Mientras llega el verano (a fumar y escribir)

Que me estoy armando,

eso digo a veces.

Miedo. Ansiedad. Sensaciones conocidas.

Los egos.

Lo siento por desplegar mi ego con tanto ímpetu.

 

¿Anclado al pasado?

Ser bueno con el otro, ser noble.

*

Vivir así, sin ahorros, me asusta, gastar todo el sueldo siempre. La alergia, diciembre. Miedo. Es miedo. A los días que se vienen. A que siempre hay mañana. A perderme, porque ya lo estuve. Ayer, cuando llegué del asado: una ducha caliente, el té de hierbas, la siesta, la película que recomendó Raira. Hoy a trabajar. A ganarme la vida. La noche, afuera. No como antes que me iba en busca de esos cuerpos. Hay noches de noches, soy un hombre serio, o eso quiero ser. Debo crecer. Cómo hacer fortuna. Organizarme.

Debo ahorrar. No puedo vivir la vida así, llegando a fin de mes sin un centavo, esperando el sueldo del mes próximo.

Después de las fiestas, enero. Por suerte he pedido vacaciones para la última semana de febrero. A fines de este mes también tendré algunos días de paz. Cuento: tres semanas antes de la semana de receso por el fin de año.

Estoy mejor. Me he procurado un trabajo, llegan las fiestas. La heladera suena en este monoambiente. Cómo voy a llegar de esto al nivel adquisitivo de mi compañero (parece buen tipo), que vive en esa casona linda a las afueras de Buenos Aires. Los ingresos de estos y los ingresos de aquellos. Cómo crecer, ganar más y hacer, de paso, lo que quiero con mi vida, arte, ser feliz en la recompensa de dedicarme a lo que me gusta.

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El cubano me contó que su ex novio le hizo el favor de casarse con él, y que por eso él tiene los papeles. Me mostró que debe pagar 32 mil pesos en tarjeta de crédito. Cuánto gana entonces. No creo que más que eso. Si no, por qué vive en un dos ambientes, con una amiga que tiene seis gatos. El cubano dice que le compró cosas a su familia con un amigo cubano que va todos los años a Cuba, que le envió un televisor y un celular a su padre. Que aprovechó porque el amigo viajaba. Que después no puede hacer nada, salir, en todo el mes. Me ha contado que era abogado en cuba, que estudió trabajo social también. Y que se desilusionó del gobierno cubano cuando no sé por qué, en una instancia judicial, una jueza dijo: la decisión que voy a tomar no es la que debería y no es la que la ley manda. Ahí se hartó de la revolución, dijo. Porque fue un convencido. Así como odia el sistema político de Cuba, odia a todo lo que sea de izquierda. Yo soy de izquierda.

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Anoche he soñado que actuaba en una serie, que todos en el set esperaban el momento de mi participación. Y después, no sé por qué, ha terminado esa parte del sueño, he ido a un teatro, era Bogotá, y yo veía, a lo lejos, a Valquiria, una ex profesora que ahora trabaja mucho en tele, y se me venían las ganas de llorar y le pedía a Dios que me dejara actuar.

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Tengo miedo. Eso descubrí. Es un descubrimiento frecuente. Tengo una angustia en el medio del pecho. Miedo a la pobreza, a quedarme de nuevo sin nada, como antes. Hoy me han pagado. Pero viví los últimos días de noviembre y los primeros de diciembre con escasez. No es cierto. Sin dinero. Mas con abundancia. El asado con los compañeros del taller, la comida en el trabajo… Pero sin un centavo. Y el miedo ahí, a quedarme sin nada. Como el año pasado. Debo administrar mejor mis finanzas. Tener siempre, por pequeño que sea, un ahorro.

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Mamá parece estar contenta en Macondo. Le he dicho que debemos vender la casa para pagar las deudas, y que debemos comprar un departamento chico, suficiente para ella. Está contenta porque ha vuelto con el novio de hace años, el novio que tenía cuando yo era niño. El tipo, según ella me cuenta, la invita a almorzar, la lleva y la trae. Y ella ni corta ni perezosa, se permite disfrutar de las invitaciones.

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Lo primero son las cuentas, lo primero del día, al despertar. El mal humor desde antes, desde el insomnio que adivino ha sido desde las cinco, tal vez antes. Y entones el odio a los del trabajo. Y la contradicción porque eso paga mi vida. Siempre escribo lo mismo. La incertidumbre me genera ansiedad.

Cuando despierto temprano, o en los momentos de insomnio me veo envidiando a una compañera del trabajo porque recibe más sueldo que yo: vende productos más caros y recibe mucho más dinero. He pensado en hablar con mi jefa, plantearle mi inconformidad. Pero no sé cuándo será esto.

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He ido a ver la obra del profesor, uno de mis maestros. He ido con los chicos con quienes preparo una de las obras (un proyecto que tal vez abandone el próximo año). Hemos tomado cerveza después. El hombre macho con el que he tenido sueños eróticos ha llevado a su mujer. Anoche, sin ir más lejos, soñé con él. Pero lástima que en el sueño su pene era curvo y delgado. Tal vez se me mezcló con el miembro diminuto del cubano, que además se doblaba hacia abajo. El cubano que se hacía el macho anaconda.

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Se me ha pasado la bronca. A veces, me llega la emoción del objetivo cumplido. Verme con posibilidades de adquirir las cosas que antes compraba porque mamá, el abuelo o papá me las daban. Aunque trabajo desde hace mucho, es verdad. Con épocas de intermitencia. Pero siempre recibí dinero de mi familia. Mis gastos estaban muy por encima de mis sueldos. Y siempre en trabajos que podemos llamar “de mierda”.

Privilegios. Privilegios versus pobreza.

Espero que sea un verano apacible. Con los gajes del trabajo, claro. Disfrutar del departamento, esperar las vacaciones.

He quedado con una linda compañera del trabajo en compartir la compra de marihuana. Espero que todo se dé, así me encierro durante la última semana del año, a fumar y a escribir.