Domingo. Resaca. Lo de siempre. O lo común, lo conocido, más bien. A veces se pasa mejor. A veces, la noche es menos bizarra, menos tropezada.
Lo de siempre: la ansiedad porque el uno o el otro respondan los mensajes rápido, los hombres que se toman su tiempo, y yo que me despierto con ganas, excitado por el alcohol que todavía he de tener en el cuerpo.
Odié la fiesta de anoche. Ya de antemano me sentí mal por salir otra vez a una disco gay.
Y quedo sobreexcitado. Malhumorado por la cantidad de heterosexuales. Y le hablé a uno y al otro. Y todos, que no, que “yo soy paqui”. ¡Paqui! Así le dicen a los heterosexuales acá. Y me siento frustrado, con el deseo a flor de piel. Sólo me gusta ganar.
Y paso horas mirando porno. Hablo con el uno, con el otro, les mando mensajes. Intento coordinar un encuentro. Pero nada se me da. Entonces me masturbo una, dos, tres veces. Y pasan horas. Y Melania, mi compañera de departamento, me pide entrar a mi cuarto, porque tiene algunos vestidos en mi armario, y yo temo que vea el papel higiénico preparado en mi escritorio, porque me voy a masturbar, y que ella intuya eso, que me voy a masturbar.
Y hablo con el cubano que he conocido el fin de semana pasado, y le digo que cuándo nos vemos. Y siento que pierdo estatus, que pierdo dignidad, yendo a esos lugares horribles, a esa fiesta de ayer, y que se haya inundado todo por la tormenta, y no haberme quedado encerrado, como esta noche, noche de domingo pre feriado, en la que me quedaré encerrado, sí. Y mañana, lunes, lo veré al cubano, iremos a tomar algo. Porque él vive con una amiga, me ha dicho, una amiga que se va de viaje el martes. Como Melania, que se va de viaje el viernes. Y me pregunto para qué tomar un café o un trago con el cubano, si lo que quiero es intimidad, sexo. Y me siento culpable de entrar de nuevo en la vorágine de necesidad de hombre, de piel de hombre.
Odio desear hombres y no acceder a ellos, no acceder porque son heterosexuales. Y Dickinson que me dice que lo ha disfrutado. Y yo, frustrado, porque yo tengo otra energía, soy una persona intensa, un alma intensa.
Y no escribo la obra, por pasarme el día entero, desde la una que desperté, en busca de hombres, de sexo, sexo que al final no consigo, por fortuna, aunque me quede insatisfecho, avergonzado, un poco triste.
Y Pirado, el novio de Melania, que no había aparecido en toda la semana, vuelve hoy, y entonces ponen música, y aunque no es alto el volumen, igual me fastidia, porque quiero estar solo, lidiando con mi conciencia solo, y no con ellos.
Esta intensidad. Soy intenso, sí, potente. No encuentro el mejor adjetivo.
Y me repito, lo sé, me repito, pero qué más da, si es lo que siento, ¿qué más voy a escribir, si no esto?, esta necesidad de cariño, de amor, esta necesidad de tranquilidad, que no he podido darme.
Bien lo leía ayer en el blog ese que sigo, bien leía lo de la cocaína: es lo insoportable de la cotidianidad, la cotidianidad que abruma, oprime, el sin sentido, girando en una rueda, en una jaula.
Y no me aguanto la espera, quiero unos brazos ya, quiero hundirme en un cuerpo, quiero piel, calor.
Después de estas borracheras me cuesta retomar el sentido, pierdo un poco el norte, y no está bien.
Debería protegerme más. Cuidarme más.
El próximo fin de semana no saldré, lo he decidido. Y debo mantenerme firme en la decisión.
Ya he conocido suficientes chicos por esta temporada. Ya he tenido suficiente diversión por el mes de abril. Y ahora llega el frío, y otras actividades. Y necesito estar en calma. Además, debo pagar la deuda con la proveedora de salud, así me curo el tobillo.
Miedo. Meditaba, y además de la culpa, percibía el miedo: miedo a no contenerme. Aunque, ahora que lo pienso, ya lo económico marcará la imposibilidad de tomar los excesos que me permití durante abril. Tal vez exagere, tal vez no sea tan grave. Es la intensidad de mi sentir, creo. Puede ser.
Como si no me permitiera estar tranquilo, como si no pudiera volver a la paz de hace un tiempo, cuando me quedaba en casa, sin tanta revolución. ¿Y si no hubiera salido tanto este mes? Entonces habría ahorrado mucho más dinero. Pero no, salí durante todos los fines de semana, aquí y allá, gira tras gira, la noche porteña y sus facilidades, la soledad y esta dificultad para tolerarla.
Saludes, escribes con una estético fuera de lo común. Ya encontraré como leerte durante mi viaje, cuidate. Saludes a Melania y al Ringo.
LikeLiked by 1 person
Qué lindo viajar, Meatov. Pásala bomba. Gracias por tus palabras. Es bueno saber que me leen. ¡Disfruta mucho! Estamos en contacto. 🙂
LikeLiked by 1 person
No me anima mucho la idea Anónimo, mi país está en una crisis política muy seria. Salir significa que puede haber un desorden y cuando regreses no sabes si faltará algún amigo. Por primera vez no me hace feliz la idea. De todos modos soy militantes de tus letras, no olvides que cuando publiques yo debo verlo. Se que lo harás. Seguimos hablando.
LikeLike
¡Meatov! No estaba enterado de la situación en tu país. Recién acabo de entrar a mirar noticias. Me quedo sin palabras. Espero que igual puedas pasar un buen momento durante tu viaje. Y que todo esté bien con los tuyos a tu regreso.
LikeLiked by 1 person
Gracias mi apreciado Anónimo. Tus palabras suenan sinceras y eso es balsamo. Abrazos cálidos y mimate.
LikeLiked by 1 person