Tormentos de un artista burgués energúmeno

Hablo solo. No quiero molestar a las amistades en Buenos Aires, que siguen con lo suyo, y viven una vida agitada, así con ellos me contacto poco, cada tanto. Ya en unos meses iré a verlos, y tendré tiempo de desahogarme. Pero mientras… mientras aquí en este paso por el caribe, no tengo mucho contacto con personas con las cuales hablar a profundidad de mí o de la vida. Áspora quedó en Bogotá, y su situación económica no es la mejor, así que no ha podido venir a visitarme. Ya iré yo. Ahora es temporada de acompañar a mi madre. Y con Adela no quiero hablar: quedé resentido después de varios gestos que quizá narre aquí después.

No he dormido bien desde hace tres días. Me paro de la cama en la madrugada para ir al baño y listo, no puedo dormir más. El insomnio me pone de mal humor, de muy mal humor. A veces, prendo la lámpara en la mesa de noche, leo. Pero después, cuando intento conciliar el sueño otra vez, nada. El mal humor, la mente, me llevan a rincones oscuros, me enveneno en contra de ciertas personas que me han ofendido (tal vez me ofendo muy fácil, tiendo a lo hipersensible).

Luego, ya en pie, alguna cosa termina de desatar mi furia: la ropa que mamá tiende en el patio me molesta. ¡Siempre hay ropa ahí! Nunca puede uno sentarse a contemplar las plantas; la gaveta de la cocina que lleva meses molestando… Busco, tal vez, motivos para darle rienda suelta a mi ira. A lo mejor es narcisismo; a lo mejor, la incapacidad de hacerme cargo de mi propio ánimo. Entonces hablo solo. Recuerdo esas ofensas de ciertas personas, me digo que voy a alejarme de ellas. Imagino que filosofo con alguna de mis amistades, reflexiono, me digo que lo que noto en los demás debo trabajarlo en mí. Y así. Varios temas. Me explayo. Discuto –o imagino que discuto, más bien- con uno y con otro.

También imagino que me entrevistan. En este punto, siempre pienso: cuidado, cuando dé entrevistas de verdad no puedo decirlo todo así, con este desparpajo, con esta bronca. Para entonces tal vez sea más sabio, no tan impulsivo como ahora cuando recreo esos momentos futuros en mi imaginación.

Y, por supuesto, me quejo. Me quejo porque no actúo con frecuencia, suelto al aire que necesito entrenar. Trato de darle un sentido a eso también: me digo que es tiempo de escribir, y que esa es la manera más creativa de usar el tiempo, que al fin y al cabo si quiero ser escritor, pues tengo que escribir, así que es tiempo ganado; cuentos escritos, corregidos. Pero enseguida vuelvo a la queja: me siento cojo, rengo, porque escribo y no actúo, y las dos pasiones se me hacen necesarias, vitales.

Después se me pasa. Después, ya con un poco de café adentro, se me sube el ánimo. Después, voy a cine. Vengo a casa y me como un plato de comida árabe (gracias, mamá). Y… ¡oh, cómo se me había ocurrido! Aumento la dosis: primero gotitas de cannabis, muchas (muchas); después, gotitas de valeriana; y por último, gotitas de pasiflora. Todo por separado. En un poquito de agua, cada cosa. Luego, un tesito de cidrón. Y, ¡vamos!, qué lindo será dormir bajo la lluvia refrescante del trópico.

Author: Anónimo Temporal

Empezaré por un diario de mi propósito de recuperarme del abuso a ciertas sustancias y al sexo. Contaré historias sobre mi vida. Si toda narrativa es ficción, esta es, entonces, la ficción de mis días, la ficción de mi vida.

4 thoughts on “Tormentos de un artista burgués energúmeno”

      1. Es muy buena, la disfrutarás, bajaras de peso, y dormirás relajado. Se hacen amistades, se escuchan historias, te ríes…. Es el mejor ejercicio que he realizado. Mi ùltimo instructor de baile se quitaba la ropa durante el baile, para que todas viéramos su escultura, pero aquí entre nos -no estaba bien dotado- Eso nos causaba risa. 🙂 Feliz martes Temporal anònimo.

        Liked by 1 person

Leave a comment