Despierto, veo llamadas perdidas de mi madre, la llamo, me dice que no sabe cómo pagaremos el alquiler mañana, que piensa en pedirle prestado a una tía de nuevo. Intento no preocuparme. No dejo de sentir que soy un vago. Mamá tiene fibromialgia y yo creo que en gran parte es por mí, porque todavía me mantiene y ya no sabe de dónde sacar dinero para pagar la renta del apartamento en el que vivo tan bien.
Agarro el texto del monólogo que me aprendo sin saber dónde presentaré. Pienso en que no tengo plata para comprar un vestuario. Puedo ensayar sin vestuario, sí. También necesito dinero para la sala de ensayo. Me da vergüenza pedírselo a mi padre: me ha bajado la cuota enormemente. Por su actitud me da la impresión de que no quiere darme más dinero. Ya tengo treinta años. Mi madre dice que mi padre debe explicarle a su mujer todo lo que gasta, que tienen una sociedad, y que por eso él no puede ser generoso conmigo, como lo es con sus otros hijos. Ellos fueron después de mí, después de mi madre. Pero con ellos hizo familia. Así que a ellos les ha correspondido todo.Me pregunto para qué hago lo qué hago. Para qué el arte. ¿Para mostrarme? ¿Soy una especie de mensajero, soy un canal? ¿Hay alguna razón social por la que deba escribir, actuar? ¿Nací para entretener? ¿Cuál es mi destino? Antes respondía orgulloso lo mismo, que siempre quise actuar y escribir. Pero ahora me pregunto cuál es el propósito de dedicarme a esos dos oficios. Y no encuentro todavía la respuesta. ¿Servir?
La construcción de al lado me quema la cabeza. Intento escribir un par de cuentos desde hace mucho. Pero siempre llego a un punto en el que no sé qué más escribir, llega un punto en que no sé cómo resolver el conflicto, la trama. Me puedo demorar dos años, e incluso más, para terminar una historia corta. Por eso en parte decidí hacer este blog, para mantener las manos aceitadas.
Me siento y escribo: recuerdo que no debo preocuparme por dinero, que eso no va a pagar las deudas. Recuerdo que esta es la mejor hora del día, cuando tomo café y me dedico a mis artes. Así sea en secreto por ahora. Necesito público, ya lo sé, audiencia. Ya vendrán esas épocas, me digo. ¿Debería accionar más, moverme más, contactarme más, drogarme menos? Tal vez, tal vez sea cuestión de aprender a vivir con la incertidumbre.