Venía hablando con E desde hace varios días. Y habíamos acordado que el sábado nos veríamos. Incluso el sábado durante el almuerzo le mandé mensajes y le dije que estaba muy caliente, que quería sexo.
El viernes fui a un bar con un primo y unas amistades, vimos un partido de fútbol en el que jugaba el equipo de Argentina. Tomé whisky. El sábado al mediodía fui a almorzar donde una prima de mamá. Comí en exceso. No me he cortado el pelo. Estaba cansado. Percibía esa ansiedad de la resaca, esa que a veces no me deja dormir. Me noté incluso deshidratado. La barriga y la forma que ha tomado mi cuerpo ha hecho que mi autoestima disminuya. Después del almuerzo, me vine a mi casa y fumé marihuana (como siempre). Sí, ando con la necesidad de un cuerpo masculino que me abrace, pero no es sexo reviente lo que necesito. Le había dicho a E que quería ir a una discoteca y buscar hombres ahí. En realidad, mi fantasía es buscar un hombre lo más masculino posible, que diga ser heterosexual, y ofrecerle dinero a cambio de sexo. Quería que E me financiara una fiesta y yo terminar con otro. Con E nunca tuve buen sexo.
E me dijo que empezáramos solos en casa y que luego veíamos si salíamos. Es decir, no me confirmó el paseo. Me había pedido que comprara una botella de ron, así que debía gastar dinero. El plan con él consiste siempre en sentarse a beber y esnifar cocaína. Cuando estamos muy calientes, nos tocamos entre nosotros y luego llamamos a algún scort, o a varios. Y nos quedamos hasta el otro día cogiendo y drogándonos en mi casa.
El sábado, no. El sábado decidí cancelarle a última hora. Me quedé dormido. Le mandé un mensaje y le dije que estaba muy cansado. Él insistió. Yo no revisé más el teléfono.
El domingo despierto orgulloso, descansado. Antes de que le hable yo a ella, mi amiga Áspora me pregunta vía Facebook: “¿Sobreviviste, bandido papanatas?”. Le digo que sí. La tentación estuvo. Está. El deseo de perderme entre cuerpos, entre sustancias, entre estados. Pero por ahora, me quedo en casa. Me cocino, tomo un vino (porque un poco de alcohol y de marihuana siempre hay). “Una menos”, me digo. No me entregué a cualquiera, no caí de nuevo en la genitalidad vacía, en el sexo reviente, en el descontrol.