Pequeñas paranoias (o El episodio del martes pasado)

3676453823_a8a57ebac4_bPequeñas paranoias me atormentan por momentos. Aunque trabajo (poco, pero algo) en no darle cabida a la mente, tengo pocas actividades, y mucho tiempo libre, entonces vienen a mí las situaciones recientes, mis relaciones con diferentes personas: le debo dinero a mi primo. Él es quien -debo decirlo-  paga siempre lo mío cuando salimos, porque yo vivo sin un peso; le he pedido el favor al marido de Adela que me tome unas fotos para el monólogo que planeo, me avergüenzo de haberlo hecho: él es un fotógrafo muy cotizado, debí haberle dicho a otra persona.

Hace un mes que vengo apaleado con un resfriado que no termina porque salgo alguna noche de la semana a drogarme, a intoxicarme con alcohol, cocaína y tabaco.

El  martes pasado, por ejemplo, cometí otro de esos excesos. El miércoles era feriado en Colombia, celebrábamos el “grito de la independencia”. Moría por salir. Le pedí a mi padre adelantar el dinerillo que me transfiere cada semana. Pero cuando lo hizo ya era muy tarde para irme solo a un bar gay. Casi a la medianoche me llamó mi primo, que sus compañeros de juerga estaban por irse. Fui a verlo. Tomamos whisky, conocimos a unos irlandeses, fuimos a un bar medio clandestino, de rock, en una zona lúgubre del barrio Chapinero, una zona algo “guerrera”, hostil. De ahí, acompañamos a los “irish” a su casa, nos regalaron marihuana. A eso de las siete de la mañana, dejé a mi primo en la suya. Le pedí dinero prestado. Y me vine a mi apartamento. Pedí alcohol. Y empecé a buscar hombres prostitutos. Di vueltas por la ciudad. Fui incluso hasta la casa de un par de estos hombres, pero cuando me abrieron la puerta, no me gustaron. En ambas ocasiones le había pedido al conductor que esperara, yo toqué el timbre, pero cuando salierona  a abrirme y vi que no me gustaban, me subí al auto de nuevo. Terminé metiendome en el cuarto de un negro, pagándole para que me practicara sexo oral.

Luego de estos episodios vienen temporadas de encierro de varios días, encierros en los que fumo marihuana sin parar. Mis vías respiratorias no terminan de aliviarse. No hago ejercicio. Algunas veces como menos, pero siempre me tiento y pido algo grasoso.

A veces sospecho que no estoy aprendiendo la lección. Doy vueltas en el círculo de la adicción hace muchos años. Debo detenerme. Llevo un tiempo largo sin la rutina del trabajo. ¿Hay algo malo en la forma en la que pido, en la que me relaciono con el deseo? Tal vez se trate sólo de confiar.

Author: Anónimo Temporal

Empezaré por un diario de mi propósito de recuperarme del abuso a ciertas sustancias y al sexo. Contaré historias sobre mi vida. Si toda narrativa es ficción, esta es, entonces, la ficción de mis días, la ficción de mi vida.

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