Áspora vino el viernes a almorzar a casa. Cocinamos. Fumamos. Tomamos una botella de vino blanco. Comimos pasta, pedimos postres, tomamos café. Hablamos y hablamos. Me dijo algo que ya me había advertido mi tía (en quien suelo buscar consejo): si no dejo los vicios, se van a llevar mis talentos. O mejor, si no lo dejo, esto puede matarme.
A qué ligas el dolor y a qué ligas el placer determina en gran medida tus hábitos y por lo tanto tu destino. Eso lo leí de un motivador estadounidense que se llama Tony Robbins. Lo recordé ese día en medio de la conversación con Áspora. Es más fácil escribirlo que practicarlo. Si tan sólo pudiera ligar al dolor esos estados de conciencia alterados… Incluso en uno de estos escritos ya había hablado sobre el placer que siento al esnifar cocaína. Tengo que asociarlo con el dolor. Todo: la cocaína, el alcohol fuerte, el sexo fácil. El tema ahora es cómo mantener esta especie de arranque de superación.
Me he estado alimentando bien, no salí a beber este fin de semana e inicié un programa de rutinas de ejercicios. Mi primo me pasó unos videos. Ya lo he hecho durante dos días seguidos. Debo hacerlo seis a la semana.
He tenido antes este tipo de etapas antes. Durante largos periodos incluso. Pero he caído de nuevo en las garras de la adicción. Entonces ¿cómo no perderme de nuevo? ¿Qué debo hacer para mantener los hábitos de cuidarme?
Confiar. Con Áspora hablamos también sobre los aprendizajes de la vida, que cada golpe o cada herida es, como decía Rumi, un lugar por donde la luz entra. Paciencia, creo que la vida intenta recordarme cómo ser paciente. Nótese que digo recordar. Ando pensando últimamente en esa idea de que lo sabemos todo, pero venimos a esta vida a recordarlo, algo como lo que planteaba Platón con la teoría de la reminiscencia. Otro de los aprendizajes que creo es fundamental poner en práctica es confiar. Al haber tomado la decisión de dedicarme al arte, son muchos los momentos de incertidumbre, o mejor, vivo en la incertidumbre. Eso me lleva a un estado de vulnerabilidad constante. Eso sumado a dolencias de antaño: el abandono de mi padre, la falta de amor, mi vergüenza por ser homosexual en una tierra de “machos”.
Tal vez vaya a un grupo de ayuda. ¿Narcóticos Anónimos? Tal vez Áspora me acompañe. Tal vez. Quiero ir porque me da miedo. Y dicen que uno debe hacer precisamente eso que le da miedo. Superarlo.
Vencer los miedos. De eso se trata.
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En eso ando, Fabio. Muchas gracias por comentar. ¡Saludo!
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