Hoy no hablaré con nadie (o Cortázar, Je’taime)

El sábado fui a cine con mi primo. Habíamos quedado de ver ‘Animales Fantásticos…’. Se nos ocurrió ir  el sábado en la noche. Claro, la sala estaba repleta. Amo el cine. Pero prefiero las funciones donde no va nadie. Me encanta encontrarme solo en una sala, un martes al mediodía, por ejemplo. No es que sufra si hay tres o cuatro personas más. Pero me resulta incómodo tener a un desconocido al lado. Además, tengo una predilección obsesiva con sentarme en una silla que dé a pasillo.

Salimos del cine y fuimos a comer. Salir con mi primo me da esa sensación de estar haciendo algo porque no tengo nada más qué hacer.Me siento un poco obligado porque es mi primo y me da pena dejarlo solo: vivimos cerca y sabe que yo no soy una persona ocupada. Y no es que no lo quiera ver nunca. Pero no con la frecuencia que lo hacemos ahora (una vez cada dos semanas, más o menos).

Esta mañana desperté y no me paré en seguida. Quise terminar de leer ‘El perseguidor’, de Cortázar. Hace dos días agarré un libro de cuentos de este autor argentino. El libro lo había traído de la costa la última vez que fui. Sólo leí tres historias. Porque tengo otros  libros ahí que debo empezar. Cortázar parece estar siempre presente: siempre hay un momento en que vuelvo a algún cuento suyo. En estos días, por casualidad o por sincronía, vi un aparte de una entrevista en la que se confiesa un solitario. Me sentí identificado. Es muy frecuente que no quiera tener gente alrededor. Hoy es domingo. No voy a encender el móvil, no me conectaré a ninguna red social. Hoy no hablaré con nadie.