El fin de semana no hubo fiesta. La ciudad estaba convulsionada. Una “horda de zombies”, en palabras de mi amiga Áspora, inundó la ciudad. Me desconecté y evité que me llegaran mensajes. El domingo fui a una feria a comprar brownies de marihuana. Medito, hago tapping. Decidí confiar.
Diez días sin cocaína y dos semanas sin sexo. No sé si deba llevar la cuenta. Mejor dicho, no sé si estoy llevando la cuenta como el tiempo que reprimo, como una especie de olla a presión, que estallará en algún momento. No lo sé. Tal vez no.
Debo mantener el ánimo, me digo. Los periodos de desocupación que se mezclan con preocupaciones por el dinero son los más peligrosos. Sobre todo con este clima frío. No han parado las lluvias en Bogotá. Ya caí hace poco. Decido confiar.
Hoy es martes. Despierto pasadas las diez de la mañana. Si la lluvia me deja, iré a que me corten el pelo. Compraré algunas cosas en el supermercado. Y vendré a escribir. A buscar opciones de trabajo y a escribir. Cocinaré. Leeré. Estudiaré. Seguiré buscando imágenes para el Vision Board. Así se pasan los días. Mañana mi primo me ha invitado a ver ‘Dr. Strange’. Acepté. Si bien no soy fan de ir a cine en horas pico (no soporto las multitudes), me dio pena decir que no, y sospecho que un poco de “cine pochoclero” puede ser entretenido.