos ir a un taller y intercambiarnos cuentos íntimos. A ver la cara de los demás 😄
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Jejeje. Hay cosas que me da mucha vergüenza exponerlas. Gracias, Isa. Un saludote aporteñado 😉
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Wow me inspiras a seguir mi pasión por la escrituta. Me encanto como relatas la vida diaria, lo haces ver tan sencillo. Felicidades.
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¡Hola, Marie! Muchas gracias por lo que decís y por leer estas líneas. Me alegra mucho leer que inspiro a alguien. Un saludo. Y de nuevo gracias 🙂
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De nada, un gusto. Saludos para ti también.
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