Ha sido una noche terrible: la fiebre me mantuvo primero con frío; luego, cuando desperté para tomar por fin los antibióticos, casi ni pude alzar la jarra de agua por la debilidad, y a partir de ahí ya transpiré, cosa que supongo debo celebrar. Además, el asunto de la parálisis del sueño, que es horrible, y que no entiendo por qué o en qué momentos llega: pensé haberlo solucionado al no dormir boca arriba. Pero no. Hoy estaba de lado e igual me pasó: uno despierta, pero hay partes del cuerpo que no puede mover. Dicen que es normal, que sucede. Hay quienes sienten una presión en el pecho y una presencia. A mí eso me pasó poco. Pero lo de despertar y no poder moverse… Hace años me ocurre. Dios.
Expiar. El cuerpo pasa factura. Y abusé de mis capacidades el fin de semana pasado. El domingo el sujeto (un tanto roñoso) que vino a casa y que se fue sin todavía descubrir yo por qué (acto que me generaría después una culpa espantosa). El lunes me fui, sin importarme la lluvia, donde el Cobo a que me diera porro y sexo (otro acto que me generaría después una culpa insoportable). Me había embriagado el domingo, el sábado. Todo.Y el martes más actividades, y así. Ya percibía el malestar. Pero pensé que con un poco de ibuprofeno pasaría. Pues no. Ha sido una noche terrible.
Y ahora he puesto la vara demasiado alta en el taller. Me han aplaudido. Me han dicho que el cuento es fenomenal, que esto y aquello. Y no es que no quiera que me halaguen. Claro que sí. Pero ahora qué voy a enviar: no todo lo que escribo es así de bueno, me lleva tiempo, son golpes de suerte las buenas historias que además se mezclan con buenas narraciones. Me pasan así, muy de vez en cuando. Y no tengo otro terminado, otro con el que me sienta cómodo.
Poco a poco regresa la calma, puedo intuirlo. Poco a poco regreso al cuidado, a la vida en tranquilidad. Sin alcohol es más fácil. El alcohol me sobreestimula. Y es tan vanal, descubro después, el sexo así, por el sexo mismo. Es tan poca cosa. Parece tan difícil de conseguir. Pero se hace tan factible después, si uno en realidad lo quiere, lo busca. Por lo menos en esta ciudad. Cómo tolerar la calentura para no llegar al desespero. A veces, desearía no tener libido. Me perdería de un universo entero, ya lo sé (¡bien que lo sé!), pero me desharía de una necesidad que me está resultando incómoda.
Y así voy, intentando resolver mis problemas, mis traumas, con las letras, con las palabras. Con otras cosas más también. Pero ahora, mientras escribo esto, con la palabra escrita.
Que tengas buen dia. Mucha agua.
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¡Gracias, Meatov! Los antibióticos han hecho milagros.
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Contigo, yo sigo igual, soy resistente. No dejes de escribir y tampoco te pierdas. Es bueno leerte aunque seas un desastre.
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¡Un desastre con anginas! 🙂
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Ese es un desastre, cuidate. Y descansa. 😊😊
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