Pintura de Nicolaes Eliasz Pickenoy (1591-1653).
Las reuniones en casa de Adela me dejan agotado, contaminado de energía pesada. La última fue el miércoles. Adela es actriz. Había actores famosos, una presentadora, la dueña de una editorial pequeña, un escultor australiano que vive con su mujer en Los Ángeles. Gente linda y otra no tanto. Gente que saluda con aires de superioridad, gente que no es tan abierta. Por ejemplo la presentadora, mujer de uno de los actores que estaban ahí… Él, muy buena gente. Pero ella tiene el ego un poco alto, como una manera de protegerse también, yo creo, de no mostrarse, no entregarse y no revelarse. Esto deviene en actitudes poco amables por momentos. A mí me gusta la gente amable, conversadora y sencilla, sin importar qué tan abundantes o poderosos sean. Quisiera que vean mi trabajo ya, que me admiren, pienso, que me conozcan por mis actuaciones y mis cuentos. Al final del día, las reuniones en casa de Adela no importan más que por los contactos que hago en términos de trabajo. Quiero decir, no voy a hacer amigos. Había, por ejemplo, una actriz/bailarina/presentadora muy (pero muy) conchuda, con un ego y una presencia muy (pero muy) fuertes, de saludar poco amable, o peor, con falsa amabilidad, como haciendo la hipocresía evidente. A mí se me alborotan los monstruos paranoicos y me da por la inferioridad. Siento que debería ir mejor vestido, que se me notan los problemas presupuestarios. “Y como te ven tratan”, dice la argentina Mirtha Legrand (¡a quién vengo a citar!). “Si te ven mal te maltratan. Y si te ven bien… te contratan”.
Extraño Buenos Aires, a mis amigos, mis otros amigos. Es todo tan diferente aquí. Los demás… Quisiera tomar un avión e irme. Pasar una temporada allá.
Ellos, en la reunión en casa de Adela, son una cultura muy Instagram. También hay buena gente. Pero tengo que lidiar con situaciones sociales que me parecen incómodas. El marido de Adela tiene actitudes de descortesía hacia mí. Si tres personas están hablando y sólo le muestras la foto en el celular de la que hablas a uno de los otros dos, estás dejando fuera a uno, y eso es una decisión, consciente o inconsciente, un acto de descortesía.
Al mismo tiempo, la suegra de Adela y mi amigo Goite son diferentes, con ellos logro más empatía. Mi amigo Goite es fotógrafo y valió la pena ir a la reunión por verlo, y aproveché para organizar una sesión de fotos, así actualizo el ‘book’ en enero. Después nos fuimos a un bar gay. Y ahí llega ya el final de la historia, el final de la noche, el sexo descontrolado con un chico que no me gusta sólo por sacarme las ganas, y por haber esnifado cocaína, el descontrol y la culpa. Pero ese control-descontrol es una constante que no depende mucho de esta ciudad o de su gente, si no de algo interno. En fin.
Tus relatos son muy buenos, pero tu inseguridad hace que en todos comentes tu condición gay, y no es que moleste en absoluto, es que resulta poco literario y a veces, aburrido. Como si supiéramos que tarde o temprano vas a terminar llorando por tu soledad, tu obesidad o tu sexo casual, siempre con droga mediante.
En lo personal este cuento de hoy me resultó encantador. Muy bien escrito. Lo hubiera cerrado con el book en enero o dejando apenas un matiz de cómo siguió la noche. No queda claro si fue con tu amigo fotógrafo como partenaire u otro que conociste después de esnifar.
En la frase recurrente de Mirtha Legrand ( que no tiene valor de verdad absoluta) hay un error en “ten contratan”. Y te puedo afirmar que la frase es falsa citándote el ejemplo de un gran artista: Joaquín Sabina, es de los hombres peor vestidos del ambiente musical, no tiene fama de limpio -y me consta que no lo es porque no se baña sino cada tres o cuatro meses -, apesta fuerte, luce las uñas negras de mugre, y sin embargo, como tiene muchísimo poder, dinero y contactos y es un trovador cantautor y poeta de la hostia, es venerado en toda España e Iberoamérica.
Ya ves, no es oro todo lo que reluce.
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¡Hola, lufolino! Genial. Me encanta que hayas escrito. Muchas gracias. Gracias por destacar lo que destacas. En realidad, no escribo esto a manera de cuentos. Tampoco podría decir que a manera de diario, porque llevo también un diario. Pero parte del juego consiste en escribir y publicar casi inmediatamente después de haberlo terminado. No los releo mucho. Narro mi cotidianidad. Un poco también el motivo por el que abrí el blog es contar los tormentos constantes. Sin embargo, sí es un ejercicio de escritura. Me lo tomo así. Por lo que me sirve todo lo que dices, porque lo podré aplicar. Y así mejorar. Así que ¡gracias de verdad! Sí, lo de Mirtha creo que es relativo. La frase aplicaba a esa situación que narro… Gente como Mirtha, gente mirthesca. 🙂 ¡Un abrazo!
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No tengo idea donde lo publicas. ¿En el blog o en algún medio gráfico?
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Sólo acá en el blog.
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Te mando un cariñoso saludo, y sí que lo que te escribo va de onda.
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